La reciente compra del 6% de la constructora FCC por parte del magnate de la informática Bill Gates es sólo un ejemplo más. Los grandes fondos de inversión y las multinacionales han decidido que es el momento de invertir en España -aprovechando los bajos precios que ha dejado la crisis y el aparente cambio de ciclo en el que ha entrado el país- y Alicante no escapa a esta tendencia. Dos de las principales consultoras internacionales con delegación en la provincia, KPMG y Deloitte, han confirmado a este diario que están recibiendo numerosos encargos desde el extranjero para que rastreen el mercado en busca de empresas que resulten atractivas para comprar o incluso para que analicen operaciones concretas.

«Se está volviendo a mirar a España y en Alicante estamos teniendo bastantes solicitudes, es una zona interesante», asegura la socia responsable de Deloitte en la provincia, Beatriz Martín. «Hay interés y se están ojeando muchas empresas, algo que no ocurría desde hace años», señala desde KPMG Miguel Ángel Paredes, quien recuerda que Alicante ya ha sido foco de atracción para la inversión extranjera en etapas anteriores.

No en vano, durante los años de expansión económica ya hubo un buen número de destacadas empresas alicantinas -algunas de ellas en apuros en la actualidad- que acabaron en manos del capital riesgo o de compañías extranjeras, como la juguetera Famosa, la marmolera Levantina, el fabricante de productos de higiene y limpieza Jofel, Hormigones Forte, Blinker o la compañía Inaer, que gestiona flotas de helicópteros y aviones para servicios de emergencias.

Solo compañías saneadas

Los oteadores que en estos momentos escrutan el mercado alicantino son, sobre todo, fondos norteamericanos o europeos -especialmente británicos- que disponen de importantes cantidades en caja para invertir pero, eso sí, exigen garantías de rentabilidad antes de cerrar cualquier operación, según las fuentes consultadas. De ahí que rehuyan a las compañías en apuros o con perspectivas de futuro poco claras y que se estén centrando en firmas saneadas y «que estén dando dinero».

Es decir, que en ningún caso estos inversores vienen a salvar empresas en concurso o a punto de echar el cierre, por muy baratas que estén y por muchas facilidades que se les ofrezcan. Son más bien una oportunidad para los negocios que han sabido adaptarse y quieran aprovechar la inyección de dinero para crecer.

El mejor ejemplo y la avanzadilla de esta tendencia sería la compra a finales del pasado ejercicio de Gestión Tributaria Territorial (GTT) por parte del fondo de capital riesgo Realza. La firma, que se dedica a gestionar la recaudación de impuestos para distintas administraciones, declaró el año pasado 4,4 millones de beneficio con una facturación de 18,8, según datos del Registro Mercantil.

El hecho de que Alicante sea una de las zonas en las que están buscando estas oportunidades dentro de España se debe que hay muchas firmas que encajan en el perfil deseado. Al respecto, Miguel Ángel Paredes señala que se están tanteando, por ejemplo, muchas empresas en el sector agroalimentario, uno de los que mejor está respondiendo ante la crisis.

También están en el punto de mira las empresas industriales centradas en la exportación, las dedicadas al sector turístico o los centros sanitarios privados, todos ellos sectores ampliamente representados en el tejido productivo alicantino y que son los que en estos momentos están tirando de la actividad.

De momento, eso sí, todavía no se ha cerrado ninguna operación de importancia, más allá de la citada de GTT de hace unos meses. El principal problema, según explican los expertos consultados, es que los fondos llegan con la idea de que España es un país «arrasado» y exigen precios de derribo que casi ninguna empresa está dispuesta a aceptar. Por eso auguran que todavía habrá que esperar algún tiempo hasta que oferta y demanda casen.

Rotación de fondos

Desde las consultoras creen que la materialización de los primeros cambios de accionariado podrían llegar, precisamente, a través de aquellas empresas que ya están controladas en estos momentos por fondos internacionales. Este tipo de inversores no suelen permanecer más de cuatro o cinco años en el capital de las compañías y, en muchos de los casos citados en la provincia, ya han superado este periodo pero se han visto obligados a retrasar su salida por culpa de la crisis. La coyuntura actual supone la ocasión ideal para marcharse.

Sin embargo, no todos los que están inspeccionando la provincia en estos momentos buscan únicamente una oportunidad de inversión. Según destacan desde KPMG, también hay grandes multinacionales que lo que quiere es crecer en el mercado español mediante la adquisición de una firma local que les dé acceso a los canales de distribución. «El país está empezando a salir y quieren tomar posiciones de cara a la recuperación del consumo», señala Paredes.

A todos ellos hay que sumar, por último, los que intentan hacer negocio con la debacle del sector inmobiliario, que ha dejado numerosos cadáveres en la provincia. El último ejemplo es la posible compra de la Torre InTempo de Benidorm por parte de un inversor de Arabia Saudí.