Los directivos del Sabadell podrán marcharse de vacaciones con los deberes hechos. Al menos, por lo que respecta a sus planes para acelerar la salida del ladrillo que la entidad tenía acumulado en su balance como consecuencia de la crisis económica y de la adjudicación de la CAM. A falta de cerrar los últimos flecos, el banco ya ha encontrado comprador para las cuatro grandes carteras en las que decidió agrupar estos activos para sacarlos al mercado, lo que le permitirá desprenderse de 12.400 millones de euros en inmuebles adjudicados y créditos de dudoso cobro, que reducirán notablemente su exposición a este sector.

Una exigencia de los mercados y del BCE a las entidades españolas, que consideraban que la banca nacional estaba tardando demasiado en dejar atrás los efectos del estallido de la burbuja inmobiliaria, lo que lastraba su rentabilidad. De ahí que también el Santander, CaixaBank o BBVA hayan protagonizado en los últimos meses movimientos similares.

De esta forma, tras la colocación de la primera de estas carteras el pasado mes de junio -el denominado «Proyecto Galerna», que contenía 900 millones en créditos fallidos procedentes de la CAM-, la entidad comunicó ayer a la Comisión Nacional del Mercado de Valores la venta de dos nuevos paquetes con un valor bruto de 9.100 millones de euros al fondo estadounidense Cerberus Capital Management.

Se trata de las carteras «Challenger», con 5.700 millones en activos adjudicados procedentes del propio Sabadell, y «Coliseum», que suma otros 3.400 millones en inmuebles, en este caso, heredados de la CAM. El precio de la operación se ha cerrado con un descuento del 58% sobre el valor bruto, lo que significa que el comprador pagará al Sabadell unos 3.900 millones de euros.

También se traspasará el EPA

Como los activos procedentes de la extinta caja alicantina están acogidos al Esquema de Protección que sufraga el Fondo de Garantía de Depósitos (FGD), la operación se articulará mediante el traspaso de los inmuebles a una nueva sociedad, en la que Sabadell mantendrá un 20% del capital y Cerberus el 80%. Así, junto con los activos se transferirán a esta nueva firma los derechos de cobro de este mecanismo, una medida con la que se evita que el FGD deba desembolsar de golpe todo el dinero con el que cubre las pérdidas ocasionadas por la venta de los mismos, que hubiera obligado a una derrama de los socios del organismo -el conjunto de entidades españolas- y hubiera afectado también al déficit público.

Mantiene la propiedad de Solvia

Al contrario de lo que han hecho otras entidades, que han incluido en la venta de su ladrillo las inmobiliarias que crearon para gestionarlo, el Sabadell ha optado por mantener la propiedad de Solvia y, además, garantizar su carga de trabajo, ya que el acuerdo obliga a que sea la compañía con sede en Alicante la que se encargue de la comercialización de todos los activos traspasados.

Tras la venta de estas dos carteras a Cerberus, el banco presidido por Josep Oliu ya sólo tiene pendiente el denominado «Proyecto Makalu», que ya tiene prácticamente colocado a Deutsche Bank, con el que se estarían negociando los últimos flecos. De hecho, el cierre definitivo de la operación podría anunciarse en los próximos días. En este caso, se trata de una cartera de 2.400 millones de euros en créditos a pymes con garantías colaterales (inmuebles) -también heredados de la CAM- por lo que el descuento sobre el valor bruto que pagará el comprador será probablemente mayor.

La suma de todas estas operaciones permitirá rebajar radicalmente la exposición al ladrillo de la entidad. Así, el volumen de inmuebles adjudicados del balance de la entidad se reducirá más de un 85%, al pasar de 7.416 millones de euros a poco más de mil millones. Por su parte, la cifra de créditos dudosos pasará de 7.507 a unos 6.000 millones. Un saneamiento que permitirá a la entidad reducir el volumen de provisiones que debe efectuar, lo que repercutirá en un mayor volumen de beneficios. Eso sin contar la liquidez que obtiene con la venta.

Por su parte, la colocación de hasta 6.700 millones de euros en activos y créditos procedentes de la CAM supone que el banco se desprende de la práctica totalidad del ladrillo «tóxico» que le quedaba procedente de la antigua caja alicantina, ya que la entidad considera que el resto de activos que mantendrá son de buena calidad y ya no generarán pérdidas.