Y la patrona desplegó su manto dorado y al grito de ¡viva!, ¡viva! volvió a su humilde morada un año más, desprendiendo una energía positiva en el ambiente para desear a todos los pescadores un año de buen faenar en alta mar.

Santa Pola ha vivido estos últimos días una de las fiestas más esperadas en honor a la Virgen del Carmen, Patrona de los marineros. El acto culmen fue el de ayer durante la procesión. Como manda la tradición, un grupo de vecinos de la villa marinera se aglutinó a las puertas de la ermita del Carmen en la calle del Muelle junto al Monumento al Pescador. Minutos antes de las 21 horas se encontraban una multitud de fieles ataviados de marinero con pantalón «maonet» azul, camisa blanca, faja roja y un pañuelo a cuadros, que se ofrecieron a portar la imagen centenaria de la patrona, que fue alzada hasta el cielo a las puertas del templo sagrado y aplaudida por todos.

La Virgen del Carmen fue llevada hasta el muelle del puerto por una veintena de costaleros, tanto hombres como mujeres que se turnaron y que estuvieron dirigidos por el capataz. La comitiva estaba formada por niños vestidos de primera comunión; miembros de la Comparsa Pescadores; representantes de la Unió de Festers de Santa Pola; autoridades municipales, entre ellas la alcaldesa, Yolanda Seva; y parte de la corporación, como también el párroco de Santa Pola; el patrón mayor y los cabildos, así como la Banda Unió Musical de Santa Pola, que amenizó la velada.

A la llegada al puerto pesquero se hizo el silencio y con la brisa marinera dos grandes embarcaciones de arrastre encendieron las luces y las sirenas se pusieron en marcha para avisar de la presencia de la patrona en el muelle. El enclave se quedó pequeño por la cantidad de curiosos que contemplaron la estampa, marcada por la emoción a la que se sumó, como habitualmente, la Coral Levantina entonando la salve marinera. «Salve estrella de los mares, iris de eterna aventura». Así sonaban los versos de este canto litúrgico que viene a representar la importancia que supone para los marineros la Virgen del Carmen.

José Martínez Molina, conocido en la villa marinera como «Pepe Morruta», cuenta que esta figura es un «amparo y una guia» para los pescadores. Recuerda que hace una década su hijo naufragó en alta mar una noche mientras navegaba junto a doce marineros más, hasta que un mercante de Marruecos pasó por encima de la embarcación y los lanzó al mar. «Se salvó por los pelos», asiente con un nudo en el estómago. Desde aquel suceso, Pepe, hoy jubilado, se encomienda más a la patrona para que los proteja, a pesar de que se ha dedicado desde los doce años a faenar, «porque aunque el mar es traicionero, lo amas y lo admiras». José siente que esto va más allá de la religión, tiene claro que es una tradición consolidada, «mis tres hijos aún la portan en procesión, y yo lo hacía hasta hace poco, pero ahora vienen los dolores del trabajo y de los años», señala con melancolía.

Al final de la peregrinación, la Virgen del Carmen volvió a su ermita y allí entonaron de nuevo la salve a modo de plegaria, para que este año sea provechoso para el pueblo pesquero. Estos días han servido, también, para recordar a los marineros que perdieron su vida en el mar. Como homenaje, ayer, después de la misa, autoridades y vecinos, acompañados del grupo musical Los Romeros lanzaron coronas de flores y claveles blancos al agua desde la dársena del puerto.

La fiesta ha contado con serenatas por la Quinta del 65, agrupación musical de marineros jubilados, además de ofrendas florales, combinadas con actos lúdicos como carrera de cintas, torneos de fútbol o el castillo de fuegos artificiales desde playa de Levante con el que despidieron las celebraciones.