La Comunidad Valenciana es la segunda de toda España en impulsar la inclusión en clases ordinarias de niños con trastornos de conducta, déficit de atención y, en general, necesidades educativas especiales. Un total de 25.553 alumnos de Alicante, Valencia y Castellón con problemas de control o de personalidad han sido incorporados a las aulas con el resto de compañeros para favorecer la igualdad de oportunidades.
La mayoría de estos escolares están valorados médicamente con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), con un número de diagnósticos que ha aumentado notablemente en los últimos años. Según la Federación Española de Asociaciones de Ayuda al Déficit de Atención e Hiperactividad (FEAADAH), entre un 5 y un 7% de los pequeños y adolescentes padecen este trastorno. Los expertos achacan el aumento a distintos factores como el hecho de contar con mejores herramientas para su detección o a una mayor conciencia general. El TDAH es crónico y comienza a revelarse antes de los 7 años. Se estima que más del 80% de los niños continuarán presentando problemas en la adolescencia, y entre el 30-65%, en la edad adulta.
La Conselleria de Educación está empleando sus recursos personales y materiales para abordar la diversidad con metodologías que faciliten el derecho a la educación inclusiva del alumnado valenciano. De hecho, ha desarrollado un nuevo decreto de Educación Inclusiva para tratar este asunto como uno de los principios básicos, con el objetivo de garantizar este derecho al conjunto del alumnado. En cuanto a los escolares con TDAH, la Conselleria ha publicado las instrucciones para detectar y atender precozmente al alumnado que pueda presentar problemas de salud mental. Además, el próximo curso presentará guías sobre TDAH dirigidas a la comunidad educativa y a la Formación Profesional con el fin de ampliar conocimientos en el entorno académico.
Juanjo y su talento
Son las 7 de la mañana y el despertador vibra con potencia en la habitación de Juanjo. Sube de un salto a la cama de sus padres para anunciar que es hora de ir al colegio. Con tan solo nueve años le sobra energía, pero le faltan frenos. Un médico le diagnosticó un trastorno por déficit de atención e hiperactividad hace diez meses, tras una travesía interminable por especialistas. «Mi hijo es un terremoto, no para quieto en casa, pero en cuanto llega al colegio se vuelve más dócil y fácil de educar», asegura Mari Carmen, la madre de este niño alicantino, quien prefiere dar nombres ficticios para proteger su intimidad. Está totalmente a favor de que los menores con problemas de control sean integrados y educados en el mismo ambiente que cualquier otro niño de su edad. «Es la mejor manera de que vean los comportamientos habituales y se acostumbren a ellos. Como madre sólo quiero que mi hijo se adapte a la sociedad». Además, esta alicantina hace un llamamiento a la sociedad para que los niños con trastornos no sean tratados como «seres raros o peligrosos». Su objetivo es que su hijo sea entendido en el colegio y que los profesores eviten problemas como el fracaso escolar o la marginalidad social. Juanjo brilla en Matemáticas y el deseo de su familia es que sus características sirvan para desarrollar su talento, lejos de barreras que jueguen en su contra.
