Comienza un día más, como cada día de diario, una subasta en la alhóndiga La Redonda de los Huertos en la pedanía oriolana de La Campaneta. No son días cualquiera allí, como no lo son en ningún punto de España. La pandemia de coronavirus ha alterado su funcionamiento (los empleados llevan mascarillas y guantes y se le toma la temperatura a quien accede a las instalaciones). Pero no todo se ha alterado para mal. Los precios de algunas verduras y hortalizas se han doblado esta semana. Unas coliflores, con muy buen aspecto, son hoy las estrellas de la puja. «Se están vendiendo a un euro el kilo aquí en la subasta, que es lo que cobra el agricultor, cuando hace 15 días apenas superaba los 40 céntimos», explica Luis Gómez, que trabaja en esta alhóndiga.

El de la coliflor no es un caso excepcional. El brócoli, una de las verduras que más se cultivan en la Vega Baja (la despensa europea de frutas, verduras y hortalizas, junto a Murcia), llega a los 70 céntimos el kilo en la subasta, cuando hace 15 días el de mejor calidad apenas alcanzaba los 30 céntimos. De hecho, estaba siendo una campaña pésima para esas verduras y algunas hortalizas porque había mucha oferta y poca demanda. Con la crisis del coronavirus y la demanda masiva de alimentos por el confinamiento en las casas de media Europa, esa curva se ha invertido.

Mucha demanda y poca oferta, lo que está provocando que se doblen los precios en el campo y, como consecuencia, se disparen en los supermercados. «En una situación de crisis lo primero que se piensa es en comer, y hemos pasado de tener unos precios anormalmente bajos hace 15 días a otros anormalmente altos por la demanda», señala José Vicente Andreu, presidente de Asaja Orihuela.

La demanda internacional, de países como Alemania, está propiciando esa subida del precio en el campo (se han cerrado fronteras pero no al abastecimiento de productos de alimentación), porque, además, hay una falta de oferta de algunas verduras y hortalizas. La razón es ajena al Covid-19: la meteorología. Ha sido un invierno muy cálido y se han adelantado un mes las cosechas que tendrían que haberse recogido a finales de marzo. Esto provocó una sobreoferta hace unos días cuando se recogieron y precios por los suelos. Sin embargo, la demanda actual ha dejado casi sin existencias productos como coliflor o brócoli, que tendrán que esperar un tiempo a la próxima cosecha. «Habrá pronto una falta de esos productos y una demanda muy alta por lo que seguirán subiendo los precios», advierte Andreu.

Incertidumbre

Los que, de momento, mantienen el precio de la campaña son los cítricos, aunque no se descarta que su compra sea más cara en unos días porque están teniendo una fortísima demanda tanto en el mercado nacional como internacional, lo que crea una incertidumbre en el mercado. La razón es que se asocian con la mejora de procesos víricos, como resfriados o gripe, ya que la vitamina C que contienen aumentan las defensas del cuerpo. Y los síntomas del coronavirus se comparan con los de una gripe fuerte. De hecho, la producción va a venderse casi toda en el mercado y de las 300.000 toneladas que fueron a la industria del zumo el pasado año, porque no se venden, se estima que con la crisis del Covid-19 solo irán 100.000. El resto para consumo directo.

El precio se mantiene esta semana en los 41 céntimos el limón en el campo, 30 la naranja y un euro la mandarina. «La industria no está consumiendo casi nada y aprovechan los productores para vender los cítricos porque la exportación está creciendo mucho», apunta el presidente de Asaja Orihuela, quien calcula que los precios de los cítricos se podrán mantener como hasta ahora un mes, aunque las circunstancias, reconoce, pueden hacer cambiar la situación de un día para otro.

Los productores perderán el 25% del género destinado a los mercadillos

La suspensión de los mercados ambulantes da al traste con muchas de las cosechas de los pequeños agricultores

Los temporeros trabajan sin cesar estos días en los campos de la provincia. En un huerto con varias hectáreas de limones en Pilar de la Horadada, rodeados de los pinos de Sierra Escalona, llenan sin cesar las cajas. «La demanda está siendo brutal», señala José Vicente Andreu, que además de presidente de Asaja Orihuela cuenta con 200 hectáreas de limoneros y almendros. Una parte de su producción va para los placeros de los mercados ambulantes que en las subastas se llevan siempre las mejores partidas de frutas y verduras. «Lo que ellos compraban se perderá», advierte. Coincide con él Luis Gómez que nos atiende antes de empezar la subasta en la alhóndiga La Redonda de Orihuela. «El 25% del género lo perderán los agricultores», señala. Es el porcentaje que se vendía a los mercadillos que han sido suspendidos por la crisis del coronavirus.

