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Fomento abre tres expedientes por incidentes aéreos en Alicante

La mayoría de las investigaciones de la Comunidad Valenciana tiene que ver con órdenes confusas o erróneas de los centros de control que han provocado situaciones de riesgo

Fomento abre tres expedientes por incidentes aéreos en Alicante

«Hola, ¿puedes?»

- «Dime»

-«Está la aeronave 1 contigo, ¿no?»

- «Sí, me acaba de llamar, se ha quedado muy alto me ha dicho el valenciano, ¿te ha echado una bulla?»

- «Sí pero acabas de bajarlo a 250 (nivel de altura) como veo, tiene un levante a 280»

- «Lo veo, lo veo»

- «Fenómeno, pero ¡páralo! Páralo a...»

- «Déjame tranquilo, ya lo he visto. Te he dicho que ya lo he visto»

- «Me da igual si te cabreas».

Esta tensa conversación se produjo entre un controlador del centro de Barcelona (ACC) y otro del Área terminal de uno de los aeropuertos de la Comunidad Valenciana (TACC), y corresponde a una de las cinco incidencias aéreas registradas el pasado año en la Comunidad que han terminado siendo investigadas por la Agencia Española de Seguridad Aérea (AESA). En toda España se incoaron 180 expedientes. Las investigaciones solo se abren sobre los sucesos más graves, por ejemplo, en 2016, último año del que hay memoria, hubo 108 expedientes sobre 25.048 incidentes comunicados.

Además, para tener una idea correcta de lo que representan estos sucesos sobre el volumen de vuelos, hay tener en cuenta que en los aeropuertos de Alicante y València se registraron ese mismo año 162.000 movimientos (aterrizajes y despegues), a los que hay que sumar las aeronaves que atraviesan el espacio aéreo en tránsito.

En el incidente de la conversación anteriormente reseñada se produjo, según el informe de la Comisión de Estudio y Análisis de Incidentes de Tránsito Aéreo (Ceanita), un caso de descoordinación que desembocó en una invasión no autorizada de espacio aéreo y una vulneración de la separación mínima entre dos aviones de pasajeros. Un Boeing 738 procedente de Schipol (Ámsterdam) y otra aeronave similar procedente de Birminham West Midlands que pretendían aterrizar en el aeropuerto de Manises el 27 de marzo del año pasado. En el incidente, calificado de «significativo» (las circunstancias indican que podría haber ocurrido un accidente), los dos aviones llegaron a estar a 2,3 millas náuticas (1.852 metros) de distancia y 600 pies (0,3 metros) de altura, cuando en ese espacio aéreo, por seguridad, debe haber una separación mínima de 5 millas náuticas y mil pies.

Otro de los incidentes, calificado de «mayor» (la seguridad de la aeronave puede haberse visto comprometida, habiéndose llegado a una casi-colisión entre aeronaves, con tierrau obstáculos) tuvo lugar el 6 de mayo de 2017 junto al aeropuerto de Alicante y se vieron involucrados un Airbus 320 que había despegado con destino a Gran Canaria y un Boeing 738 que se dirigía a Orán.

La falta de comprensión de las órdenes recibidas del centro de control de València por parte de uno de los aviones hizo que el que había despegado más tarde ascendiera a más velocidad que el primero, llegándosele a activar el aviso TCAS de la aeronave, un sistema de alerta y evasión de colisión. El informe constata que se vulneró la separación mínima de seguridad y se produjo una autorización errónea por parte del control de tráfico aéreo (ATC) de València.

También se abrió un expediente por un suceso registrado el 11 de mayo de 2017, catalogado de mayor, por haberse producido una autorización errónea del centro de control que motivó que los dos aviones, un Airbus 321 procedente de Londres-Gatwick y otro Airbus 320 que había salido de Leeds-Bradford que realizaban la aproximación al aeropuerto de Alicante, llegaran a estar a una distancia de 1 milla náutica y 400 pies de altura cuando el mínimo permitido en esa zona, situada a 17 millas náuticas del aeródromo ilicitano, era de 3 millas y 1000 pies, lo que motivó sendas alertas de colisión (TCAS). Sin embargo, uno de los episodios más llamativos, calificado de «significativo» por Ceanita, ocurrió el 13 de febrero de 2017, cuando un avión turbohélice AT-75 procedente del aeropuerto Adolfo Suárez de Madrid-Barajas con destino a Alicante se desvió de su ruta debido a las fuertes tormentas que se registraban en la zona y se introdujo en un espacio reservado en Murcia a maniobras militares.

En el momento de la intrusión, detectada por el centro de control aéreo militar, había programado un ejercicio de formación de pilotos de la OTAN en el que participaban 26 aviones. El informe del Estado Mayor del Ejército del Aire considera que se «generó una situación potencialmente peligrosa dado el elevado número y la rápida evolución a diferentes altitudes» de los cazas que intervenían en el ejercicio. El último expediente elaborado hasta el momento relativo a la Comunidad el año pasado fue calificado de «significativo», ya que podría haber ocurrido un acidente o un incidente muy grave, si no se hubiera tratado dentro de los márgenes de seguridad. El expediente se refiere a la situación ocurrida en las proximidades del aeropuerto de València, con un Airbus-319 procedente de Gatwick-Londres y un Boeing 738 procedentre de Schönefeld-Berlín, ambos con destino al aeródromo de Manises. Al parecer, el centro de control proporcionó a la aeronave procedente de Londres una «guía vectorial radar de manera inadecuada, por su falta de concreción en velocidades y rumbos, cuando ésta se encontraba en aproximación». La orden tuvo como consecuencia una separación insuficiente entre los dos tráficos.

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