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La vida sigue en San Vicente

El municipio recupera la normalidad tras la resaca de la celebración que muchos vecinos recordarán como el día que les «cambió la vida»

Numerosas personas hicieron ayer cola en las administraciones loteras de San Vicente del Raspeig para comprar décimos del Niño. pilar cortés

Superado el éxtasis inicial de los brindis con cava, los efusivos abrazos, los gritos de alegría y las lágrimas de emoción, San Vicente del Raspeig amaneció ayer con la resaca de un día de fiesta que numerosos vecinos recordarán como ese que les «cambió la vida». El primer premio de la Lotería de Navidad ha regado el municipio con una lluvia de 80 millones de euros y, naturalmente, ayer no se hablaba de otra cosa. Ni en los bares, ni en el mercado, ni en las eternas colas que, durante toda la mañana, se registraron a las puertas de las administraciones loteras. Gente de la localidad y también llegada de fuera en busca de suerte. ¿Y si vuelve a tocar allí la del El Niño?

«Todavía no me lo creo. Es que lo pienso y me tiemblan las piernas. He llevado esta mañana el décimo al banco e iba temblando. Es una ayuda muy grande y creía que nunca me podía pasar a mi. Es muy fuerte, muy fuerte». Así se expresaba ayer Rosa mientras, bayeta en mano, limpiaba silla a silla y mesa a mesa el bar Pepe, cuyo suelo seguía pegajoso de tanto chinchín el día anterior. Es la taberna que el domingo se convirtió en el epicentro de la fiesta sanvicentera. De allí salieron 60 décimos agraciados con el Gordo, premiados con 400.000 euros cada uno -antes de impuestos-. Pasaban 19 minutos de las nueve de la mañana cuando la locura se desató en el establecimiento con el canto de los niños de San Ildefonso. La fiesta que se alargó hasta la tarde y acabó, obviamente, con todas las remesas de cerveza, y más.

A Rosa le regaló el décimo con el número 26.590 su jefe, Basilio, un gesto que la hizo rica. Quizá no en el sentido estricto de la palabra, pero en todo caso una fortuna para una madre de familia que ha trabajado toda su vida como ayudante de cocina, costurera o tapicera. El premio de seis cifras no da para retirarse a una isla privada, claro está, pero sí para volver a tu puesto de trabajo al día siguiente más feliz que nunca. «Aquí estoy, limpiando el bar pero con una sonrisa», dijo la empleada a este diario. A pocos metros de Rosa, otras dos mujeres trabajaban en la cocina del establecimiento hostelero. Ayer no estaba abierto al público, pero se afanaban en preparar las pelotas del cocido que servirán hoy y mañana a sus clientes. «La vida sigue pero para muchos sin hipoteca», señalaba otra de ellas.

Fueron decenas de personas las que el domingo salieron a comer y celebrar por diferentes bares y restaurantes del pueblo y muchos de ellos alargaron la juerga hasta bien entrada la noche. «La gente sigue viniendo a darnos las gracias y estamos muy contentos», dijo ayer Basilio hijo con voz afónica y botella de agua en mano. Obviamente, también él resultó premiado y se sumó a la celebración. Celebración que se hizo extensiva a las dos administraciones de lotería del municipio, que ayer registraban inusitadas colas durante toda la jornada de personas de este municipio y también llegadas desde otros puntos de la provincia para probar suerte donde lucía flamante el cartel que indicaba que allí se ha vendido el primer premio.

El gerente de la administración Número 1, Manuel Soto, aseguró que había más gente de lo habitual para un 23 de diciembre y dijo además que cuando vendes un premio tan importante te consignan más series para el sorteo del seis de enero. «La gente te da la enhorabuena y ya me han llamado pidiendo incluso décimos desde Murcia. Estamos contentos porque llevamos 38 años jugando al mismo número y por fin ha tocado. A algunas familias les hacía mucha falta», trasladó ayer desde su administración lotera.

A pocos metros de allí , misma estampa en la administración Número 2, regentada por Carmen Guijarro y su hijo, Juan Lillo. Una fila india de personas esperando para tentar de nuevo a la suerte y anécdotas sobre cómo se enteró la vecina del cuarto de que le había tocado el Gordo o cómo el hijo del fontanero compró uno de los décimos agraciados casi a última hora.

La vida seguía ayer en San Vicente del Raspeig y, por ahora, ni se han multiplicado los coches de alta gama ni han brotado nuevos chalés como champiñones. Pero 80 millones de euros son muchos millones. Al tiempo.

Una ONG apela a la solidaridad de los agraciados con el Gordo

Una campaña en vallas y mupis de Acción contra el Hambre busca «tocar la fibra» a los premiados en San Vicente

Es muy probable que sea la primera vez que alguien contrata grandes vallas publicitarias para saludar, expresamente, a los agraciados por la Lotería de Navidad de un municipio concreto. ¿Qué sentido tendría felicitar públicamente a los nuevos «millonarios»? Pues, en este caso, recordarles que la solidaridad y la generosidad salvan vidas y, además, contribuyen a luchar contra la desnutrición infantil. Esa ha sido la estrategia publicitaria que Acción contra el Hambre ha desplegado en diversos municipios cercanos a San Vicente del Raspeig para invitar a sus habitantes a donar fondos a la ONG.

«Enhorabuena San Vicente del Raspeig por los 80 millones que os han tocado esta Navidad. Por cierto, si de repente os entran ganas de donar, Accioncontraelhambre.org». Es el mensaje que los sanvicenteros, entre otros, se encontraron desde ayer a primera hora de la mañana en soportes instalados en diferentes puntos cercanos a la localidad, entre ellos espacios de Sant Joan y Alicante. Se trata de una curiosa felicitación-invitación que se ha dispuesto contra reloj para buscar financiación para el trabajo que desarrolla esta organización no gubernamental, apelando así a la sensibilidad de los premiados con una causa que trata de ayudar a la población infantil más desfavorecida.

Estado de ánimo

«Este año quisimos que nuestra campaña de diciembre fuese simplemente una campaña pensada para ese momento, para ese lugar y para ese estado de ánimo», explicó ayer la directora de Comunicación y Fundraising de Acción contra el Hambre, Carmen Gayo.

Según señaló en un comunicado, «vivimos en un país muy solidario y es habitual este impulso de compartir los golpes de suerte, hemos elegido esta localidad para hacer extensivo este impulso no solo aquí, sino en todas las premiadas el 22 o, aún más, entre todas las personas que, sin haber sido premiadas, sienten que quieren compartir su otra suerte con quienes luchan cada día contra la desnutrición».

Para conseguirlo, han trabajado «más rápido que nunca». El bombo instalado en el Teatro Real de Madrid favoreció a los vecinos de San Vicente del Raspeig a las 9.19 horas del domingo. «Desde ese momento nos pusimos en marcha para editar los anuncios, imprimirlos, transportarlos e instalarlos a las seis horas del lunes. Justo 21 horas después», informaron ayer a través de un comunicado. Y lo cierto es que el mensaje desplegado en diversos puntos de la provincia atrajo la atención de numerosas personas, que comentaron en redes sociales la estrategia para pedir colaboración a la población agraciada con el Gordo.

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