Los últimos años de reactivación económica han permitido recuperar el nivel de PIB en España. No obstante, el avance que muestran los datos macroeconómicos ha tenido una incidencia menor en los hogares de la Comunidad y de la provincia. Mientras en el conjunto del Estado se aprecia, desde 2014, un aumento de los niveles de ingresos asociados a la línea de pobreza y baja la pobreza en sí; la evolución en la autonomía ha sido menos positiva por un crecimiento inferior de la renta de la mitad de la población. Y peores registros aún presenta Alicante, al ver lastrada la capacidad de gasto de las familias. Una circunstancia que, además, ha tenido su reflejo directo en el aumento de la brecha de pobreza con respecto a las evoluciones de las medias estatal y autonómica.

Estas son algunas conclusiones del informe dedicado a la «Renta y pobreza en la provincia de Alicante» incluido en el dosier «La economía alicantina tras la Gran Recesión» que el próximo jueves, día 21, presentan INFORMACIÓN y el Instituto de Economía Internacional (IEI) de la Universidad de Alicante, en colaboración con Caja Rural Central. Paloma Taltavull, catedrática de Economía Aplicada de la UA, y Francisco Juárez, doctor en Economía por la Universidad alicantina, ambos miembros del IEI, han realizado el estudio sobre renta y pobreza en Alicante al inicio de la recuperación.

Evolución a la baja de la renta

Los datos de la Encuesta de Condiciones de la Vida en los que se basa el informe refleja que, en el caso de la Comunidad, la evolución de la renta media, entendida como el ingreso disponible mensual por unidad de consumo, experimentó un crecimiento en la década entre 2005 y 2015, al pasar de los 874,4 euros mensuales de promedio a los 1.134,5, en términos nominales, aunque en los peores años de la crisis registró una evolución descendente. A partir de 2016, es cuando la tendencia revierte al alza, pero el nivel aún no ha alcanzado el máximo previo a la crisis, según advierten los autores del estudio.

En la provincia, pese a que en 2005 partía con una renta media superior a la autonómica, con 920,09 euros mensuales por unidad de consumo, el ritmo de progresión, sin embargo, ha sido inferior al de la Comunidad, sobre todo a partir de 2009, uno de los peores años de la crisis. Mientras que en ese ejercicio los ingresos medios de las familias de la Comunidad se situaban en los 1.291 euros al mes, en Alicante sólo alcanzaban los 1.152,41, lo que evidencia una menor capacidad de gasto. La reducción del nivel de renta continuó en ambos casos hasta que se produjo un cambio de tendencia al alza con el inicio de la reactivación económica. Pero, de nuevo, los ingresos medios en Alicante no han mostrado una recuperación en sintonía con la del conjunto autonómico. En 2016, se situaban en los 1.013,83 euros mensuales, frente a los 1.163,7 de la Comunidad.

Ingresos medianos y pobreza

De forma más acusada, los ingresos medianos, correspondientes al 50% de la población, han seguido en la última década una senda descendente en la provincia. En 2016, alcanzaban los 922,8 euros por mes, un importe inferior al del inicio de la crisis, ya que en 2008 eran de 932,93 euros, aunque ha habido ejercicios con cotas más elevadas. En ambos casos, estos ingresos son inferiores a los 1.291,3 euros por mes que registraba hace diez años la Comunidad Valenciana y a los 1.224, correspondientes al ejercicio de 2016.

Por otra parte, la línea de pobreza, medida como el 60% de la mediana de la distribución de la renta disponible por unidad de consumo, refleja que los ingresos de un hogar pobre en Alicante son inferiores a los que tienen el promedio de las familias españolas y de la Comunidad, lo que evidencia que la pobreza ha tenido un mayor impacto en la provincia.

Además, en la autonomía, el número de hogares que sufrieron graves carencias económicas fue similar durante todo el periodo, en el entorno del 18% y 19% sobre el total de la población. Por contra, el número de familias afectadas en Alicante no bajó del 20%. En este aspecto, los autores del estudio apuntan que, inherente a este proceso, «se encuentra una mala distribución de la riqueza generada, que no es buena ni para la sociedad ni para la economía».