Ni el Ayuntamiento de Aspe ni la Iglesia están dispuestos a consentir que la basílica de Nuestra Señora del Socorro, «la joya de la Diócesis de Orihuela-Alicante», siga sufriendo el grave e imparable deterioro que padece desde 2011 como consecuencia de las defecaciones de las palomas que habitan en los elementos decorativos de su fachada y torre.
Con tal fin ayer se colocó un repelente natural en forma de gel destinado a ahuyentar a esta colonia de aves. Es una prueba con la que se pretende evitar que el ácido fosfórico y úrico y las sales que contienen los excrementos de las torcaces penetren por los poros de la roca y terminen destruyéndola.
Y no es ésta la única medida que el gobierno de EU-PSOE va a poner en marcha con el visto bueno de la comisión de protección animal, con cuyos miembros se reunió la edil Yolanda Moreno. Según ha informado el alcalde Antonio Puerto se van a instalar jaulas-trampa para reducir la población de palomas y trasladarlas a otros lugares donde no provoquen daños en el patrimonio ni molestias vecinales, como ya está ocurriendo en el parque infantil y el del Doctor Calatayud. Y ayer Mariano Cuevas, el arquitecto que en 1998 coordinó la restauración de este templo barroco levantino, volvió a dirigir los trabajos de retirada de excrementos bajo la supervisión de Fernando Navarro, el rector de la Basílica. En esta ocasión la actuación se centró en la puerta norte, la de Santa Teresa, de la que se extrajeron 20 kilos de suciedad. La misma cantidad que se retiró en agosto de la puerta sur, la de San Juan Bautista.
Ahora queda la principal pero habrá que esperar a octubre.
