Esta misma semana el president de la Generalitat, Ximo Puig, ha declarado que «2019 será el año de la FP». El Consell prepara esta revolución de la Formación Profesional, más tecnológica y ligada al mundo laboral, de la mano del secretario autonómico y número dos de Educación, el socialista Miguel Soler, que en enero de 2015, cuando ejercía de secretario de Educación del PSPV -entonces en la oposición-, se comprometió a aumentar en 20.000 las plazas de FP, y criticaba duramente a la entonces consellera del PP, María José Català, por el abandono de estas enseñanzas.

Ahora, encauzada la universalidad de la enseñanza Infantil para niños hasta los 3 años de edad, -que para el grupo político de Compromís, al que pertenece el conseller que dirige la educación en la Comunidad, era una prioridad del programa electoral educativo-, y puesto en marcha el plurilingüismo, el Botànic considera llegado el momento de la Formación Profesional, la estrategia educativa que a su vez se marcó el PSOE en el programa electoral que le aupó al Gobierno autonómico.

Desde el Consell se ha encargado a investigadores de la Universitat de València el primer mapa educativo de la FP en la Comunidad, que la conselleria tiene la intención de aplicar el año que viene.

Los institutos de FP han empezado a recibir las encuestas lanzadas por estos investigadores, con las que se quiere disponer de un diagnóstico pegado a la realidad de las aulas y de las empresas con las que se acuerdan las prácticas de formación, hasta el momento con el esfuerzo y dedicación personal de los profesores.

Directores de institutos de FP consultados por INFORMACIÓN lo esperan todo de esta organización de las enseñanzas de la FP, que prevé ajustar los contenidos a los perfiles profesionales del sector productivo del entorno, como subraya el conseller. Pero también apuntan sus primeras dudas, porque lo que puede suponer una catapulta imprescindible para la economía comarcal, cuando se trata de localidades como las capitales de provincia, léase Alicante, los directores de FP aventuran que hace falta generalizar la formación con todo tipo de ciclos para no dejar colgado a ningún alumno, según destaca Rafael Herrero desde el IES Cavanilles de Alicante.

La escueta oferta de ciclos que ha lanzado este curso Educación apenas incluye once nuevos para la provincia, entre los 36 para el conjunto de la Comunidad, mientras las peticiones de enseñanza en FP Básica y en los ciclos más tecnológicos doblan la oferta existente.

Las cifras de matrícula este curso dan una idea de lo que exponen desde los centros de FP. Es la única etapa que no se ha estancado y que incluso aumenta un 2,4% y un 4,5% en el nivel básico y el curso de cualificación profesional respectivamente.

Pese al significativo incremento de plazas, los directores afirman que Educación se sigue quedando corta. «Cuando no podemos atender esta demanda, los estudiantes vuelven a los cursos de tercero o cuarto de la ESO de los que proceden y son carne de abandono escolar», lamenta Herrero. El instituto que dirige es el decano de la provincia en la FP, el antiguo Politécnico. «Este curso hemos tenido el doble de demanda que de oferta en FP Básica, podríamos haber formado dos grupos más de alumnos», afirma.

Esta modalidad de enseñanza permite obtener el título de la ESO con clases muy prácticas, que incluyen las asignaturas instrumentales de Lengua y Matemáticas, tras lo que se puede pasar a la FP de grado medio y seguir formándose.

Por otra parte, determinados ciclos de grado medio y superior, con un nivel de cualificación que nada tiene que envidiar al resto de los países europeos, se quedan cortos tanto en medios materiales como en plazas, pese a que desde las empresas del entorno les llaman a la puerta para contratar al alumnado recién formado.

Mecatrónica y Robótica en el Cavanilles, Electromecánica en el Canastell de San Vicente, o Energías Renovables en el Gran Vía de Alicante, son ejemplos de ciclos formativos para los que el profesorado reclama una maquinaria costosa que no pueden adquirir con los solos fondos de los institutos, y que está sin renovar desde hace ocho años.

Y a pesar de los pesares, siguen colocando a todos sus alumnos, «incluso de edad avanzada, como la mujer de 45 años que acabó Electromedicina el curso pasado. Han contratado a los 24 que acabaron los estudios», afirma Carlos Navas, director del Canastell.

La falta de material la suplen con visitas prácticas a los hospitales, donde disponen de un instrumental al que no llegan los centros. Pueden usar hasta 50.000 euros del fondo de los gastos de funcionamiento que reciben de Educación para hacer reparaciones y comprar material docente. Incluso desde la dirección territorial puede autorizar otros 30.000 euros. Pero el dinero sale del mismo saco y el gasto corriente no puede dejarse desatendido, «así que llegamos a donde llegamos, que es bien poco», lamenta Navas.

Inversiones

El Consell se ha propuesto paliar esta situación y está en la línea: un millón de euros para innovar la enseñanza en las aulas, y la reciente licitación de material para las prácticas por valor de 4 millones de euros. Para invernaderos, campanas, equipos de laboratorio, sillones de peluquería, camillas, autoclaves, instrumental de seguridad, robots industriales, campanas aspirantes o taladros de columna, entre otros, aunque no podrán llegar a los centros antes del año próximo.

El colaborador senior de FP, José Rubio, aprecia el empuje que ha recibido la FP, pero más de cara al exterior que en las aulas, donde todavía no ha llegado un plus que el Consell ha dejado para los últimos compases de la legislatura.