Estos días, muchas cruces de piedra, hierro o madera que vemos en calles, plazas o, sencillamente, el lugares apartados del camino, las vemos adornadas con flores. La cercanía del 3 de mayo, día de la Vera Creu en la tradición religiosa y cultural occidental, hacen que estas reliquias del pasado recuperen parte de sus simbolismo cuando llegan las Cruces de Mayo. Ya no se puede decir que el primer domingo de este mes, «mozos y zagalas adornan las cruces con ramos, coronas y guirnaldas perdurando así poéticas tradiciones populares». Pero siempre hay quien se acuerda de estos vestigios, despojados de su significado original unos siglos después de sus construcción.

La cruz de término, humilladero o peiró es un tipo de hito o mojón, colocado antiguamente a la entrada de las ciudades o villas, como «muestra de piedad por parte del pueblo y para su fomento entre los viajantes». En el Reino de Aragón fue costumbre que los maestros canteros elevaran cruces en conmemoración de fechas o acontecimientos, o como simples testimonios de piedad cristiana. Generalmente se levantaban junto a los caminos para fomentar la piedad de los viajantes, a la vez de que se señalizaban vías, se avisaba de la proximidad del pueblo y delimitaba términos municipales o linderos particulares. En la cercanía de monasterios y ermitas, estas cruces aumentaban su valor, y en el caso de las inmediaciones de la ciudad de Alicante, sin duda todo el foco de atracción queda marcado por la Santa Faz.

Y hacia ella, todavía se dedican varios de estos hitos. Prácticamente todos fueron destruidos en la Guerra Civil, y reconstruidos años después, a veces hasta con sus propios sillares originales.

La expansión urbanística en los accesos a las ciudades y el desarrollo de barrios tradicionales han acabado con varios de esos símbolos, en ocasiones guardados en almacenes municipales sin catalogar. Y cuando se ha decidido que sigan próximas a su entorno, lo han hecho desplazadas de su entorno y, por tanto, fuera de su primera ubicación. En Alicante, la mayor «enemiga» de estas cruces fue la remodelación de la avenida de Dénia.

Entre las «supervivientes» destaca la Cruz de Hierro, antigua fuente de cuatro vasos, rematada por una cruz metálica en la parte superior, con un azulejo de la Santa Faz. Esta cruz estuvo muchos años en el cruce de la avenida de la Albufereta con avenida de Dénia, junto a una parada del tranvía. Con las obras de reurbanización se trasladó al lado de Clínica Vistahermosa, frente a un conocido establecimiento de comida rápida.

Un recorrido casi similar ha tenido la Cruz de Piedra. Del alto de la Cruz de Piedra (la zona más elevada de Vistahermosa), a la puerta del Colegio Inmaculada Jesuitas (en la Finca La Cruz), a estar delante de la clínica Vissum. En sus orígenes, una cara de la Cruz de Piedra miraba a la Santa Faz y otra a la ciudad de Alicante. En 1940 se cambia de ubicación y se vuelve a mover hace unos años, girando su orientación. Ahora, una cara mira a una clínica de fertilidad y otra a una clínica oftalmológica.

Casi olvidada está la Cruz del Siglo, sin duda la más antigua de las que se conservan. Su ubicación en lo alto del Monte Tossal casi no ha cambiado. Hoy en día se ve dentro del patio del colegio La Aneja una cruz elevada en 1900 para conmemorar la llegada del siglo XX. En 1934 fue dinamitada y cinco años después fue reconstruida con parte de los sillares originales. Y así sigue a día de hoy.

En cambio, se dan por desparecidas la cruz gótica del camino de Elche (situada en Babel), la cruz donde comenzaba el inicio de la romería a la Santa Faz (frente Hotel Maya), y la Cruz del Camino de Villafranqueza, que marcaba las lindes de la ciudad por el oeste.