Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

El HLA se proyecta hacia el «play-off»

El Lucentum encadena la sexta victoria en Liga - El equipo alicantino pasa por encima del Breogán con un equilibrio perfecto entre defensa y ataque y una dirección soberbia de Llompart en los momentos clave

Justin Pitts se libra de la marca de Quintela y busca el aro. jose navarro

Hay noches en las que te inventas un mundo entero y otras en las que te limitas a copiar. Ayer ocurrió lo primero. El Lucentum, como todos los clubes de clase obrera que sobrevivieron al delirio gestor de alguno de sus patrones, tiene la enorme grandeza -en su camino de vuelta, en el regreso de la ultratumba-, de que todo lo que tiene que demostrar únicamente ha de demostrárselo a sí mismo. El HLA crece de forma sostenible en la competición desde la inteligencia de sus técnicos en el banquillo y generando una experiencia colectiva dentro de la cancha, casi hipnótica, bien coordinada por un Pedro Llompart igual de motivado que el primer día que defendió esta misma camiseta.

Sabes que algo extraordinario está ocurriendo en tu pabellón cuando tu equipo, como un rodillo inclemente, ajeno a cualquier trampa táctica de su adversario, es capaz de minimizar el potencial de un claro favorito al ascenso (con más de un millón de presupuesto), de reducirlo a la mínima expresión. Algo así jamás ocurre por casualidad. Encadenar seis triunfos seguidos cuando acabas de aterrizar en la categoría tiene tanto mérito que da vértigo imaginar el futuro. Pero cada cosa a su tiempo.

La Fundación firmó anoche una actuación plural mayúscula, equilibrando al máximo su producción ofensiva, interpretando el juego en campo abierto y la circulación de la bola de manera hermosa. Más de la mitad de los tantos llegaron dentro de una pintura que encuentra en Bamba Fall un pilar inamovible, intimidador, un motor de envergadura inasumible que jamás deja de sumar.

Y si las defensas -individuales, mixtas o en zona- tratan de cerrarse sobre él, Llompart encuentra la forma de que la bola llegue al hombre abierto para que la selección de tiro, propia o ajena, sea la mejor. Anoche concretó ocho asistencias, pero repartió el doble. Su comprensión del juego, su ejecución, merecen toda la admiración.

Nunca estuvo por delante el Breogán, impotente, maniatado, deconstruido. El 10-2 inicial fue el aviso de lo que estaba por venir. Cada ataque lucentino encontraba el camino hacia al aro, al principio al poste, luego desde el perímetro y, con Pedro sobre la cancha, dibujando el «pick and roll» en casi todas las versiones posibles. El HLA fue doblando siempre a los lucenses en el electrónico, marcando distancias, intercambiando golpes, los del equipo de Rivero generalmente a la cabeza y los del bloque de Epifanio al aire.

A la superioridad en todas las parcelas ofensivas, los lucentinos agregaron un régimen de dureza defensiva impecable, tanto que ni le hizo falta emplearse al máximo en la lucha por el rebote. Con el Ferrándiz abrazando a sus hombres, Rivero rotando sin permitir picos bajos de contención en su zona y ningún jugador con valoración negativa se firmó la máxima ventaja de la primera parte: 41-24 (+17).

Únicamente la evidencia del escudo del Breogán era capaz de contener puntualmente el optimismo justificado de la grada. El paso por el vestuario no reactivó al conjunto gallego, ni siquiera un rápido 0-10 de parcial (54-44) silenció a la afición. A Pitts se le atragantó la gestión de la defensa en zona que ideó el entrenador visitante. Llompart recuperó su sitio, la bola volvió a trasladarse por los pasillos correctos y 64-44 a un minuto del comienzo del acto final. Fue ahí, jugando a campo abierto, corriendo tras robo, que se lesionó Onwenu de camino hacia el aro. Se fue con 14 puntos... pero sin rebotear.

El cuarto definitivo valió para reafirmar todo lo visto, para refrendar al grupo en la suma de intangibles, para comprobar que lo que parece un mal día en la estadística de Busquets (2 puntos y -1 de valoración) es una actuación sorda muy necesaria cerrando líneas de pase, punteando bolas, llegando a las ayudas, un jugador de esos que te valen para conformar un bloque de garantías... lo mismo que Chumi, Galán o Nacho Díaz. No salen en las fotos, pero su nombre va ligado al de todas las victorias.

El HLA cerró el choque con un +22 (76-54) y Rivero lo aprovechó para dejar que todo el pabellón se pusiera en pie para despedir a Pedro Llompart y Bamba Fall. Recordó a los días grandes, a las jornadas épicas en la élite, al sueño de la Copa que se inventaron Vidorreta y Poch... pero no lo era. Para eso queda todo un universo de dificultades. Haber regresado de entre los difuntos, haberte sabido muerto, le sirve a todo lo que rodea al HLA, con la Kali Nord marcando las pulsaciones, para disfrutar de lo pequeño, de un club que quiere volver a volar con los pies en el suelo. Ayer se sumó la 13ª victoria, se adelantó a un Breogán que te triplica en presupuesto y entreabrió la puerta del «play-off»... ojalá.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats