En el Centro Tradicional de Alicante ya hay una veintena de edificios dedicados en exclusiva al alquiler turístico que suman más de 200 viviendas vacacionales. Un fenómeno al alza que los vecinos observan con resquemor porque temen que una invasión de este tipo de alojamientos pueda alterar el modelo de convivencia, contrariamente al comercio, que ve con buenos ojos un mercado que puede llevar más clientela a sus negocios.
Mientras tanto, la Asociación de Empresas Gestoras de Bloques y Viviendas Turísticas acusa al Ayuntamiento de carecer de una normativa clara a la que atenerse y están dispuestos a pelearla en los tribunales. Ponen como ejemplo Benidorm, donde se acaba de desbloquear la concesión de nuevas licencias después de que la Generalitat haya autorizado el uso turístico de las viviendas en suelo residencial.
Éstas están vetadas en Alicante, donde en agosto se prohibieron las altas de nuevas viviendas para alquiler turístico aprovechando la modificación del plan especial del Centro Tradicional. Alicante solo autoriza este tipo de actividad en bloques enteros en un intento de compaginar el negocio y la tranquilidad vecinal. También se autorizarán nuevos alojamientos turísticos en bajos y primeras plantas.
La expansión de este sector gracias a las plataformas online asusta a los vecinos de fincas donde se comparte rellano con turistas. La asociación del Centro Tradicional habla de incumplimiento de la ley. «Sigue habiendo muchísimos pisos que la gente alquila por días y semanas, con las molestias que conlleva. Personas de vacaciones que celebran fiestas dentro de los pisos, que ponen la música muy alta, rompen las bombillas de la escalera y destrozan el ascensor. Gastos que tiene que asumir la comunidad. No hay control y no se sabe con quién convives. Solo queda denunciar», afirma la presidenta del colectivo, Alcázar Moreno.
En el Casco Antiguo, donde se aplica el mismo criterio que en el Centro Tradicional, los vecinos temen que el lobby del ocio acabe por controlar este tipo de viviendas turísticas y se conviertan en foco del turismo de borrachera. De ahí que reclamen al Ayuntamiento una norma para que los apartamentos vacacionales se conviertan en un fenómeno de calidad, capaz incluso de limitar la contaminación acústica derivada de la actividad hostelera y de veladores, explica Iluminada Doñate, presidenta de Laderas del Benacantil.
Esta asociación, que trabaja en un protocolo sobre lo que consideran debe ser una vivienda turística, ha contratado a un abogado experto en ruido en su lucha por conciliar ocio y descanso.
Juzgado
La Asociación de Bloques Turísticos de Alicante está en desacuerdo con el criterio del Ayuntamiento de aplicar el Plan General de Ordenación Urbana de 1987, que regula el alojamiento como uso terciario, para ordenar las viviendas turísticas. La entidad considera que es un criterio erróneo que les aboca a una gran inseguridad jurídica, por lo que han pedido una reunión urgente al equipo de gobierno, que ha decidido no elaborar la ordenanza que anunció al entender que con la regulación del PGOU basta.
Los operadores lo desaprueban al entender que se expulsa del suelo residencial, y por tanto del mercado, a la vivienda turística al no poder ubicarse en cualquier punto del término municipal ni en cualquier altura de edificación, solo en bloques o bajos. «La prohibición del Ayuntamiento no está fundamentada. El PGOU de 1987 no tiene base para regular una novedad como es la vivienda vacacional, por lo que sólo lo puede resolver un juez», dijo el presidente de la asociación, Alfredo García. Consultado sobre estas quejas, desde el Ayuntamiento no respondieron al estar volcados en los preparativos de Fitur.
