Diez familias se han quedado en la calle, al menos a medio plazo, al derrumbarse el edificio en el que viven, o más bien vivían hasta el lunes por la tarde, cuando en torno a las 17.20 horas se colapsó el interior de forma completamente sorpresiva, sin provocar heridos de gravedad. Por casualidades que nadie sabe bien cómo explicar, ninguno de los vecinos del lateral izquierdo del edificio de la calle Ginés García Esquitino estaba en ese momento en el salón, la habitación que se desplomó a modo de cascada desde el tejado hasta el bajo, dejando un enorme boquete apenas relleno de escombros de cinco pisos de altura. Dos hermanos de 8 y 18 años fueron trasladados al Hospital del Vinalopó con cuadros de ansiedad y una mujer de 30 años fue atendida por un esguince que se hizo al bajar corriendo las escaleras.

Ayer, muchos de los residentes regresaron para sacar documentos personales, dinero y sus objetos más valiosos, ya más calmados después de haber vivido momentos de gran preocupación puesto que inicialmente se desconocía si podía haber personas atrapadas, algo que descartó Bomberos con un perro de rescate y la Policía mediante entrevistas con los vecinos.

Filtraciones de agua, grietas, defectos estructurales, deterioro del hormigón... No están claras por el momento las causas tras el desplome de un edificio que se construyó en 1970, según los técnicos municipales, y en el que «han fallado las viguetas de hormigón del forjado de la planta de cubierta», en palabras del arquitecto municipal, Julio Sagasta. Al caer parte del tejado, el peso fue haciendo que en cuestión de segundos los salones fueran desplomándose sobre el piso de abajo. Quienes se encontraban en el interior pudieron salir por su propio pie y a toda prisa al no hallarse en ese momento en el salón.

Un equipo de técnicos del Ayuntamiento inspeccionó ayer el inmueble para intentar determinar qué ha ocurrido. La primera decisión que tomaron es que hay apuntalar los balcones, al menos hasta decidir si se puede rehabilitar el edificio -algo que parece a los ojos de los vecinos altamente improbable- o si hay que derribarlo. En cualquier caso, muchos residentes preguntaban ayer quién tendrá que correr con los gastos, y parece que les corresponderá a ellos, según les comunicaron. Ni el Ayuntamiento se hará cargo, tal y como les dijeron, ni la comunidad de propietarios tenía seguro, según lamentaban ayer, aunque algunos sí tengan el contenido de sus viviendas cubierto por pólizas particulares.

Alarma

Los técnicos se encontraron al final atendiendo las dudas de muchos vecinos del barrio, no solo de propietarios del inmueble afectado, que se mostraban inquietos por si puede ocurrir lo mismo en otros bloques. Sin pretender alarmarles, tenían que responderles que sí es posible. El único consejo que podían darles, según mencionó el arquitecto municipal, es que si aprecian daños en sus casas soliciten una inspección técnica que es obligatoria por ley a partir de los 50 años de vida del edificio.

Si bien este inmueble tiene 45 años, los técnicos comprobaron en las viviendas del lateral derecho -que no se ha desplomado pero que también está clausurado por seguridad- que a simple vista hay grietas. Precisamente los bomberos atendieron ayer una llamada por filtraciones de agua en un edificio de la misma calle, cuyos vecinos temían que pudieran suponer un riesgo. El Ayuntamiento, por su parte, no ha planteado que se vaya a realizar ninguna inspección más allá del edificio derrumbado.

Material

El análisis de los fragmentos de hormigón rescatados de entre los escombros será determinante para averiguar si el material está dañado, algo que podría indicar aluminosis (el deterioro progresivo del viguetas fabricadas con cemento aluminoso, explican). Los resultados podrán conocerse en un plazo mínimo de dos días. La concejal de Emergencias, Manuela Mora, aludió ayer a que las vigas de hierro estaban «huecas, carcomidas» y «oxidadas por el paso del tiempo».

Tras la inspección de los técnicos municipales y de los bomberos del Parque Comarcal del Baix Vinalopó (que visitaron el edificio a modo de escenario de prácticas, para tratar de aprender a predecir y actuar ante colapsos de este tipo) se permitió el acceso a los vecinos para que recuperaran algunas de sus cosas. La Policía Local fue acompañándoles de uno en uno y por turnos, para que recogieran algunas de sus pertenencias más necesarias para los próximos meses, dado que no está previsto que puedan regresar a sus casas a corto plazo.

Una de las familias fue alojada por el Ayuntamiento en una pensión, como adelantó ayer este diario el lunes, y el resto se han instalado con familiares o conocidos. Mientras se resuelve lo que ocurrirá con su edificio, las concejalías de Acción Social y Barrios han habilitado una especie de oficina para que un trabajador social y un abogado atiendan familia por familia. La solución que les han sugerido, contaban ayer algunos vecinos, es que busquen un alquiler y traten de obtener una ayuda de la Generalitat Valenciana que casualmente está en periodo de solicitud. Esa ayuda podría llegar al 40% del importe de la mensualidad y sólo puede ser solicitada hasta mañana, por lo que algunos se quejaban de tener sólo dos días para encontrar una vivienda y firmar un contrato.

Coordinación

La edil Manuela Mora y la coordinadora de Acción Social, Konsuelo Albentosa, ofrecieron ayer una rueda de prensa para felicitarse por la coordinación de los cuerpos de seguridad que actuaron (Policía Local, Policía Nacional, Bomberos, DYA, CICU y Protección Civil) y para asegurar que el Ayuntamiento ayudará a los vecinos en la medida de lo posible. Para ello ha activado una partida económica de ayudas directas para comida, ropa o medicamentos e intentará «ganar» algunos días para tramitar la ayuda con la Generalitat.

Las familias que se han quedado sin casa trataban ayer de mantener la calma concentrándose, y contándose entre ellos, la suerte que tuvieron. En el tercero una mujer y su bebé de apenas unos meses estaban durmiendo la siesta en el salón hasta solo quince minutos antes del derrumbe, que les pilló en la cocina, y los hermanos del entresuelo salieron cubiertos de tierra de los cascotes. El primo de la propietaria del quinto decidió unos minutos antes que se llevaría a sus sobrinos a otro sitio y escuchó incrédulo caer el edificio, sin conseguir respirar tranquilo hasta comprobar que la vecina que estaba a cargo del bebé más pequeño había conseguido salir ilesa. Así, las historias se tornaron agridulces a pesar del desastre material.