El pequeño comercio atribuye la destrucción de más de un centenar de negocios en el Centro Tradicional de Alicante al tardeo descontrolado, pues consideran que las aglomeraciones de grupos de fiesta y despedidas de soltero, consumo de alcohol en la vía pública y ruido ha causado la pérdida de clientes que venían de toda la provincia a comprar en las tiendas de Alicante los sábados por la tarde. El sector circunscribe esta destrucción de tejido comercial a los últimos cinco años, cuando se inició un fenómeno, el del tardeo, que solía finalizar sobre las 17 horas pero que se ha ido prolongando hasta enlazar con la fiesta nocturna. Sin embargo, la Asociación de Locales de Ocio considera que ha sido la propia dinámica de la ciudad la que ha desplazado el comercio hacia Maisonnave y el ocio al Centro Tradicional, y niega que se trate de un fenómeno traumático sino una tendencia progresiva.

La expulsión de clientes de la que alertan los comerciantes provoca que haya establecimientos que prefieran no abrir los sábados por la tarde, que era una jornada de caja fuerte. Esto ocurre sobre todo en Castaños, la calle peatonal que aglutina mayor número de negocios de hostelería y ocio, y en las vías adyacentes. La Joyería Hermanos Navarro dejó de abrir los sábados por la tarde hace un par de años por las molestias del tardeo hacia la actividad que llevan décadas desempeñando en Castaños 17. «La gente se sentaba en la puerta de la tienda a beber y no dejaban entrar a los clientes, estorbándoles. Hablaban alto y molestaban a la gente que venía de compras», explican desde este negocio familiar que puede subsistir porque son propietarios del local. «El problema viene cuando hay que pagar mucha renta porque es ruinoso».

En la esquina de Pascual Pérez con Bazán y frente a uno de los pubs de moda se encuentra la tienda de ceremonia del diseñador alicantino Rubén Hernández, que ahora sólo abre los sábados por la tarde con cita previa. «Hasta hace 5 años ese día de la semana tenía la tienda llena pero las clientas dejaron de venir. A las siete de la tarde llegaban y se encontraban con gente orinando en la puerta y tomando todo tipo de sustancias».

El modisto ha tenido que instalar una reja «porque se sientan en la entrada y saltaba continuamente la alarma». Los domingos por la mañana revisa si el establecimiento ha sufrido algún daño y se suele encontrar la acera «llena de vómitos». «El tardeo afecta mucho. La zona ha perdido glamur y se ha ido desfondando», afirma Chelo Sáez, que cumple 10 años regentando una tienda de moda y ceremonia en la esquina de las calles Susana Llaneras y Pascual Pérez. Cada vez recibe menos clientes los sábados por la tarde, «me dicen que para qué van a venir, si solo hay bares».

El pequeño comercio reclama que la Policía Local ejecute las ordenanzas y multe a quienes beben en la calle, en lo que tienen el apoyo de los vecinos. La asociación del Centro Tradicional critica la inacción en Castaños: la presidenta del colectivo, Alcázar Moreno, pone el énfasis en la ausencia de sanciones a los desmanes de los grupos que toman la calle. Hay vecinos de Castaños que han tenido que insonorizar sus casas con doble ventana al no resistir el ruido derivado de las conversaciones y el ocio en la calle, y el posterior, avanzada la madrugada, que provocan las máquinas de limpieza.

Tanto los comerciantes como los vecinos urgen el desarrollo de un verdadero proyecto de dinamización en el que se puedan integrar como colectivos junto al Ayuntamiento, la Universidad y la Cámara de Comercio para buscar un mayor equilibrio entre actividades. Aunque reclaman que el centro se peatonalice y se ordenen los usos para frenar la sangría. Porque, aparte de cerrar los sábados por la tarde hay establecimientos que han optado por trasladarse al entorno de Maisonnave, como una óptica que abandonó Castaños y abrió en Pintor Cabrera. Otra idea que proponen es un estudio para atraer inversiones de grandes firmas de cara a su implantación en el eje Rambla-Explanada.

«La gente no viene a la zona pensando en las compras, sino en el ocio, y muchos negocios empiezan a desistir», explica Vicente Armengol, presidente de la asociación Corazón de Alicante, que engloba a cerca de 300 establecimientos de los 400 que aún sobreviven en una zona que hasta los años 90 era un hervidero de negocios, con un millar de tiendas. Ahora aún conserva cierto empuje la ruta de tiendas de ceremonia pero considera que la acumulación de gente en la calle los sábados y el griterío que generan va en detrimento de una ciudad que quiere atraer turismo de calidad.

El centro comercial abierto entre Gadea y la Rambla se ha ido diluyendo en favor de los negocios de hostelería, que ocupan bastantes más metros cuadrados, con lo cual predominan en el paisaje urbano del cogollo de la ciudad. Aparte de que, según los comerciantes, acaparan locales porque pueden pagar más por los alquileres y van ocupando un mayor número de bajos conforme se van acabando los de renta antigua, que antes solían ser en su mayoría comerciales. En cambio, los hosteleros no están de acuerdo con que el tardeo esté provocando el cierre de comercios y aseguran que es fruto de la propia dinámica de la ciudad, que va desplazando el comercio hacia Maisonnave y el ocio al Centro Tradicional, en un fenómeno que se viene produciendo durante los últimos años.

El presidente de la Asociación de Locales de Ocio (Alroa), Javier Galdeano, explica que el precio de los alquileres es tres veces más caro en Maisonnave, donde por contra se concentra el 90% del comercio y no hay bares, que se decantan mayoritariamente por la zona de Castaños y adyacentes. «Desde que se ha abierto el abanico sí que ha habido comercios que han cerrado y otros que no, pero no creo que el tardeo sea determinante».