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Mazón: «Desde ahora seré un hombre de la Cámara metido en política»

El ya exgerente de la institución y aspirante a presidir la Diputación se despide del pleno, aprovechando la sesión de aprobación de las cuentas

Mazón dando la mano a Riera en el pleno de ayer, que aprovechó para despedirse tras tomar posesión como edil en Alicante. rafa arjones

«Llegué siendo un hombre de la política metido a la Cámara y, a partir de ahora, seré un hombre de la Cámara metido en política». Con estas palabras, Carlos Mazón, ya exdirector gerente de la Cámara de Comercio, concejal del PP en el Ayuntamiento de Alicante y, si no se tuerce nada a última hora, presidente de la Diputación en poco menos de un mes, se despedía de la que había sido su casa durante los últimos diez años. Llegó a ser director general del Instituto Valenciano de la Juventud en tiempos de Eduardo Zaplana, director general de Comercio y Consumo, y hasta vicepresidente de la Diputación. Sin embargo, también había sido uno de los más significados ripollistas en la provincia, algo por lo que acabó pagando el precio ante los campistas. Fue así como en 2009 recalaba como director de la Cámara. Ahora, diez años después, hace el camino inverso, y ayer, aprovechando que ya era efectiva su excedencia en la institución cameral alicantina, tras haber tomado posesión como concejal el sábado, y que había pleno de la entidad, llegó el momento del «hasta luego». No en vano, subrayó que «voy a seguir aquí». Luego, bromeando, matizó que «iba a seguir» en el sentido de que en esa organización están sus amigos. «Va a ser complicado que la Cámara colabore más con la Diputación, porque ya se hacen muchas cosas conjuntamente», apostillaba alguien desde la cúpula de la organización, tratando de evitar que se malinterpretara nada.

Para la ocasión, se cambió el orden del día y, en lugar de comenzar con el punto de las cuentas anuales, se empezó por el informe del presidente. El objetivo era que Mazón, ahora ya en calidad de invitado, pudiera estar presente y despedirse del pleno, entre gestos emocionados, algún que otro aplauso, voces que se entrecortaban y muchos cumplidos hacia su gestión. Lógico, por otra parte, teniendo en cuenta que una de las voces más críticas con Carlos Mazón en los últimos años, Cristóbal Navarro, no estaba presente ayer en la sala. Mazón dijo lo que se dice en estos casos, eso de que había sido un honor ocupar el cargo que había ocupado, y agradeció el apoyo del empresariado, y de sus presidentes, Juan Riera y, en particular, José Enrique Garrigós, con el que vivió los años más duros de la Cámara, tras la supresión del recurso cameral -una cuota que debían pagar de forma obligatoria todas las empresas- unida a los efectos de una crisis que acabaron con recortes, despidos, cambio de sede y unos balances que, año tras año, sólo dejaban números rojos, hasta el pasado año.

De hecho, su despedida coincidía con la presentación de las cuentas anuales de 2018. Por primera vez en una década, el encargado de desgranar los resultados no era Carlos Mazón, que, a esas alturas, ya se había marchado del pleno, sino el tesorero, Armando Sala. Ya el pasado año se alcanzó un superávit que rondaba los 27.600 euros, en parte por la buena marcha de algunos de sus programas. Ahora, con las cuentas aprobadas ayer, la institución que preside Juan Riera encadena dos años en positivo, tras cerrar 2018 con unos ingresos de 5,28 millones de euros frente a unos gastos de 5,23 millones, lo que arroja un superávit de 27.231 euros, y todo, según indicaron desde la entidad, después de aplicar los gastos e ingresos extraordinarios. «Manteniendo el criterio de prudencia contable de la Cámara, se ha procedido a dotar ingresos de dudoso cobro y saldos deudores, y, por segundo año consecutivo, la Cámara cierra el ejercicio en números positivos, un balance saneado, con una auditoria limpia sin puntos de énfasis, sin deuda financiera y con fondos propios de en torno a los 17 millones de euros», subrayaban desde la institución cameral. Con estos puntos de partida, Riera ponía el acento en que «hay que seguir manteniendo nuestra línea de trabajo de presupuestos ajustados y optimización de recursos», y añadía que, «de esta forma, consolidaremos nuestra recuperación y estabilidad, base fundamental para cumplir nuestros objetivo de apoyo a las pymes». De momento, para este año, según el presupuesto para 2019 que aprobó en diciembre el pleno, se contempla un incremento de 700.000 euros respecto a las cifras con las que se han acabado cerrando el ejercicio 2018, llegando hasta los 5,9 millones.

Mientras tanto, una vez aprobadas las cuentas y consumada la marcha de Mazón, las quinielas se intensifican. Están las que dan por amortizado el puesto a expensas de que algún día regrese, hasta las que hablan de cubrir el puesto, ya sea con alguien de dentro o fuera de la casa. La decisión, dicen desde la cúpula, aún puede esperar un tiempo.

Renuncia de Francisco Rovira como vocal asesor y llamada a la responsabilidad

Durante la sesión se da cuenta de la dimisión y el presidente de la institución cameral apela a que hay que dejar de lado personalismos

El secretario general de la federación del comercio, Facpyme, Francisco Rovira, abría la caja de los truenos hace un mes y medio, cuando, a cuenta de la designación de los representantes de la institución cameral alicantina en el Consejo de Cámaras de la Comunidad Valenciana venía a decir poco menos que la Cámara no servía para nada. Sus palabras no cayeron bien, nada bien. Levantaron polvareda, e incluso se llegó a especular con la posibilidad de tomar alguna medida. Sin embargo, finalmente, el capítulo se dio por cerrado ayer, en el transcurso del pleno que celebró la entidad. Fue en ese marco en el que se dio cuenta de que Rovira había presentado su renuncia como vocal asesor. En paralelo, tanto la vicepresidenta de Facpyme, Pepa Garri, como el presidente, Antonio Sáez, aprovecharon para pedir disculpas por la polémica y para mostrar públicamente el apoyo del comercio a la Cámara.

En cualquier caso, el comité ejecutivo de la institución cameral había acordado que era necesario recordar la «responsabilidad» que implica ser miembro del pleno de la Cámara, tanto a la hora de velar por la imagen de la organización como, sobre todo, a la hora de defender los intereses de las empresas y pymes que representan, por encima de cualquier tipo de personalismo. Y eso es lo que hizo el presidente, Juan Riera, aprovechando el pleno. De forma «elegante» y «sutil», según resaltó ayer por la tarde alguien una vez concluido el pleno, el empresario dianense apeló a esa responsabilidad que en determinados sectores se consideraba que se había eludido con las palabras que ponían en cuestión el papel de la Cámara de Alicante, aunque sin hacer referencia a nadie. El capítulo se daba por cerrado. Hasta el extremo de que, tras la reunión, había hasta quien trató de quitar hierro al asunto. «Hay que reconocer que, aunque el episodio fue desafortunado, siempre ha defendido al comercio», decía alguien en alusión a Rovira.

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