Tan sólo unos días después de que España entera celebrase el día del Orgullo por los derechos adquiridos del colectivo de lesbianas, gays, transexuales y bisexuales (LGTB), todavía resulta esencial seguir las reivindicaciones para erradicar insultos y agresiones y que constituyen un delito de odio.

Uno de estos desagradables capítulos se produjo el pasado jueves en Santa Pola cuando un vecino de una urbanización privada recibió insultos y golpes por bañarse en actitud cariñosa con su pareja en la piscina del complejo en el que residen y darse besos. Fran, la víctima, ha denunciado los hechos ante la Guardia Civil y ante el Observatorio Valenciano contra los Delitos de Odio por Orientación Sexual e Identidad de Género, y ha tenido que cogerse la baja laboral por las secuelas de los golpes recibidos. El suceso se produjo al filo de la media noche del jueves cuando Fran, de 44 años, y su novio se encontraban dándose un baño en la piscina comunitaria de la urbanización en la que reside desde hace dos años en la calle del Mar, tal y como consta en la denuncia. En el momento, estaban acompañados de un grupo de adolescentes que también disfrutaban de una cálida noche de verano cuando, de repente, un vecino de la urbanización apareció en la escena y al grito de «maricones de mierda» los obligó a salir de la piscina. La reacción de los jóvenes fue salirse del agua tras la situación violenta, según relata la víctima. Sin embargo, el caso fue más allá y la violencia verbal traspasó la línea a la violencia física. Este hombre, alto y de complexión fuerte, amenazó a la pareja con un pedrusco para que salieran del agua, según consta en la denuncia. Cuando evacuaron la zona, en el borde de la piscina,el agresor le propició golpes en la boca con la piedra y patadas en la pierna izquierda y en ambos antebrazos, según la declaración que consta en la denuncia que interpuso a la Guardia Civil esa misma madrugada.

La víctima fue atendida en el consultorio médico de Santa Pola y, según el parte de lesiones, acudió policontusionado con heridas en el labio, rotura de un incisivo, lesiones en el hombro y dolor en el tobillo. La víctima, que trabaja en el departamento de corte de una conocida empresa de calzado ilicitana, se encuentra actualmente de baja médica por los daños tras este presunto delito de odio, que está aún por llegar al juzgado. Lamenta, además, que hasta el momento la mercantil en la que trabaja no le ha prestado asesoramiento jurídico después de un episodio en el que se siente vulnerable y con miedo de bajar a la calle mientras se recupera de las lesiones. El caso de Fran lo están llevando desde el Observatorio valenciano contra la LGTBfobia, desde donde sostienen que en este caso se ha repetido el ciclo del odio, en el que se produce una violencia en la que el agresor se siente impune «porque en el ámbito de la tramitación judicial es complicado que un juez encuentre el agravante de homofobia, y no son sensibles a la realidad y queremos que se agraven las penas», explica Toño Abad, director del Observatorio contra la LGTBfobia. Desde esta plataforma cuentan con abogados y psicólogos que asisten y acompañan a las víctimas por delitos de odio.