Uno de los momentos que las candidatas al título de Bellea del Foc viven con más nervios e inquietud es el del cambio de vestuario. La sensación de no llegar a tiempo al segundo desfile de novia alicantina es uno de los miedos más repetidos entre ellas. Por eso, los ayudantes y familiares de las chicas preparan y ordenan en el «backstage» de la plaza de toros los trajes, mantillas, aderezos y demás complementos para que ese momento pase lo más rápido posible y las aspirantes estén listas cuanto antes.

Dos horas antes de la gala, las candidatas comenzaron a llegar vestidas con los trajes de noche que lucieron en la pasarela del Puerto y, con ellas, las personas encargadas de peinarlas y vestirlas con el traje de la fiesta. Cargados con todas la herramientas necesarias, fueron abriendo los ahuecadores, las enaguas y las faldas, preparando el maquillaje para los retoques finales, sacando los tacones y ordenando el material de peluquería. «Los nervios de ella me los he llevado yo», comentaba la madre de la candidata de San Fernando. «Llegar se llega, pero es indudable que nos vamos a poner nerviosas», apuntaba una comisionada de la hoguera Rambla.

Las dudas de última hora también hicieron acto de presencia: «¿dónde están las horquillas?, ¿has cogido el azahar?, ¿y el pintalabios?». Incluso a una de las aspirantes se le olvidó el ahuecador en el coche. Era evidente que los nervios estaban ahí y que, a medida que se acercaba el inicio de la elección, crecían y se hacían más evidentes.

Sin embargo, había candidatas que se mostraron serenas: «Más que nervios lo que tengo es emoción. Estoy tranquila porque mi hermana es la que siempre me viste y es una profesional. Ayer cambió a la infantil y me ha dicho que da tiempo de sobra», comentaba Míriam García, candidata de San Antón Alto.

Las muestras de apoyo y de cariño también estuvieron presentes minutos antes del comienzo de la gala. Algunas de las aspirantes se encontraron en su tocador ramos de flores, gominolas, peluches o cartas que hicieron saltar alguna que otra lágrima. Y es que, como palabras como «de tu mano seguiré todos tus pasos sobre el escenario» es imposible no emocionarse.