Encontrar pollo por las tardes es prácticamente imposible en la mayoría de los supermercados de la provincia. En esta emergencia sanitaria, las bandejas de productos cárnicos vuelan de los lineales en pocas horas pese a ser productos perecederos. En un solo supermercado de Alicante están vendiendo al día más de 1.500 kilos de carne, una cantidad muy por encima de los 800 kilos que eran habituales de lunes a viernes (los sábados sí es un día de mayor venta), pero la situación es extrapolable a la mayoría de tiendas. Las patronales garantizan la reposición de los productos a diario.

El papel higiénico es otro producto que se agota en pocas horas. En algunos supermercados ayer no se había podido reponer al no quedar en los almacenes. Y los pañales escasean conforme avanza el día. Empieza a ser habitual la imagen de los lineales de conservas vacíos, igual que los de quesos y fiambres, leche, cafés, arroces, huevos, galletas, alimentos para bebés y hasta congelados.

Los empleados hablan de psicosis, sobre todo porque la carne se estropea pronto si no está en el congelador. Hay personas que han comprado de una vez hasta 80 litros de agua, y a los supermercados se les acumulan los carros repletos para enviar a domicilio porque hay muchos pedidos para casa. Advierten que se les pueden colapsar los espacios de refrigeración y demorarse las entregas.

La Asociación de Supermercados de la Comunidad Valenciana, Asucova, confirmó ayer que está «muy disparada» la demanda de pastas, arroz, fiambres, café y legumbres. La patronal del sector hizo un llamamiento a la mesura «porque si todo el mundo hiciera acopio sería insostenible», y volvió a asegurar el abastecimiento, «que no se pone en cuestión» y la reposición a primera hora o a lo largo del día en cada tienda. «Los proveedores continúan fabricando, pero aunque no lo hicieran, hay stock para semanas. Se ha trabajado con ellos en todos los escenarios». El portavoz de Asucova, Pedro Reig, cree que lo importante es facilitar el aprovisionamiento de las centrales logísticas.

Otra patronal, la de las grandes empresas de distribución (Anged), aboga por desdramatizar. Su portavoz, Joaquín Cerveró, afirma también que «la cadena de suministro funciona con normalidad».

En los mercadillos la afluencia es menor a la habitual y existe preocupación. Ayer en el de Teulada el frutero José González mostraba su indignación. «Ayer en Benidorm la venta me bajó a la mitad. Aquí veo menos gente, pero más o menos se va vendiendo. El problema es que yo no puedo llenar un camión que me va a costar 4.000 euros si no me aseguran que voy a poder montar el puesto porque eso si que puede ser una ruina», explica. «Y encima estoy jugándome la vida por cuatro por cuatro perras», lamenta.

Otra vendedora, en este caso de ropa, Esther, que lleva 20 años en este mercadillo aseguró que «hoy -por ayer- es el último día que monto porque tengo miedo. Tengo una nieta muy malita que está ingresada en el hospital y me da miedo contagiarme por ella», señala mientras muestra el gel desinfectante que se aplica cada cierto tiempo.

Otra vendedora de ropa interior se mostró más resignada. «Esto es de lo que comemos y si nos mandaran cerrar sería un fastidio, pero hay que entender que la salud es lo primero. La gente está alarmada», indica esta mujer, que prefiere no dar su nombre.

Entre los clientes no se hablaba de otra cosa. Eso sí, unos estaban más preocupados que otros. «Hay que extremar las medidas de higiene y tomar precauciones pero tampoco hay que dejar de hacer vida, aunque mira en Italia como están los pobres, la verdad es que no sé lo que es mejor. Ahora en cuanto alguien estornuda la gente se le queda mirando y se aparta. Se han acabado los besos para saludar, pero es lo que hay, muchos han entrado en pánico», explica Iluminada mientras rebusca entre prendas de ropa y con el carro ya lleno de alimentos.

Entre el trasiego de gente se podía ver también a algunas personas, pocas, con mascarillas. Uno de ellos era Francisco, que acudió al mercado acompañado de su hija Astrid. «Soy trasplantado de riñón y tengo que llevar cuidado. El médico me ha dicho que si voy a sitios donde haya gente que me ponga la mascarilla. Mejor prevenir. No es que tenga miedo pero preocupación sí. De momento sigo haciendo vida normal», afirma.