El fotógrafo Joan Alvado (Altea, 1979) descubrió en 2017 una de las zonas más despobladas de Europa sin salirse del país y sin saber qué fotos haría allí, pero convencido de que a veces es más exótico viajar a Guadalajara que a Singapur, como él dice. Alvado, que en sus imágenes suele hablar de temas en los que poca gente se fija o desde un ángulo poco visto -como las nuevas generaciones de pastores (Escola de pastors) o los musulmanes caribeños de La Habana (Cuban Muslims, Tropical Faith)-, se ha acercado en su último trabajo a uno de los asuntos de los que más se habla, la despoblación rural extrema, pero él se la ha imaginado con una lente post-apocalíptica donde el humano es una rara avis.

El resultado es The Last Man on Earth, (El último hombre en la Tierra) un nuevo proyecto que ya le ha valido una mención de honor en el concurso de fotografía POY Latam (Pictures of the Year LatinoAmerica) y ha sido publicado en Leica Fotografie International (LFI), la revista oficial de Leica.

Esta publicación le proporcionó el equipo para adentrarse en la denominada Serranía Celtibérica, conocida como la Laponia del Sur, un enclave de 65.000 kilómetros cuadrados que comprende áreas de Aragón, Castilla-La Mancha, Castilla y León, Comunidad Valenciana y La Rioja cuyo denominador común es la baja densidad de población.

«Al principio no tenía muy claro qué iba a hacer, pensaba que podría trabajar bien esos paisajes pero tenía una página en blanco impresionante de 65.000 kilómetros cuadrados. Lo que sí sabía era que no quería acabar haciendo algo previsible y de enfoque nostálgico, me interesaba generar otra atmósfera», avanza el fotógrafo afincado en Barcelona, que inició por Soria la ruta a territorios deshabitados en compañía de su padre y se cruzó en el camino al Alto Tajo con el fotógrafo alicantino José Luis Carrillo, conocedor de la zona por su proyecto Los hijos del ciervo.

«A medida que iba viajando me daba cuenta de que la localización no era tan importante, daba igual si estaba en Soria o Rusia. Fui refinando el concepto y me salían paisajes menos realistas, más futuristas y poco identificables, una idea post-apocalíptica que me empezó a gustar en las imágenes», explica Alvado, quien considera que «la despoblación es un fenómeno mundial no reversible, que va a ir a más porque no hay motor económico que reemplace a la agricultura» y sus imágenes, en ese recorrido «más lírico o filosófico», responden a la pregunta de «qué pasará aquí dentro de 40 o 50 años».

Si Escola de pastors hablaba en positivo del relevo generacional en el campo, The Last Man on Earth sería «la cara B». «No entro en si esto se puede arreglar o no pero está bien que el espectador se haga preguntas» y a ello contribuye ese aire fantástico de sus fotografías, que llevan a formas más abstractas y muestran «un punto de separación de la realidad, tampoco mucho», aclara el fotógrafo, que no sabe aún si este proyecto acabará algún día o lo ampliará a otras zonas de España. De momento, él ya ha empezado a exponerlo.