Hace poco más de un año una pala comenzaba a levantar el suelo de la plaza de la Fruita para estudiar el subsuelo del perímetro del Mercado Central. Se iniciaba así la tercera fase de las excavaciones arqueológicas para verificar si el proyecto de un nuevo edificio y un parking subterráneo es viable. Transcurrido ese tiempo, el Ayuntamiento asegura que la empresa se ha pasado de plazo y Aparcisa alega un sobrecoste de 100.000 euros en las catas. Un ejercicio después, la zanja sigue al descubierto y las catas continúan en el otro lado del inmueble. Además, la calle Ánimes, que también fue levantada, se ha quedado con gravilla.

Así se encuentra el epicentro del casco urbano, lo que no ha pasado desapercibido para nadie, ni para los comerciantes y placeros que protestaron hace una semana ni tampoco para el equipo de gobierno, pese a que las excavaciones no sean de su competencia. De hecho, el edil de Urbanismo, José Manuel Sánchez, ha dado la orden a los técnicos de su departamento para que elaboren un informe «ante la demora que se ha producido de las obras» y aseguró que la empresa se ha pasado del plazo previsto para acabar con las obras. El concejal apuntó a que la firma encargada de las excavaciones solicitó un plazo de once meses de ejecución para la tercera fase de las catas.

Sin embargo, ya son varios los parones que se han producido en los trabajos a lo largo de el último año. No fue la única advertencia que hizo ayer el edil de Urbanismo. Y es que todavía queda una cuarta fase de catas arqueológicas proyectadas, entre la fachada principal del edificio y los Baños Árabes, así como en pasillos interiores del inmueble. No obstante, si el alcalde, Carlos González, diera el paso de rescindir el contrato -si el Icomos, el comité asesor de la Unesco, se llega a reafirmar y advierte del riesgo del proyecto en el Misteri- las excavaciones podrían acabar paralizadas y sin ningún sentido.

Varios parones

Tras dos catas arqueológicas anteriores -la primera en los Baños Árabes (2013) y la segunda en el subsuelo del edificio (2016)- la concesionaria comenzó en 2017 a excavar en la plaza de la Fruita, con la previsión de acabar mucho antes, pero todavía tiene por delante abrir toda una zanja en uno de los laterales del inmueble para dar por acabada esa tercera fase.

La mercantil ha cifrado en alrededor de 100.000 euros el sobrecoste que van a tener las excavaciones una vez que se terminen, tal y como aseguraron ayer desde Aparcisa a este diario. Achacaron a la complejidad de excavar en tramos estrechos, donde la maquinaria ha tenido dificultades para entrar, además del entramado de redes y tuberías que discurren por el subsuelo del casco urbano. Como ejemplo, en febrero se paralizaron los trabajos hasta el verano. Entonces el tripartito reprochó a la empresa «errores» a la hora de presentar la documentación y Aparcisa les acusó de poner «trabas administrativas». Después, tras arrancar en septiembre en el otro lado de la plaza de la Fruita, las excavaciones han sufrido otro paréntesis de más de un mes y ayer se reanudaron las obras, tras exigirle el Ayuntamiento a Aparcisa que cubra la zanja abierta con el pavimento original.

Respecto a la cuarta fase de las excavaciones, desde Aparcisa aseguraron a este diario que se «realizarán una vez derribado el inmueble», porque, según la empresa «si excavamos el pasillo que queda frente a los Baños Árabes se puede caer el inmueble».

Problema complejo

Conscientes de la dilación que trae aparejada una excavación arqueológica, algo en lo que ayer incidió el edil de Urbanismo, el Ayuntamiento solicitó en agosto al Consell que diera la orden a la concesionaria para cubrir los restos hallados en la plaza de la Fruita y evitar daños por el paso del tiempo, como por ejemplo, por las lluvias o por las plantas invasoras que han crecido. Por ahora, sigue sin haber respuesta. Sánchez reconoció que «estamos ante un problema complejo en un centro histórico. Hay que tener en cuenta todo el tiempo que conllevan unas catas arqueológicas». De cualquier manera, desde Urbanismo, que recordaron no tener potestad en las catas, en previsión de todo esto, pidieron tapar la calle Ánimes y la zona abierta de la plaza de la Fruita, con geotextil y tierra.