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Contracrónica

Calvo, bajo y gordo

El alcalde Barcala se queda sin relato en su intento de explicar la contratación del asesor que acompañaba a Belmonte

Calvo, bajo y gordo

Al alcalde Luis Barcala ya se le ha agotado por completo el relato para intentar explicar los motivos que le llevaron a contratar a Miguel Ángel Redondo con un sueldazo -nada menos que 2.500 euros al mes- como asesor del PP cuando, a la vez, acompañaba a reuniones a Nerea Belmonte, la tránsfuga de Podemos que le facilitó el gobierno hace ahora algo más de dos meses. Visiblemente molesto por la situación y algo nervioso ante su primera gran crisis con la vara de mando, Barcala hilvanó en la comparecencia que había solicitado toda la oposición, desde Cs hasta Guanyar pasando por Compromís y los socialistas, un discurso extenso y bien construido en las formas -el alcalde es un buen orador- pero en el que, sin embargo, no despejó dudas sobre la relación con Redondo ni los motivos de su contratación como cargo de confianza. «Cuando alguien me advierte empezamos a averiguar y nos describen a esa persona que estaba con Nerea Belmonte como alguien calvo, gordo y bajo», explicó el alcalde en una pesquisa más digna de Anacleto -el disparatado agente secreto- que de una gestión institucional seria.

Durante esa larga intervención, el primer edil confirmó lo ya conocido. No aportó ni un solo elemento nuevo para aclarar un entuerto de enorme gravedad que pone en cuarentena la vía a través de la que el PP consiguió el gobierno de Alicante. Explicó que había conocido a Redondo por la antigua relación del exasesor con Ciudadanos como acompañante de José Luis Cifuentes, que fue candidato a la Alcaldía, ojo al dato, del partido que hoy se está jugando la hegemonía de la derecha con el PP. Aseguró que, con posterioridad y una vez que Cifuentes se marchó, le perdió la pista política pero se lo encontró en otros escenarios en los que se le llegó a ofrecer para colaborar con el PP mientras le expresaba su malestar con los de Albert Rivera. Y remató detallando que Redondo le felicitó con un mensaje cuando logró la Alcaldía y le volvió a reiterar su disponibilidad completa y total.

Pero ese es un hilo que le quedó muy suelto al regidor del PP. Demasiado. ¿De los cientos de felicitaciones que recibió Barcala en esos días, por qué eligió como asesor precisamente al acompañante de la tránsfuga? En política no hay casualidades. Y eso no lo explicó el alcalde. Luego, eso sí, justificó el supersalario del asesor por su condición de coordinador de un equipo y navegó para relatar como, con el escándalo ya en marcha, lo tuvo que destituir. No entró en el fondo de la cuestión a pesar de que se empeñó en darle solemnidad a una negativa a la compra del voto de Nerea Belmonte con una coletilla que repitió en varias ocasiones: «No. Rotundamente no». Al alcalde sí le cambio el tono y su discurso se tornó más firme cuando sacó el ventilador para atacar a los socialistas y a Compromís con la investigación de su financiación en 2007 y la detención de Jorge Rodríguez, dirigente del PSPV y presidente de la Diputación de València. En ese punto sí estuvo convincente. Pero lo principal no lo aclaró y sigue bajo la sombra de la sospecha: la contratación de un asesor que acompañaba la tránsfuga que le entregó el gobierno municipal de Alicante.

Solo convenció a los de su propia parroquia. Tanto la portavoz socialista, Eva Montesinos, como un especialmente incisivo Natxo Bellido, líder de Compromís, se mostraron contundentes y pidieron su dimisión aunque unos y otros están ahora aquejados con un principio del mismo virus: están empezando a enfangarse en el peligroso discurso del todos son iguales. En esa dialéctica se mueve a la perfección Ciudadanos como evidenció su portavoz Yaneth Giraldo, con el ya repetitivo mensaje de disparar al lado izquierdo y al derecho que llevarán, con todo el viento a favor, casi hasta las elecciones. Miguel Ángel Pavón fue el más «suave» de la oposición. El edil de Guanyar evitó pedir la dimisión de Barcala -arrastra episodios con sus propios asesores como para callar- y en otro momento del pleno llegó a decir que confiaba más en el PP que en los socialistas. Los extremos, ya saben, a veces se tocan. El otro tránsfuga, Fernando Sepulcre, ni siquiera intervino. Lo suyo ahora son los vídeos en las redes sociales. Y aunque se sienta al lado de Belmonte, no era su acompañante. Ni es bajo ni tampoco calvo y ahora, además, trata de cuidarse con el peso.

El Marianito de la tránsfuga

Junto al alcalde Luis Barcala, el otro gran foco de atención de este pleno en el Ayuntamiento de Alicante se concentraba sin duda en la intervención de Nerea Belmonte, la tránsfuga de Podemos a la que acompañó el ya exasesor Miguel Ángel Redondo, al menos, en dos reuniones antes de estallar el escándalo que desencadenó su destitución y la primera gran crisis de credibilidad en la gestión del PP. A Belmonte, cuando resta menos de un año para el final del mandato, ya le empieza a dar igual lo que pase en en el consistorio. Le importa una higa. O esa sensación transmite. Ya se convirtió en la «estrella» mediática con el cambio de alcalde y vivirá durante estos meses de rentas sin tener en cuenta en lo más mínimo a los votantes que le sentaron en el consistorio. Un botón de muestra: llegó tarde a la sesión y se marchó antes de finalizar tras ofrecer una intervención histriónica en las formas y estridente en el tono.

Habló de casi todo lo habido y por haber. Anécdotario y repertorio de interpretación. Pero, en ningún caso, entró en la pregunta clave de este embolado. ¿Por qué un asesor contratado desde la Alcaldía por el PP ejercía como su acompañante después de entregarle el gobierno a Luis Barcala cuando si hoy está sentada en el hemiciclo municipal es gracias a los votos de la izquierda? Nerea Belmonte se presentó como una víctima de los ataques de todo el mundo durante estos meses y terminó su intervención, con un dibujo en sus manos, mostrándose convencida de que le atribuirán la maternidad de un niño «ilegítimo con algún pepero», el que aparecía en la imagen, al que bautizó como Marianito. De aquella niña de Rajoy hemos pasado al Marianito de Nerea Belmonte. Ya se esforzó, es cierto, en que no pareciera ni bajo, ni calvo, ni gordo. Y eso que la tránsfuga no tenía ayer en el pleno a Elsa Martínez.

Puedes ver la intervención de Nerea Belmonte a partir del minuto 3:26:42 del siguiente vídeo:

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