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Por qué doblan las campanas

Los mensajes que mandan los mil campanarios de la provincia a la población confinada

Por qué doblan las campanas

Lleva casi 50 días encerrado en su casa y se ha acostumbrado al silencio en la calle. Sólo se oye algún coche arañando la calle, alguna voz. Los aplausos a las ocho, siempre después de que un tañido metálico marque la hora. Estos días, la voz de los cerca de mil campanarios que hay en la provincia, según la web Campaners.com, vuelve a escucharse nítida sin el ruido del tráfico y el ajetreo. Y dicen mucho más que es hora de salir al balcón.

"La gente hasta me da las gracias por tocar la campana. Dicen que el sonido les acompaña mucho estos días y que a los niños les encanta", explica Rubén Lillo, vicario parroquial de la iglesia de Nuestra Señora de Gracia, en pleno centro de Alicante. No dice "sonido", sino "voz", como es propio en el argot. Las nueve campanas de la torre de la iglesia, que mira a la calle Pirula Arderius, conforman uno de los 34 campaniles que hay en el término municipal de Alicante. La inmensa mayoría de ellas están instaladas en edificios religiosos y combinan la función civil con la litúrgica: marcan la hora, pero también anuncian oraciones, duelos y fiestas. Incluso cuando callan.

Toque de difunto

"Algunos vecinos me avisaron de que no habían escuchado nada durante cuatro días, alarmados. Les expliqué que en Pascua no suena ninguna de ellas entre el jueves y el domingo, momento en que se vuelan para anunciar la Resurrección", explica el párroco. La de Jesucristo no es la única muerte que anuncian estos faros en tierra que se comunican por señales acústicas. El pasado domingo 19, todas las iglesias con torre respondieron a la declaración de tres días de luto oficial por las víctimas de la pandemia que decretó la Generalitat. A las 11 de la mañana, hicieron sonar el toque de duelo o de difunto, un tono pausado y apagado usado en la antigüedad para informar al pueblo de que alguien había fallecido.

Aunque en la actualidad han perdido muchas de sus funciones civiles, como avisar de "un duelo, de una tormenta o de un ataque cuando se tocaba a rebato", como apunta Lillo, siguen marcando las horas y también el tiempo según el calendario litúrgico. Cada mediodía, dos minutos antes de dar las doce, el campanario de la parroquia de la Plaza de la Montañeta señala que es hora de rezar el ángelus. Pero lo que tocan los instrumentos no es siempre lo mismo, para desconcierto de los vecinos que han redescubierto la música de campanas. "Tenemos nueve notas musicales, por lo que podemos hacer canciones. Cualquiera que se conozca el Ave María de Lourdes lo reconoce cuando suena por las mañanas", explica el sacerdote. Estos días, a las 11, el carrillón programable toca además otra melodía. "En Pascua suena el Christus Vincit, un cántico muy antiguo", aclara. Al principio del confinamiento, la Conferencia Episcopal pidió a las parroquias que mantuviesen sus melodías al mediodía para invitar a la oración.

Los campanarios actuales pelean por seguir con sus tradiciones en una modernidad que no siempre los entiende. Lillo lamenta que la voz de su carrillón esté reducida "al mínimo" por las quejas de algunos vecinos. "No se vuelan las campanas anunciando misa, sino que se da un pequeño aviso. Y salvo la música, sólo se dan toques horarios a la una, las dos y de cuatro a nueve" para respetar el descanso, según afirma.

Hay dos toques, que cualquier vecino puede escuchar estos días, que sobreviven a esa presión. Son los toques de ánimas y de alba, que marcan con leves tañidos el amanecer y el anochecer según el horario de invierno y verano.

Lenguaje universal

"El lenguaje de las campanas tiene muchos acentos y algunas reglas comunes que se adaptan a las costumbres locales. "En el sur de España hablamos de volar campanas y en el norte se dice bandear, por ejemplo. La variedad en el lenguaje y en los toques viene del oficio de campanero, que se transmitía a los hijos de la forma que solía hacerlo el padre", explica Celestino Soler, director técnico de Tradición Relojes y Campanas, una empresa murciana dedicada al mantenimiento y reparación de estos artefactos monumentales que trabaja en todo el país. "Hay toque de agonía, difuntos, de papa, de misa ordinaria... Es un lenguaje que se habla en todas partes con algunas diferencias", apunta.

El sector se ha modernizado aunque maneje un patrimonio material e inmaterial centenario. "Ahora programamos las melodías y controlamos los toques con una app" explica el ingeniero, principal referencia de las parroquias y ayuntamientos de la provincia para solventar cuestiones técnicas. "Muchos curas me piden que le instale el manejo de la campana en el móvil. Así que podemos decir que ya es posible estar en misa y repicando", ríe el especialista.

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