El Mercado Central ha desvelado un nuevo secreto sobre el pasado de la ciudad. Cuatro esqueletos de época islámica y numerosos fragmentos óseos, como un cráneo y una pelvis, acaban de salir a la luz en el subsuelo de la plaza de la Fruita, donde los arqueólogos están sumergidos en la recta final de las excavaciones. Así lo confirmó ayer la concesionaria del edificio de abastos, Aparcisa, tras conocer los primeros datos de los hallazgos, que todavía tendrán que ser documentados.

La aparición de estos cuerpos no se queda ahí, la empresa espera que puedan aparecer al menos otros dos esqueletos más en las próximas horas, en una zona que, según la mercantil, fue un cementerio de origen islámico. Algo que se pudo empezar a presagiar hace dos años cuando se hallaron dos cuerpos, mirando a La Meca, respondiendo así al ritual de su religión musulmana.

Entonces, historiadores y arqueólogos advirtieron que tarde o temprano tendrían que salir más cuerpos y así ha sido. Los restos humanos que han aparecido ahora se encuentran en la misma línea que los que se encontraron en 2017 , en posición de cúbito lateral.

En aquel momento, los técnicos apuntaron a que los cuerpos aparecidos, o más bien lo que quedaba de ellos, eran del siglo X o XI, justo antes de que se construyera la medina sobre la que se levantó este mercado de abastos en la década de los sesenta del siglo pasado. Por el momento, Aparcisa no ha precisado fechas, pero sí que apuntaron a que lo encontrado puede pertenecer a la época islámica.

Este hallazgo inédito se ha producido en plenas labores para estudiar si existen restos de relevancia en el perímetro del edificio de abastos, justo cuando la tercera fase de las catas han entrado en su recta final. No obstante, por lo previsible que fuera la aparición del legado de la época islámica para algunos, el 80% de los hallazgos encontrados hasta el momento pertenecen, según la concesionaria, al siglo XIII y son aljibes y muros de antiguas viviendas de aquella época, además de numerosas canalizaciones destruidas.

Dentro del edificio de abastos sí que se encontraron más de una veintena de silos de época islámica, pedazos de cerámicas del siglo XI, así como elementos arquitectónicos de una almazara del siglo XVII y de una vivienda del XVI.

Trasladados

Ahora, los últimos huesos hallados, visibles todavía en la zanja que hay abierta, tendrán que ser inventariados y documentados, para conservarlos en un museo, según la hoja de ruta que maneja la concesionaria.

Pese a estar sobre una zona mortuoria musulmana, Aparcisa descarta que éste sea un impedimento como para construir el edificio de abastos con aparcamiento subterráneo. «No tiene la mayor relevancia», apuntó Pedro Lorenzo, portavoz de la mercantil, quien aseguró que los huesos serán trasladados.

La empresa tiene previsto comenzar hoy a levantar todo el asfalto que queda por abrir hasta llegar a la calle San Jaime, para acabar de estudiar el subsuelo que falta. Con todo ello, el plazo que se da la concesionaria para acabar las catas arqueológicas es final de este mes. A partir de ahí, enviará el informe arqueológico a la Conselleria de Cultura y seguirá con sus planes: pedir la licencia de derribo del inmueble, pese a que quede una cuarta fase de las catas pendientes (entre el frontal del edificio y los Baños Árabes, que pretenden realizar cuando tiren abajo el bloque.

¿Rescisión?

Por mucho que anunciara el alcalde, Carlos González, la rescisión del contrato a finales de año y le diera a la mercantil un tiempo para «reflexionar» sobre una salida negociada, desde Aparcisa aseguraron que no se ha producido ninguna conversación con el primer edil desde entonces y que continuarán su camino. Lo que ocurrirá con el refugio de la Guerra Civil que hay debajo todavía es una incógnita.