Tiene prohibido aproximarse a determinados metros del domicilio, lugar de trabajo o cualquier otro sitio frecuentado habitualmente por una mujer, sobre la que hay una orden de protección, pero lo incumple. Tampoco respeta la medida cautelar de no entrar en comunicación con la víctima. Casos como estos son muy frecuentes entre los maltratadores sobre los que pesa una orden de alejamiento, de manera que se acaban convirtiendo en reincidentes.

En Elche, dos de cada diez delitos de violencia machista son precisamente por quebrantamientos de condena o de medidas cautelares, según el informe estadístico del Consejo General del Poder Judicial. En concreto, durante los nueve primeros meses de este año, el partido judicial de Elche, que engloba a la ciudad ilicitana, Santa Pola y Crevillent, ha registrado un total de 1.062 delitos de violencia contra la mujer. De ellos, 221 han sido por actuar a espaldas de la ley y saltarse la orden del juez de no aproximarse a la víctima.

La reiteración de este tipo de delitos también se encuentra en otras evidencias registradas en el Juzgado de Violencia sobre la Mujer a lo largo de este ejercicio. Como ejemplo, en 2016 los juicios rápidos han aumentado un 30% por los quebrantamientos de condena que hasta octubre del pasado año no eran competencia de este órgano judicial. En total, en lo que llevamos de año, Elche ha contabilizado 500 vistas orales o diligencias urgentes.

En la mayoría de los casos, según fuentes de este órgano judicial, los infractores que caen en los quebrantamientos anteriormente habían cometido delitos de violencia de género por amenazas leves o maltrato ocasional hacia la mujer. Cuando incumplen las penas de prohibición de aproximación o comunicación se encuentran entonces con consecuencias mayores. Y es que este delito siempre lleva aparejada prisión que va desde los seis meses a un año. Por otra parte, el hecho de inutilizar los dispositivos que controlan ese alejamiento, si no hay un intento de acercarse a la persona protegida, supone solo una multa de seis a doce meses.

En muchas ocasiones, el juzgado se encuentra con que el agresor comete un delito por maltrato a la vez que se quebranta, o una falta por amenazas al mismo tiempo que se quebranta.

Una de las tendencias que también se percibe desde las dependencias judiciales es que, en algunos casos, las mujeres acaban entrando en contacto con su agresor al cabo del tiempo, porque pierden la percepción del riesgo y hasta acaban viviendo juntos.

Otro de los factores que agrava el acercamiento a la víctima tiene que ver con el uso de las nuevas tecnologías. Algo que muchos maltratadores no tienen en cuenta es que por Facebook o por Whatsapp también se quebranta la orden porque existe una comunicación.

De hecho, las redes sociales o la telefonía móvil han traído consigo un aumento de los delitos de violencia de género por el aumento del control hacia la mujer y los celos, según fuentes judiciales. Esto se traduce habitualmente en el acoso, un delito que ya está tipificado. Como ejemplo, este mismo mes, la Policía detuvo en Elche a un hombre por acosar a una mujer con hasta 67 llamadas en un mismo día y cientos de mensajes. La víctima acabó denunciando, ya que su vida personal se había visto constantemente alterada.

Más allá de los quebrantamientos de condena, los delitos más habituales con los que tienen que lidiar en el Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Elche son los de maltratos ocasionales en primer lugar. En este extremo, los agresores son castigados con penas que van de seis meses a un año de prisión o trabajos en el supuesto de no contar con antecedentes penales.

Las amenazas hacia la mujer suponen otra de las faltas más repetidas en la comarca del Baix Vinalopó, que desembocan en las mismas penas que las lesiones temporales. El maltrato habitual también es una infracción común y el agresor puede enfrentarse a penas que pueden llegar hasta los tres años de prisión.