Vicente quiere poner cara al hombre de 63 años detenido por los desprendimientos que sufre la fachada del Teatro Principal, pese a no querer hacer público su apellido por motivos familiares. Leyó en INFORMACIÓN acerca de la guerra política que generaron los derrumbes -«Barcala y el PSOE peleándose, que si delito contra el patrimonio, que si de tres a seis meses de cárcel... Ni que hubiera matado a alguien», ironiza- y quiso dar su versión sobre por qué lo hizo.

El hombre, vecino de la calle Alférez Díaz Sanchís, precisamente donde fue detenido, explica que el 26 de junio fue a ver los fuegos que se disparan después de Hogueras y, cuando regresaba a su casa, en torno a las cuatro de la madrugada, vio el desconchado en la fachada del Teatro recayente a la calle Castaños. «Estaba separado de la piedra un metro. Trabajé en la obra y en prevención de riesgos laborales, y lo vi un peligro. Tiré hacia afuera y cayeron los escombros. Lo arranqué y me quedé a gusto porque se le podía caer encima a algún niño o a alguien», explica.

«Tardaron una barbaridad en quitar los escombros, como cuatro o cinco días, y leí en el periódico que le echaban la culpa a la hoguera -Plaza de Ruperto Chapí- y me pareció una injusticia. Quería aclarar que no fueron ellos, y me dije: Voy a quitar otros pocos desconchados y dio la casualidad que una vecina me grabó. La primera vez lo hice por lo que vi y la segunda para que no le echaran la culpa a nadie», aclara. Esa grabación precipitó su detención el pasado lunes 16 de julio por cuatro agentes de la Policía Local, cuyo trato quiso agradecer. «Eran dos chicas y dos chicos. Dos en moto y dos en una patrulla. Reconocí los hechos y me llevaron a Comisaría. Pensé que pasaría la noche en la cárcel», explica. Le pusieron en libertad y está a la espera de que el juez le cite a declarar después de que el Ayuntamiento presentara cargos contra él.

«No he matado ni violado a nadie. Mi delito es quitar un trozo de pared que se le podía haber caído encima a alguien o a mí mismo. No sé a qué mente se le ocurrió enlucir la piedra, que necesita respirar, aparte de que descubierta es más bonita. La humedad y el transcurrir de los años ha degradado eso. Hay que sacar la piedra original, que tiene sus cicatrices, y arrugas del paso de los años. La piedra es bonita, soy antiaglomerado y antiplástico», afirma Vicente, cuya profesión original era la de encuadernador en el negocio familiar, pues la obra es un trabajo al que se dedicó después.

Por estos conocimientos, se muestra muy crítico con el mantenimiento que realizan los servicios municipales en general. «Si hicieran las cosas bien no tendría que haber metido el dedito ahí», porque asegura que no utilizó ninguna herramienta para picar. Afirma que se ayudó de una piedra de los mismos desprendimientos. «Solo hay que ver en el vídeo que grabó la vecina, se aprecia que estoy perfilando la pared para que se quede bien». Vicente, además, se ofrece al Ayuntamiento para hacer una reparación. «Si quiere la concejala de Urbanismo, le paso un presupuesto para sanear todo el Teatro y le reconstruyo las columnas de la entrada porque las cosas necesitan un mantenimiento», dice dirigiéndose a Mari Carmen de España.

«Como alicantino me duele ver estas cosas. En la calle Castaños hay varias losetas sueltas, y no mandan una cuadrilla a sujetarlas. Es triste porque no harán nada hasta que una señora se caiga y se rompa la cadera. También he visto en Pascual Pérez pegotes de cemento en el suelo. Es una marranada».