Uno de cada tres estudiantes de primer curso de la Universidad Miguel Hernández de Elche asegura haber sufrido algún tipo de agresión o discriminación en el último año, en su etapa de Bachillerato. Un dato que es aún más preocupantes en el caso de campus como el de Altea y Orihuela. En la localidad costera alicantina, el 100% de los encuestados afirma haber sido víctima de violencia o discriminación, y en la capital de la Vega Baja, el dato es del 97,8%. Unas cifras que contrastan con los datos de Elche o San Juan, donde la media apenas roza el 20%. Por tanto, este estudio vuelve a indicar, una vez más, que el acoso y la violencia entre los adolescentes, lejos de ir a menos, continúa en auge, por lo que se trata de un problema que hay que atajar con celeridad.

La vicerrectora de Relaciones Institucionales, María Teresa Pérez Vázquez, reconoce que se trata de un dato «preocupante», que no esperaban, y que servirá como punto de partida para realizar programas de prevención y erradicación de estas conductas, que serán puestas a prueba cuando esos mismos estudiantes acaben su etapa estudiantil dentro de cuatro años. Por otro lado, pese a que la cifra global apunta a un tercio de víctimas de agresiones, en Altea es del 100%. Ante esa disparidad, la vicerrectora asegura que «no hay un patrón, pues los alumnos vienen de localidades muy distintas. No se trata de que en Orihuela y en Altea haya más agresiones, ya que, cuando llegan a la Universidad, los alumnos proceden de numerosos lugares, no solo de la provincia, sino de toda España», señala.

Lo cierto es que los casos de acoso no dejan de crecer en los últimos años, como queda patente, de forma más que manifiesta en este estudio. La estadística que realizó el departamento de Relaciones Institucionales se realizó entre alumnos de primer curso, por lo que se trata de los más jóvenes del campus y muestra una radiografía de lo que está por venir. En principio, estaba indicado para elaborar un mapa de la nutrición y la salud de los estudiantes, pero, dentro de esa salud mental, lo que no se esperaban los responsables es que salieran a la luz estos datos tan preocupantes.

Esta realidad en las aulas también tiene su reflejo en los juzgados. Fuentes judiciales aseguran que cada vez se denuncian más casos de agresiones, tanto verbales o de acoso como físicas. Sin embargo, donde se nota un mayor crecimiento es en los casos relacionados con acoso o violencia verbal a través de las redes sociales, donde los estudiantes se sienten «más impunes, dada la falsa impunidad de la red. Además, parece que un insulto o una amenaza delante de la pantalla de un móvil o de un ordenador es menos grave, pero no es así», afirma Fernando Miró, director del centro Crímina para el estudio y prevención de la delincuencia, que llevan años estudiando este tipo de comportamientos entre los más jóvenes. De hecho, añaden fuentes judiciales, los acosos a través de las redes sociales pueden llegar a ser hasta más perjudiciales para los menores, pues la audiencia a la que se llega es mayor, «y la sensación de humillación y ansiedad también se intensifica», añaden.

Y es que hay muchos jóvenes que, mientras que en el espacio físico sí tienen claro dónde está el límite, esa línea entre lo que está bien y lo que está mal se difumina en el espacio cibernético.

Este aumento de los casos de cyberbulling coinciden con el incremento del uso de internet entre los más jóvenes. De hecho, en el estudio elaborado por la UMH, se recoge que los estudiantes pasan una media de seis horas al día en la red. Un dato «también preocupante», señala la vicerrectora de Relaciones Institucionales, pues supone casi una jornada laboral enganchados a internet. Eso sí, los jóvenes manifestaron que la mitad de ese tiempo están conectados por motivos de estudios, mientras que la otra mitad sí está relacionada con el ocio. Aún así es mucho tiempo, alertan desde la UMH.

Cuando se analizaba hace años el tiempo que se pasaba delante de la televisión, se situaba en la mitad del que se pasa ahora en internet. «Lo tienen en la palma de la mano, en el móvil. Pueden estar conectados en cualquier momento, y eso incrementa mucho el tiempo que pasan enganchados», concluye la vicerrectora María Teresa Pérez Vazquez.