«¿Vacaciones yo? Imposible. Tengo a mi nieta conmigo todos los días, así que sólo me podría ir un fin de semana, que no da para irse muy lejos la verdad». Así resume su plan para este verano Patricia López, de 67 años, que pasará los dos próximos meses de la playa al parque y del parque a casa. Su hijo es guardia civil y su nuera militar, destinada además fuera de Alicante, por lo que es ella quien se hace cargo de su nieta Andrea, de 5 años. De hecho, se jubiló de administrativa un año antes de lo que le tocaba para poder cuidarla cuando la madre de la niña se reincorporó a su puesto y la pequeña tenía un año de vida.

Como Patricia, cada vez son más los mayores que no desconectan de las obligaciones contraídas a lo largo del año con sus familias. «Estoy criando otra vez, es como si fuera mi hija. Mi nuera viene de viernes a domingo y entonces sí se va con ellos porque mi hijo según el turno que tenga puede estar con ella por las tardes, pero viene a mi casa a verla porque la niña duerme conmigo entre semana», explica esta abuela entregada que, a veces, echa de menos «un poco más de libertad y hacer algún viajecito con mis amigas». Cosa que este verano ni se plantea. «Intentan coincidir en vacaciones alguna semana, pero a mi nuera la pueden movilizar en cualquier momento así que no podemos hacer planes», lamenta.

El papel que ejercen los mayores «es el reflejo del problema de conciliación tan importante que tenemos en España y que en otros países de nuestro entorno tienen resuelto», apunta la socióloga de la Universidad de Alicante, María Teresa Algado. «Es muy difícil poner cifras a esta realidad pero la gran mayoría de los abuelos se encargan en un momento u otro de sus nietos, unos de forma continua, otros en época escolar y otros más de vez en cuando porque sienten que tienen que echar una mano a sus hijos y tienen muy interiorizado que es su deber hacerlo. Muchos ya empiezan a quejarse y con razón», señala esta experta. «Hay casos en que existe una dificultad económica por la que no pueden acceder a una guardería o campamento de verano y no tienen más remedio pero cada vez vemos más parejas jóvenes que tiran de ellos para ahorrarse la guardería aunque puedan pagarla», añade. «El verdadero problema al que ningún gobierno pone solución es a la conciliación real. Los colegios van por un lado y las empresas con unos horarios disparatados por otro y a esto se une la nula política familiar que tenemos en este país», critica Algado. Prueba de ello, afirma, es que en todas las encuestas se pone de manifiesto que las españolas querrían tener dos o más hijos, mientras que la realidad es que tienen 1,3. La propia Patricia López duda de que su hijo tenga un segundo hijo. «No creo porque también me tocaría a mí», dice, aunque acto seguido añade que «tampoco me importaría porque aunque ya noto la edad, disfrutaría del que viniera, suyo o de mi otro hijo que aún no tiene ninguno». Y reconoce que

Pese a que la situación económica ha mejorado e incluso el último año fueron un 37,5% las familias que no podían permitirse ni una semana de vacaciones frente al 54,1 de cinco años atrás, lo cierto es que por unos motivos o por otros, una parte nada desdeñable de la población no sabe lo que es irse un mes de vacaciones.

El caso más claro es el de los autónomos que son unos 130.000 en la provincia. «Depende mucho del sector económico en el que desarrollen su actividad pero no creo que ningún autónomo sepa lo que es irse más de dos semanas de vacaciones y si lo hace es pegado al móvil o al portátil para solucionar cosas sobre la marcha», señala el presidente de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA) de la Comunidad Valenciana, Rafael Pardo. «Lo normal es cogerse unos días en agosto juntando el fin de semana pero depende mucho del tipo de negocio», precisa Pardo. Dejando a un lado la hostelería, uno de los grupos que peor lo tiene en este sentido es el de los transportistas. «Ni pueden cogerse apenas unos días de vacaciones en agosto ni pueden ponerse enfermos porque la facturación es muy ajustada», aseguran en la Unión de Pequeños Transportistas de Alicante, en la que cuentan con 280 asociados y calculan que sólo un 10% se coge una semana de descanso. «Las cosas están difíciles y si no trabajas no cobras. Las rutas han bajado desde que estalló la crisis. Ahora trabajan diez o doce horas al día para sacarse 1.500 euros limpios. Tienen que pagar la cotización, el IVA, las letras de la furgoneta o el camión que no dura más de cinco años con los kilómetros que hacen, el gasoil sube y no hablemos de las reparaciones o de las multas», enumeran desde la asociación.

Los comerciantes no disfrutan de muchos más días de asueto que los transportistas. De los 4.000 comercios y 18.000 trabajadores de Alicante «muy pocos se van más de una semana si se trata de un comercio tradicional con un máximo de dos empleados. En las franquicias y cadenas es distinto porque hacen turnos pero la tienda que tiene dueño y un empleado cierra pocos días o evita cerrar a costa del descanso del dueño», indica el presidente del Colectivo de Comerciantes por Alicante, Vicente Armengol. «El nuestro es un sector muy sufrido, tienes que amoldarte al cliente y a la competencia y los comerciantes se organizan como pueden para tomarse unos días contados», concluye.