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Análisis

Franco, el ventrílocuo de Millana en el PSOE

El exsenador ningunea al secretario local, forzándole a retractarse de su aplauso a Barcala por apartarse del «caso Comercio»

Miguel Millana.

La decisión del alcalde, Luis Barcala (PP), de renunciar a la acusación en el «caso Comercio» contra su antecesor, Gabriel Echávarri (PSOE), pasó de ser un «buen gesto» a convertirse, poco después, en una «demostración clara» de que el dirigente popular «utilizó la justicia políticamente para conseguir sus propias ambiciones personales», en alusión a su llegada a la Alcaldía tras la dimisión del socialista. Ambas valoraciones, completamente enfrentadas, corresponden a la misma persona: el secretario general del PSOE en Alicante, el concejal Miguel Millana.

Entre calificar de «buen gesto» el paso atrás de Barcala en un caso que se juzgará en poco más de una semana a acusarle de «utilizar la justicia» en su beneficio propio apenas distaron tres horas y, eso sí, la habitual mano del Ángel Franco, sin cargo orgánico en el partido, pero que continúa dirigiendo los hilos del socialismo en Alicante después de dos décadas.

El exsenador, una vez más, evidenció la falta de liderazgo y de criterio político del secretario general socialista, a quien colocó al frente de la agrupación hace algo más de un año tras la salida de Echávarri de la primera línea política por sus problemas con la justicia.

Una «marioneta» política que hace y dice lo que manda Franco. Y cuando no lo hace de primeras, se ve obligado a rectificar, contradiciéndose, retractándose de sus palabras con apenas tres horas de diferencia, como sucedió el pasado miércoles tras conocerse la decisión de Barcala de abandonar un caso judicial que enarboló desde la oposición cuando buscaba resquicios para acceder a la Alcaldía.

Ese cambio de criterio del socialista, que se certificó a través de un comunicado enviado por el partido, también ha evidenciado las diferencias en el seno de la Ejecutiva, donde se le afeó a Millana y al secretario de Organización, Pedro Ródenas, que se hiciera una valoración pública sin informar previamente a los miembros de la dirección socialista en Alicante.

Criticado en la Ejecutiva por saltarse los cauces ordinarios y desautorizado por un Franco que desde fuera manda más que cualquiera de dentro, el secretario general camina hacia su segundo año al frente de la agrupación con la misma autoridad que tenía antes de acceder al cargo: ninguna. ¿De quién es la voz autorizada en el PSOE alicantino? El tono de voz se asemeja hasta límites insospechados al de Millana, aunque las formas y el fondo siguen apuntando a Franco, que aún se relame las heridas por no volver al Senado. Su casa sigue estando en Alicante.

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