A estas alturas, que El Palmeral ilicitano es uno de los reclamos turísticos más afianzados en cuanto a rutas culturales se refiere, no es un secreto. El impulso del mismo, de hecho, es una constante en la promoción turística del gobierno municipal, poniendo en valor la delcración de Patrimonio de la Humanidad con la que la Unesco reconoció su valor. Así las cosas, sorprende el estado de las señales, carteles y paneles que guían a propios y extraños a adentrarse en el corazón del palmeral ilicitano, cuya imagen está más cerca del abandono, la desidia y la falta de interés por poner en valor la ruta, que de potenciarla.

Así lo pudo constatar ayer este diario en el recorrido realizado por buena parte de la ruta que comienza en el Huerto de San Plácido. Las primeras «paradas», más al centro y en dirección a la zona del Huerto del Cura, son las que mejor estado de conservación presentan, pero una vez adentrados en el itenerario, la situación es muy diferente.

La cartelería alrededor de la zona del Hotel Milenio apenas es visible. El cartel que indica por dónde prosigue la ruta y la distancia que debe recorrerse para alcanzar el final, apenas puede verse. La señal verde ha desaparecido en buena parte de su conjunto, dando esa imagen de dejadez y abandono. Lo mismo ocurre con las piezas metálicas que dar nombre a parajes tan singulares como el Hort del Monjo, el Hort del Borreguet o el que anuncia el paso de la Acequia Mayor. Aquí, el óximo, las pintadas y el paso del tiempo hacen mella en las indicaciones que siguen los turistas para conocer a fondo el tesoro natural ilicitano. «Es una pena», señala una de las usuarias que habitualmente pasea por estos parajes en su día a dñia para caminar con familiares y amigos, o pasear al perro. «No dejan de vender la imagen del Palmeral como Patrimonio de la Humanidad, elemento de identidad de Elche... Lo es, y por eso, además de venderlo, hay que mantenerlo, creérselo, y cuidarlo», añade.

«De poco sirve mantener los huertos y los caminos limpios, que más o menos lo están, si luego lo básico, que es lo que sirve de guía está por los suelos, da muy mala imagen», apunta otro visitante. Por tanto «y auqnue es normal que el sol, el agua, y el hecho de que esté completamente al aire libre dezluzca este tipo de cosas, también debería ser normal que se cambien y adecenten de vez en cuando», añade otra pareja.

Aun así, también hubo quien hizo una llamada «al civismo, pues hay placas que se ve placamente que las han roto, no se han roto. Tampoco ayuda la presencia de grafitis que, en estos casos, no se pueden justificar como arte, pues no son más que garabatos que deslucen el trazado». En definitiva, los usuarios reclaman una serie de mejoras estéticas para que la imagen de la ruta esté a la altura de su valor histórico y cultural.