Garantizar la seguridad ciudadana en un término municipal de 326 kilómetros cuadrados y una treintena de pedanías, no es tarea fácil. Por eso, desde la Brigada Nocturna de la Policía Local de Elche trabajan intensamente para atender no solo las demandas y llamadas vecinales, sino para combatir otras acciones delictivas que se dan especialmente por la noche, y que ponen a prueba, cada jornada, a los agentes. Reyertas, robos -especialmente en zonas rurales-, consumo de alcohol al volante o tráfico y venta de drogas son las acciones más frecuentes. Aunque hay muchas otras, como pudo comprobar un equipo de este diario, que se sumó el viernes a una patrulla de la Brigada Nocturna.

El turno comienza a las 22 horas. En la Jefatura tiene lugar, con toda la plantilla, el «briefing», la sesión informativa en la que se coordina el dispositivo y se dan las órdenes de vigilancia o control específico en cada jornada. En la noche del viernes, por ejemplo, se puso el foco especialmente en las partidas rurales -hay hasta visores nocturnos-, donde en la última semana se han producido varios robos. Pero antes, una advertencia especial. Desde hace un mes se anda detrás de un Audi RS4 rojo. El conductor lo alquiló en Málaga, pero no lo devolvió. Desde entonces, prácticamente cada noche, asalta gasolineras y áreas de servicio por todo el arco mediterráneo. La noche anterior -el jueves-, se escapó de una persecución de la Policía Local y Guardia Civil de Crevillent, hacia Matola, y se habilitó un dispositivo coordinado. «Ha estado implicado en tiroteos con los Mossos d'Esquadra. Si lo vemos, hay que extremar la precaución», avisa el inspector Álvarez, coordinador del grupo, a su plantilla. Tras unas cuantas instrucciones más, comenzamos a patrullar las calles.

Tenemos varios servicios programados, pero serán ya de madrugada. Mientras, realizamos una ronda rutinaria. Acudimos a un aviso por un pequeño hurto, que se solventa con la mediación de los agentes. No tardaremos en recibir el siguiente: una posible alcoholemia en la carretera de Dolores. «Cero, cero», marca el alcoholímetro. «Está siendo una noche tranquila», nos dice el agente, así que nos desplazamos a un punto caliente donde prácticamente es ir sobre seguro: la estación de autobuses. Allí nos espera la Unidad Canina que, con ayuda del Grupo de Apoyo a Operaciones, inspecciona los autobuses de media y larga distancia. En pocos minutos llegará uno desde Andalucía y otro desde Madrid. El primer vehículo en aparecer es el del sur. Los agentes suben al autobús e informan del control que van a realizar. El can comienza a olfatear las maletas guardadas en las bodegas en busca de su «premio», y después sube al vehículo. En la primera fila hay una chica a la que le cambia la cara. «Llevo un porrillo», dice tímidamente cuando el perro marca su mochila. Otro pasajero también levanta sospechas. El can marca varios puntos donde habría llevado droga, pero ya no lleva nada. Seguimos la ruta en la plaza López Orozco, frente al Huerto del Cura. Un grupo de jóvenes, entre los que hay una menor, se encuentran consumiendo marihuana, de la que se incautan los agentes.

Son ya las 1.15 horas. Minutos después está previsto la entrada en los dos bloques más conflictivos del barrio de Los Palmerales para hacer una redada. De camino, entra un nuevo caso. Una patrulla ha dado el alto a un vehículo que circulaba haciendo eses en la calle Algorfa. En esta ocasión sí da positivo: 0,80; por lo que se imputará un delito contra la seguridad vial En ese momento, otra «entrada» llega por radio. Una patrulla pide apoyo tras parar a un coche en el que viaja un grupo de cuatro jóvenes y cuyo conductor se ha saltado un semáforo en rojo. «Cuatro puntos y 200 euros de multa», informa la agente. La casualidad quiso que este servicio fuese justamente en la calle Mangraner, paralela a la calle Limoner, donde se iba a intervenir en Los Palmerales.

Varias unidades de la Brigada Nocturna, apoyados de nuevo por el GAO, entran a la vez en los dos bloques de viviendas considerados como los más problemáticos. «Cuidado con las cabezas», nos advierten. «No sería la primera vez que llueven objetos desde balcones y ventanas». Nuestra presencia minutos antes en la calle de detrás ha alertado a los posibles traficantes. Solo encontramos unas papelinas.

Pero lo más gordo de la noche estaba por llegar. Sobre las cinco, se recibe una llamada por un hombre que deambula en el cruce de la calle Daoiz con Velarde. Había amenazado a una mujer minutos antes. Ahora, llevaba un cuchillo de 44 centímetros de hoja. Acabó detenido, y seguramente se le imputará un delito de violencia de género.

En resumen. Una noche que, pese a que calificaron de «tranquila», superó los 70 servicios, y que sirvió para hacer una radiografía del trabajo que cada jornada desempeñan los agentes por todo el territorio municipal.