Su inquietud por ampliar conocimientos hacía que todos los días leyese algunas palabras del diccionario. Recitaba poesía a sus seis hijos y fomentaba entre ellos la lectura. Era un gran admirador de la literatura francesa y le obsesionaba la construcción de los personajes. Fue un gran docente, preocupado e implicado en la educación hasta el punto de escribir varios libros pedagógicos. El cine era una de sus pasiones aunque a él lo que le obsesionaba era la poesía. Con 13 años dibujó y escribió un tebeo y su primer libro vio la luz en 1944, Perlas del silencio. Su mayor crítica la tenía en casa, Pilar, su mujer.

Rafael Azuar (1921-2002) era sobre todo un hombre culto. Profesor por vocación y además novelista, poeta, ensayista, articulista. Y padre. Precisamente sus hijos -Gemma, María Jesús, Pilar, Julio, Rafael y César- han sido los artífices de que su biblioteca personal y su archivo pasen a formar parte de los fondos del Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, entidad con la que mantuvo una estrecha relación.

Las 42 cajas con unos 2.500 libros; cartas de autores como Jacinto Benavente, Josep Pla, Concha Espina, Vicente Aleixandre, Carmen Conde, Eduardo Mendicuti, Rodríguez Albert, Guillermo Carnero, Vicente Molina Foix y más recientemente de Matilde Asensi cuando empezaba en el mundo de la literatura; documentación, fotografías, cartas, manuscritos... se depositaron el pasado mes de febrero en el IAC y durante dos meses ha trabajado en realizar el inventario un equipo encabezado por Cristina Llorens, subdirectora de Documentación del Gil-Albert, e integrado por los técnicos Macarena Palma, Carolina Martínez y Pep Rubio.

Todos ellos estuvieron ayer presentes, junto a los hijos del escritor y el director del IAC Gil-Albert, José Ferrándiz Lozano, en la presentación de este fondo «que se va a poner a disposición de los investigadores», apuntó. «Es una donación que causa mucha satisfacción a la entidad porque Rafael Azuar formó parte del entonces Instituto de Estudios Alicantinos y ya en el renovado centro publicó varios libros».

Para Ferrándiz Lozano, que anunció que ya se ha creado una beca de investigación para analizar este fondo, Azuar fue un escritor con «gran presencia» en el mundo cultural en los años 50 y 60, aunque luego siguió escribiendo pero ya más ceñido al ámbito provincial. «Vivió en Alicante pero buscó el éxito en los centros neurálgicos editoriales del momento» y se relacionó con los autores más destacados de su generación. Ganó el Premio Café Gijón en 1967 con Modorra y fue finalista del Premio Planeta en 1954 con Los zarzales, aunque su honestidad le dejó fuera del pódium, ya que este texto era la ampliación de otro que presentó a un premio y ganó, pero no se publicó; al aparecer como finalista en primer puesto fue a ver a Jose Manuel Lara para exponerle el caso y quedó fuera de la lista», apunta el directo del IAC. Además, quedó finalista junto a Ignacio Aldecoa, del premio de la colección La Novela del Sábado con la novela corta Teresa Ferrer.

Rafael Azuar hijo, que habló en nombre de todos los hermanos, destacó que «queríamos cumplir su voluntad de que su obra estuviera en una institución de prestigio alicantina y el Gil-Albert tuvo mucha vinculación con él; para él hubiera sido un orgullo». Este fondo, afirmó, «permitirá conocer su obra pero también su perfil interior como autor».