Los trabajos en Penya Negra y Herna siguen dando frutos y avanzando en lo que ha resultado ser un asentamiento más complejo que lo que se preveía. Desde agosto de 2014, cuando se iniciaron las excavaciones, el equipo arqueológico encabezado por Alberto Lorrio, está descubriendo tesoros y nueva información día tras día. Penya Negra se está convirtiendo en un gran museo al aire libre poco a poco, en el que ya se encuentra el area señalizada con paneles indicativos. Paralelamente a los trabajos de campo se está recuperando el camino de la herradura para que este nuevo parque arqueológico pueda estar en condiciones de ser declarado lugar de Bien de Interés Cultura (BIC). «Penya Negra es mucho más que un yacimiento musealizable, mezclamos medio ambiente, paisaje con relevancia histórica y cultural», aseguró Lorrio. Los senderistas acuden en grupos a visitarlo, al igual que desde institutos y otros centros escolares. «Hay que potenciar y hacer accesible el lugar», determinó Lorrio.

Las excavaciones y los plazos del proyecto marchan más lentos de lo previsto por un buen motivo. Cuando empezaron los trabajos, Lorrio no esperaba encontrar la complejidad y hallazgos tan valiosos y únicos en el área. Con los objetos encontrados este verano en las excavaciones, no han podido comenzar la consolidación del lugar porque aún necesitan elaborar la interpretación de todo los materiales. De esta última tarea se encarga personalmente Lorrio, que está inmerso en el proceso, que según confesó el arqueólogo, resulta agotador. Los hallazgos certifican que el recinto es más complejo de lo pensado y hay que replantear el proyecto en este momento para buscar más vías de financiación que doten al yacimiento de la relevancia apropiada.

El proyecto actual se está realizando con unos fondos cofinanciados de 13.000 euros desde el Consell y 15.000 del Ayuntamiento de Crevillent,y a su vez emplean al menos a seis trabajadores en el área de Medio Ambiente en la adecuación del área.

Según el experto, la orografía del terreno provocaba que hubiera un gran problema con la erosión, ya que la falta de vegetación de la zona y las posibles lluvias torrenciales podían provocar graves problemas en el área. Ahora se trabaja por proteger el lugar de estas condiciones hostiles.

La construcción en torno a la que ahora gira Penya Negra es una casa que evidencia la gran entidad que alcanzó la ciudad en época orientalizante. Con una planta alargada y tres estancias, este edificio se organizó en torno a una gran habitación, espacio principal de reunión y celebración de banquetes y la presencia de un hogar central. Cuenta con una despensa, al este, donde se localizaron restos de ánforas, y una estrecha estancia al oeste, con un hogar cuyo carácter ritual se deduce por el hallazgo de un lingote de cobre plomo amortizado.

Penya Negra y Herna, van poco a poco, de la mano de las arqueólogas, volviendo a resurgir en su esplendor pasado para erigirse en referencia cultural de Crevillent.