Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Barcala tropieza con Papá Noel

El alcalde, que huye de toda polémica desde que llegó al cargo, se enreda en una de las actividades más populares de su «Alicante, capital de la Navidad»

El alcalde, Luis Barcala, conversa con Papá Noel, el día de la inauguración de la actividad. JOSE NAVARRO

Donde nunca lo pudo imaginar. En una de las actividades más populares incluidas en el programa oficial de su «Alicante, capital de la Navidad».Ahí, con Papá Noel como testigo necesario, se ha enredado innecesariamente esta semana el alcalde de Alicante, el popular Luis Barcala, que si por algo se ha caracterizado desde que accedió al cargo, allá por el pasado mes de abril, ha sido por intentar huir de toda clase de polémica. Por eso, y por no desaprovechar un acto. Algo que tampoco hizo el pasado jueves, Día de la Constitución, cuando lució el traje de alcalde de Alicante en los actos organizados por la Generalitat y que contaron con el boicot de otros dirigentes del PP, como la presidenta regional, Isabel Bonig, o el presidente de la Diputación, César Sánchez. Barcala sí acudió y se hizo la foto, pero también representó a su ciudad en la conmemoración oficial a nivel autonómico.

Hasta ahora, el regidor no siempre había salido indemne en su intento de huir de los líos (la controvertida contratación de dos asesores lo demuestra), pero esta vez, con Papá Noel, se ha liado más de lo esperado por la naturaleza del asunto (una atracción navideña) y mucho más de lo deseado por un alcalde que, para más inri, evidenció su tono más desafiante en plena polémica. Lo hizo cuando, rechazando la esperada rectificación, decidió seguir para adelante con la prohibición de hacer fotos con el móvil en la Casita de Papá Noel: «¿Quieres hacer una foto? Pues la pagas». Esa arrogancia, además, le duró unas horas, casualmente el tiempo que transcurrió hasta que este diario publicó una imagen suya, móvil en mano, haciendo una foto a Papá Noel durante el acto de inauguración.

Esta semana, con el «alicantino» San Nicolás presente, se han certificado dos rasgos que, como subrayan desde la oposición, persiguen a Barcala cuando pierde el control de la situación. El alcalde, que intenta mostrar a diario su cara más amable ante los ciudadanos, se muestra incapaz de ocultar su otra cara cuando la situación se le tuerce. La frase con la que respondió al ser preguntado por el veto a los móviles en la Casita de Papá Noel es un fiel reflejo. Si quieres fotos, pues las pagas. Así, sin sordina, en un mensaje que provocó un rosario de críticas en las temidas redes sociales, ese espacio que tanto preocupa al alcalde y a su entorno.

Otro rasgo que está caracterizando a Barcala cuando no tiene el control de la situación es su hábito de faltar a la verdad. De mentir, como enfatiza la oposición. Lo demostró, por ejemplo, al saltar la polémica por la contratación de un asesor del PP al que se vinculaba con la tránsfuga Nerea Belmonte (el voto de la ex de Guanyar permitió la llegada del popular a la Alcaldía). Ahí habló de la existencia de unos informes de los que empezó a renegar poco después. En este asunto, en lo relativo al ámbito judicial, el alcalde ha podido sonreír esta semana, ya que ha esquivado por el momento tener que ir a declarar, tras la decisión de la Fiscalía de cerrar la investigación pese a la falta de respuestas para demasiadas preguntas. La oposición (PSOE, Guanyar, Compromís y Cs) tendrá que decidir ahora si acepta el carpetazo o persiste para que se intenten despejar las dudas en el juzgado. Puede que esa decisión sea mera cuestión económica: pagar al abogado necesario para que el caso prosiga en Benalúa.

El precio de la verdad

Barcala, decía, tampoco fue muy escrupuloso con los macrodepósitos, cuando aseguró que en el Consejo de Administración del Puerto había tomado la palabra para oponerse a su construcción (un extremo negado por otros consejeros presentes en esa reunión) o cuando, esta misma semana, señaló que el retraso de más de un mes en convocar el Consejo Local Puerto-Ciudad se debía a la falta de fechas de la institución que preside Juan Antonio Gisbert, un argumento desmentido rápidamente desde el Puerto. Pero en el «caso Papá Noel» tampoco dijo Barcala toda la verdad, ya que afirmó que lo mismo que sucedía en la Casita de Alicante (prohibir fotos con los móviles para propiciar el negocio de la empresa que había ofrecido la actividad gratis al gobierno local) se repetía en ciudades como Málaga, Murcia o Zaragoza. Los respectivos ayuntamientos negaron que en sus programas oficiales de Navidad hubiera actividades con Papá Noel con veto expreso a las instantáneas con teléfonos móviles.

Así, por esa facilidad de Barcala para crear salidas en falso para intentar escapar de situaciones con cierta dificultad a nivel político, la oposición ha empezado a calificarle directamente como «mentiroso». De una manera similar, con una retahíla de casos con puntos en común, se empezó a tildar a Gabriel Echávarri de «broncas», a Miguel Ángel Pavón de «sectario» y a Natxo Bellido de vivir de «perfil» en el gobierno del tripartito.

Este tropezón con la Casita de Papá Noel, que son de los que dejan huella entre los ciudadanos, ha enturbiado una fecha, la Navidad, que Barcala daba por hecho que transcurriría con tranquilidad en su etapa al frente del gobierno. Con la paz propia de la época. Pero no. Ni las fotos ni tampoco con la iluminación, que fue un blanco de su crítica por la tristeza de las calles el pasado año, cuando el PSOE estaba solo al frente del gobierno municipal. Este 2018, el PP decidió apostar fuerte por la luz en las calles, triplicando el presupuesto (que alcanza los 220.510 euros). Sin embargo, para los comerciantes de los barrios no ha sido del todo suficiente, como se puede observar con los carteles de protesta que cuelgan de escaparates. Y es que en el asunto de la iluminación navideña resulta harto complicado contentar a todos. Así se ha visto.

A diferente velocidad

El intento de Barcala de ser más rápido que los líos para escapar indemne de toda polémica durante este año de gobierno que le regaló la izquierda se complementa con el objetivo, dentro de lo que permite la política a nivel local, de «derechizar» las decisiones que se adopten desde la cuarta planta del Ayuntamiento de Alicante. Poco a poco, el alcalde está regalando gestos a su votante potencial, más ahora que se han instalado los nervios a estribor por la irrupción de Vox. Barcala logró reducir los impuestos, como el IBI gracias a su socio natural y principal rival electoral, Ciudadanos, además del apoyo de Belmonte, otra aliada principal desde su llegada al gobierno. El regidor también ha tenido guiños para los padres ideológicamente más cercanos, defendiendo la vuelta del distrito único de matriculación, en un intento de acabar tres cursos después con la actual división de la ciudad en nueve zonas escolares. Además ha habido señales hacia la Iglesia, permitiendo una bendición dentro del Ayuntamiento (en la inauguración del belén municipal situado en el zaguán del edificio principal) y organizando una misa con motivo de la tan conmemorada Toma del Castillo. Sin olvidar la marcha atrás de Barcala, de un día para otro, en su intención de promover la recuperación de la Santa Faz para el patrimonio de la ciudad de Alicante.

Y así, con el objetivo de evitar todas las polémicas posibles y regalando gestos a su electorado, Barcala ha tropezado innecesariamente con la Navidad. Para el alcalde, Papá Noel será a partir de ahora lo más parecido al Grinch.

Compartir el artículo

stats