Una experiencia para olvidar. Mientras cientos de santapoleros observaban la noche del lunes el castillo de fuegos artificiales en honor a la Virgen del Carmen, un catamarán de 10 metros se encallaba en el espigón junto a Vatasa, en la playa de Varadero. La embarcación ha permanecido prácticamente un día completo enquistada entre las rocas al final del rompeolas, y a última hora de la tarde de ayer una grúa gigante ecomenzó a levantar el barco del lugar.

El suceso se produjo durante la noche del lunes a las 23.30 horas. Los ocupantes de la embarcación, una familia ilicitana que veranea en Santa Pola y que tienen amarrado este barco en el puerto de la villa marinera, estaban navegando mientras observaban el tradicional espectáculo pirotécnico a una velocidad muy corta y próximos al puerto. De repente colisionaron con el espigón. Salvador, el propietario del barco, explica que la velada estaba marcada por un fuerte oleaje que desestabilizó al barco, un factor que se sumó al despiste por el momento entretenido y de esplendor en el cielo con los fuegos, y que culminó en un choque con las rocas por la falta de señalización pertinente como balizas que resaltase la variación de la alzada del puerto.

La tarea para remolcar la embarcación no fue fácil. Después del suceso los ocupantes pusieron los pies en tierra y no sufrieron ningún daño físico tras el golpe. El primer instinto del propietario del barco fue llamar a la Guardia Civil, que se desplazó al lugar al igual que el equipo de salvamento marítimo de Cruz Roja. La tripulación de LS Naos estuvieron desde la noche y a primera hora de la mañana intentando desencallar la nave, pero sin éxito, porque se encontraba varado en una zona de poca profundidad con muchas formaciones rocosas.

Al mediodía llegaron a prestar apoyo dos cuerpos de la Unidad Marítima de la Policia Local de Elche, que desde su pequeña embarcación intentaron movilizar el barco pero tampoco hubo manera. Finalmente, accedió al espigón una grúa gigante para levantar la nave, a la que se le colocaron dos flotadores de grandes dimensiones junto a los motores que el club náutico de Santa Pola les prestó para ayudar en las tareas y evitar, así, que se averiase uno de los cascos con la entrada de agua y terminase hundiéndose el barco. Fue difícil el método de rescate porque el tramo hasta el final del espigón está lleno de peñascos que dificultaron la entrada de la grúa, que finalmente levantó el peso de este catamarán de 2007. Ahora se están valorando los daños materiales de este barco que la familia utilizaba para travesías cortas como Tabarca o Alicante, y se reparará en uno de los conocidos astilleros de Santa Pola.