Primer sábado de septiembre. 13.30 horas. Las inmediaciones del Mercado Central de Alicante se inundan de jóvenes. Cerveza en mano y bandeja de queso y embutidos. Un grupo de amigos entona el mítico «We are the champions» para iniciar una prometedora jornada de fiesta en la que el alcohol ya comienza a convertirse, a plena luz de día y bajo un sol de justicia, en un elemento protagonista.

Sin embargo, justo en el momento de empinar el codo para la segunda ronda, un grupo de policías locales hace su aparición en la plaza e informa a los chavales que esta práctica no está permitida. «Podéis beber alcohol en las terrazas o en el interior de los bares, pero no en la calle o dentro de una dependencia municipal como es el Mercado, es ilegal y a partir de ahora se multará», les advierte el inspector encargado del operativo, consiguiendo frenar en seco el frenesí de los consumidores, que ya había empezado a escaparse de las manos.

Ayer comenzó una nueva etapa en la que Alicante quiere poner en cintura los desmadres del tardeo y el denominado turismo de borrachera para evitar que este fenómeno conduzca a un modelo de desenfreno y comas etílicos con ejemplos más que evidentes como el de Magaluf.

Fin a la era del botellón. O al menos, ese es el objetivo del Ayuntamiento, que ha anunciado su intención de poner límites para que la gente que realmente quiera disfrutar de un ocio controlado pueda hacerlo sin soportar aglomeraciones ni comportamientos incívicos.

Hasta ahora, los anteriores equipos de gobierno bajaban la guardia y se limitaban a garantizar la ausencia de incidentes en el entorno del Mercado Central y la calle Castaños. Este fenómeno, insoportable ya para comerciantes por la pérdida de ventas y por los vecinos por los ruidos o la suciedad, ha llevado a que el actual equipo de gobierno pretenda ponerle coto.

El operativo de vigilancia especial puesto en marcha, que comenzó ayer en el Mercado Central y se trasladó por la tarde hacia la calle Castaños y alrededores, contempla la presencia de más de una quincena de efectivos en todo el centro tradicional. Intervienen miembros de la Unidad Fox y de la unidad GOIR que hasta el 15 de septiembre, se encargarán de informar a clientes y comerciantes.

Las primeras quejas surgieron del gremio tradicional de trabajadores que venden fruta, verdura, carne o pescado. Tras meses soportando las molestias por la masificación de jóvenes celebrando despedidas de soltero o cumpleaños, comenzaron a perder su clientela tradicional.

Según lamentaron ayer, «a las 12 de la mañana de cada sábado, el Mercado se convierte en un pub en el que solo se bebe y nadie va a comprar». De hecho, han conocido a multitud de extranjeros que han llegado a Alicante con paquetes turísticos en los que se vende un tardeo que comienza en esta instalación y se traslada a Castaños.

Este flujo de gente constante comenzó a cansar a comerciantes y vecinos que exigieron medidas para reconducir la situación. Así lo admitió ayer Evaristo López, representante del gremio de pescateros, quien aseguró que «necesitamos una solución para que este fenómeno deje de afectar a nuestras ventas».

En su opinión «los sábados perdemos gran parte del comercio tradicional porque esto está masificado, hasta ahora nadie ha sido capaz de cumplir las leyes». Aunque la mayoría de comerciantes consultados por este medio compartió la misma opinión, los propietarios de los bares manifestaron su disgusto y quisieron recordar que viven de este negocio:

«Estamos muy mal porque nos quedamos sin trabajo. En todo momento intentamos cumplir la norma y que la gente se quede cerca de la terraza para no molestar a ningún otro comercio. Es nuestro pan», asegura Lorena Cardoso, camarera y relaciones públicas.

Criterios similares mantuvo Julio Blanquez, que se encontraba disfrutando de una cerveza en la plaza y criticó que esta prohibición bloqueará el tardeo y perjudicará a la ciudad en general: «Yo aquí solo veo a gente sana que no se mete con nadie, creo que esto va a hundir el turismo».

José Ramón González, concejal de Seguridad Ciudadana, aseguró ayer por la tarde que fue un «día satisfactorio» porque la respuesta ha sido positiva por parte de comerciantes y hosteleros «y de hecho varios bares han colgado carteles para informar».

El edil criticó la gestión del tripartito «porque no fue capaz de hacer cumplir la ordenanza municipal ni hubo ningún tipo de control», indicando que en los últimos tres meses se han abierto más actas que en los dos años anteriores.

El concejal quiso dejar claro que el equipo de gobierno no pretende acabar con el tardeo legal y que el principal objetivo es «compaginar el ocio con el derecho de descanso de los vecinos y las necesidades de los comerciantes».

Dentro del operativo especial para reforzar la lucha contra el consumo de alcohol, el equipo de gobierno ha intervenido por primera vez en verano en la playa de San Juan. Los resultados obtenidos, en la zona de la Avenida de las Naciones, reflejan que se han levantado 162 actas por consumo de alcohol y estupefacientes y por vulnerar la ordenanza de limpieza en la playa de San Juan las madrugadas del viernes y sábado.