Los números no engañan y el Elche de Alberto Toril está más cerca del descenso que de la promoción de ascenso a Primera División cuando restan 39 puntos por disputarse. La dinámica del equipo cada vez es peor, pese a las ilusiones que se habían puesto en el mercado invernal, y conviene no descuidarse. Hablar ahora de meterse entre los seis primeros de la tabla, con el fin de conseguir un billete para el play off, resulta utópico y desde dentro del consejo se apela, en estos momentos, a tratar de asegurar la permanencia en la categoría. Mirar más allá es equivocarse.

Aunque el consejero José Luis Maruenda escribió, durante el fin de semana, en su cuenta de Twitter, con relación a AlbertoToril, que «es más probable que se renueve que que sea despedido», lo cierto es que dentro del órgano directivo del club ilicitano ya existe voces discordantes contra el manejo que está haciendo del equipo el cordobés.

Los próximos duelos ante Nàstic y Real Zaragoza pueden ser un buen termómetro para comprobar la capacidad de aguante del consejo. Sumar los mismos puntos en la primera vuelta y en la segunda dejan bien a las claras que no se ha dado el paso adelante que se esperaba tras el esfuerzo hecho por el consejo en la contratación de jugadores de nivel. El director deportivo, José Luis «Chuti» Molina, se movió bien entre bambalinas, pero se entiende que el técnico no está siendo certero a la hora de que el equipo crezca.

El llamado «torilismo», o lo que es lo mismo, mostrar en el campo buenas sensaciones y un fútbol de toque, ha sido penalizado, un día sí y al otro también, por errores individuales que tiraban al traste todo lo anterior.

Ese fútbol preciosista ha dejado siempre el poso, tanto en el entorno como en el club, de que en cuanto se arreglaran los defectos el equipo iba a ir para arriba.

La llegada de Borja Valle, Túñez, Fabián y Malonga en el mercado de invierno también hizo pensar que se iba en la buena dirección. Pero, a día de hoy, los resultados siguen sin llegar y se entiende que el técnico debería sacar más al grupo de lo que lo está haciendo.

En ese deseo de llevar al equipo hacia la parte alta tampoco está sentando nada bien la falta de autocrítica del preparador andaluz y sus continúas excusas apelando a los presupuestos y mayor potencial de los equipos rivales. Se ha hecho un esfuerzo económico tremendo dentro del club ilicitano para hacer competitivo el grupo para que luego venga el entrenador con ese discurso. Ya no cuela y más de un consejero ya ha dejado claro que «esa moto no se la compra».

Tampoco se está en de acuerdo con la gestión que el técnico está haciendo del grupo. Se ha pasado reinvindicando durante meses a Armando, para ahora dejarlo en el olvido. Lo mismo ha pasado con otros futbolistas como Pelayo, Álex Fernández o Guillermo, que, cuando mejor estaban, los quitó del once. Sin olvidar, que el público también se ha cansado del estribillo de siempre y el viernes pitó a los suyos porque su fútbol estuvo carente de fuerza e imaginación.