Los pequeños agricultores que exclusivamente se dedican a plantar sus cosechas de brócoli, coliflor o lechuga para esos mercados locales se han quedado sin salida alguna para esos productos. Su esperanza es colocarlos en supermercados y grandes superficies que están aumentando exponencialmente su demanda de frutas y hortalizas por la compra ccompulsiva en sus tiendas. Pero no es un camino fácil. «Derivar esa producción a otros mercados necesita su tiempo porque todo se produce para un mercado concreto y con unas condiciones determinadas, como las verdiras que están programadas desde que se plantan con fechas, variedades y destino y no es fácil cambiarlo de hoy para mañana, necesita su tiempo, y en ese periodo de tránsito se perderán muchísimas producciones», señala Andreu. Temor hay por la campaña de la patata de la Vega Baja que empieza en 15 días. «Su cliente es el placero del mercadillo, porque no se puede lavar y no la quieren los grandes supermercados y sin ese cliente los productores no saben qué van a hacer con ella», explica Gómez.

Agricultores y ganaderos de la provincia trabajan para abastecer el mayor consumo

Los productores siguen al pie del cañón su labor diaria e, incluso, han visto aumentar la demanda para cubrir el abastecimiento de los mercados

«Mis hortalizas necesitan que se las mimen todos los días del año y los animales comen y beben a diario, cómo voy parar». La frase de José, un veterano agricultor del Medio Vinalopó resume la actualidad del sector agrícola en la provincia que no ha parado ni un minuto su labor en el campo y en muchas empresas hortofrutícolas de la provincia, que, implementadas todas las medidas de prevención, siguen su actividad para mantener el abastecimiento a los supermercados que, incluso, han aumentado pedidos.

El campo no para, además, porque es hora de plantar las hortalizas del verano. Eso sí, protegidos y fiscalizados por patrullas de la Guardia Civil, que recorren las partidas rurales. «Salimos lo justo para firmar órdenes, traspasos etc. Pero mayormente en casa dirigiendo el cotarro como podemos. Mi gente de calle al pie del cañón, en las instalaciones sirviendo agua, incluso para boca, y los agricultores, empaquetadores, manipuladores, transportistas. Todo en orden dentro de lo que se puede», subrayó ayer Lucas Jiménez, presidente del Sindicato de Regantes del Trasvase Tajo-Segura. «Los regantes, en general, tenemos agua y lucharemos para obtener más, para dar servicio a los agricultores y se pueda producir todo tipo de alimentos y no falten, mientras dure la pandemia. Nosotros no podemos estar en casa, estamos donde siempre estamos, trabajando y produciendo alimentos para los ciudadanos», apuntó Ángel Urbina, desde la SAT San Enrique de Elche.

La actividad agraria ha recobrado, por otro lado, en los últimos días normalidad después de unas jornadas intensas de trabajo para atender la demanda de los distribuidores, y los agricultores están guardando las medidas de seguridad tanto en sus desplazamientos al campo como en el uso de las herramientas y la higiene personal. Las fuerzas de seguridad están desplegando controles en los desplazamientos al campo, en los que se respetan las condiciones de distancia de seguridad en el interior de los vehículos viajando de dos en dos y con un metro de separación. «Estas medidas son necesarias para evitar los posibles contagios, y cuando se llega al campo, utilizan herramientas que luego desinfectan y se lavan las manos periódicamente», según Cristobal Aguado, de Asaja, que destaca que los agricultores continúan trabajando en las siembras, podas o replantaciones.

Ahora se está continuando con el proceso de recolección y los productores «trabajan con normalidad aunque con precaución y miedo ante el virus».En su opinión, es importante que se siga con la actividad para dar la atención y la preparación que necesitan los cultivos de cara a las producciones futuras. Asaja ha ensalzado la labor de agricultores y ganaderos para garantizar que, en un momento tan «trascendental» como el causado por la crisis del coronavirus, «toda la población» seguirá disponiendo de alimentos «sanos, seguros, de proximidad y en suficiente cantidad».

A diferencia de otros sectores económicos, los agricultores y ganaderos van a continuar trabajando en los campos en estricto cumplimiento de las normas aprobadas de forma excepcional. La comida es un bien esencial que los ciudadanos necesitan, al menos, tres veces al día, y los productores vamos a seguir al pie del cañón para satisfacer el abastecimiento de la manera más profesional y sostenible. Para Aguado, «ahora es cuando se ve claramente lo importante que es contar con una autosuficiencia alimentaria para afrontar crisis impredecibles como la actual, en la que se pueden cerrar fronteras y cortar suministros de todo tipo desde el exterior». Aguado ha señalado a ciudadanos y Administraciones que «defender un precio justo en el campo constituye una medida prioritaria, porque tener asegurada la alimentación es la mejor garantía de la supervivencia como sociedad».