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Ochenta años y mucho por hacer

Municipios como Alcoy, Orihuela y Alicante disponen de refugios de la Guerra Civil rehabilitados y abiertos al público mientras en otros como Benidorm o Torrevieja apenas quedan vestigios de la contienda

El refugio antiaéreo ubicado bajo la plaza de Séneca se reabrió hace una semana para ofrecer visitas guiadas por su interior. ernesto sánchez guillén

El 18 de julio de 1936 España comenzaba a escribir su historia más negra con el Golpe de Estado que desencadenó la Guerra Civil. De ello hace ya 80 años y pocos hay que todavía puedan contarlo en primera persona. Su memoria, no obstante, sigue viva en los numerosos vestigios de la guerra, testigos directos de la barbarie e hilos conductores de nuestra historia. En la provincia, hay decenas de refugios antiaéreos, búnkeres, trincheras y otros restos de la contienda. Un numeroso y valioso patrimonio histórico y de la memoria que muchos municipios han comenzado a recuperar, poniéndolo en valor como un recurso cultural, histórico y turístico. Otros, sin embargo, se mantienen en total abandono.

Tanto en Alicante, como en Alcoy y Orihuela hay refugios antiaéreos abiertos al público, mientras en otros municipios, como Torrevieja apenas se conservan restos de la Guerra Civil o, como ocurre en Benidorm, los que quedan están abandonados. Lo que resulta evidente es que en la recuperación de la memoria históricamemoria histórica todavía queda mucho por hacer.

En los últimos años «se está notando una concienciación bastante significativa para la localización y mantenimiento de los vestigios de la guerra frente al abandono casi total y despreocupación anterior», considera el catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Alicante Glicerio Sánchez Recio, quien destaca que «no sólo es importante que se protejan» estos elementos «también que la gente los conozca».

Alicante, ultima ciudad en caer y donde la guerra dejó cientos de civiles muertos, se ha sumado a la recuperación y protección del numeroso y valioso patrimonio histórico de la contienda. En el subsuelo de la ciudad hay localizados casi un centenar de refugios antiaéreos en los que la gente se resguardaba durante los bombardeos. Algunos, como el ubicado bajo el Auditorio Provincial, desaparecieron a causa del ladrillo, pero la gran mayoría permanecen bajo calles, plazas, y edificios. Desde el Ayuntamiento tienen localizados en un mapa hasta 94 de estos refugios, que el actual equipo de gobierno (PSOE, Guanyar y Compromís) ha incluido en el Catálogo de Protecciones que tramita y que formará parte del futuro Plan General para evitar su destrucción. Dos de ellos el de la plaza de Séneca y el de Balmis llegaron a abrirse al público a finales del anterior mandato del PP, poco antes de las elecciones de 2015. El tripartito los cerró después aduciendo cuestiones de seguridad en el de Balmis y en el Centro de Interpretación de la Guerra Civil desde el que se planificaban las visitas guiadas al de Séneca. Este último, en el que se han realizado algunas actividades culturales, se reabrió al público hace una semana a expensas de mejorar la accesibilidad y desde el tripartito prevén reformar y ampliar el museo así como los accesos al refugio de Balmis para reabrirlos.

El actual gobierno de izquierdas quiso visualizar su sensibilidad en este tema creando una Concejalía de Memoria Histórica. Desde el área, que dirige María José Espuch, sostienen que la intención es que el Catalogo de Protecciones incluya, además, otros vestigios de la guerra. Entre ellos, las trincheras, grafitis y otros restos localizados en la Serra Grossa, los búnkeres de Babel o de Rabasa, y otros restos en el Cabo de las Huertas algunos ya se han incluido y otros se introducirán durante el periodo de exposición pública. El jefe del área de Memoria Histórica, Pablo Rosser, explica que los siguientes refugios en la lista a rehabilitar son los de Santa Faz y el de la plaza del Carmen. Rosser recuerda que dentro del proyecto para rehabilitar el entorno de Las Cigarreras también se incluye la puesta en valor de una treintena de refugios «para usos públicos o privados», si bien depende de la obtención de financiación europea.

Con todo, todavía queda mucho camino por recorrer en la recuperación de la memoria histórica y, aunque en proceso, sigue habiendo asignaturas pendientes, como es la eliminación de los nombres franquistas del callejero. Desde Alicante Vivo reclaman que «más adelante» se recuperen también las placas conmemorativas que desaparecieron durante la dictadura, como la de la casa de Maisonnave o la del salón de plenos dedicada al Doctor Rico.

Ramas de palmera

En Elche quedan 125 calles dedicadas a caídos del bando franquista, fundamentalmente en Carrús y Altabix. En cuanto a los refugios de la guerra, según el historiador ilicitano Miguel Ors, la ciudad tiene documentados nueve por todo el término municipal a los que se suman otros que estaban situados en los bajos de las fábricas de guerra. Estas construcciones prácticamente no se llegaron a utilizar porque, al contrario de lo que ocurrió en Alicante, en Elche no hubo bombardeos.

No todos se han conservado hasta nuestros días. Sin ir más lejos, parte del que está en la plaza de las Flores o el del Gran Teatro desaparecieron con la construcción de aparcamientos subterráneos y hubo otros que se acabaron tapiando para evitar desgracias como la acontecida en El Raval, donde en 1955 16 años después de que acabara la guerra una plaza se hundió provocando la muerte de cuatro jóvenes. No en vano, el historiador Miguel Ors recuerda que en muchas infraestructuras, simple y llanamente, se utilizaron ramas de palmeras para asegurar las infraestructuras. Ninguno de los refugios es visitable, ni cuenta con protección alguna, hasta el punto de que, hasta la fecha, sólo se ha planteado dar una salvaguarda especial al que apareció junto al Mercado Central, coincidiendo con las catas del nuevo edificio.

En el caso de los búnkeres, hay uno en el Clot de Galvany junto a Arenales que sí se puede visitar. En este paraje se encuentra un sistema defensivo construido por el Ejército republicano y que los últimos años Aigües d'Elx se ha encargado de mantener.

Pioneros en la rehabilitación

Alcoy ha sido una ciudad pionera en el estudio y protección del patrimonio bélico. Está documentada la construcción de 25 refugios antiaéreos, entre públicos y privados. El de Cervantes, ubicado bajo un antiguo colegio y el parque del mismo nombre, fue el primero en ser acondicionado como visitable en la primavera de 2006. En estos momentos, el Ayuntamiento prepara un nuevo PGOU que incorpora cuatro refugios como Bien de Relevancia Local (en Cervantes, Santo Tomás, La Beniata y la Glorieta), según explica el director del Museo Arqueológico, José María Segura. Además, existe un detallado catálogo de señales urbanas dejadas por las bombas de la aviación italiana en sus ataques a la ciudad.

De propiedad privada

En la práctica totalidad de los municipios del Alto y Medio Vinalopó también se dispone de refugios antiaéreos porque el ejército republicano implantó en estas comarcas fábricas de guerra en plena contienda. Sin embargo casi todos los refugios están sellados y no son visitables. La única excepción se encuentra en Petrer y en la pedanía monovera de El Hondón, si bien en ambos casos hay que contar con autorización porque los enclaves subterráneos se encuentran cerrados y en manos privadas.

Petrer es la localidad que mayor esfuerzo ha realizado en la conservación del patrimonio y en ella puede visitarse una batería antiaérea. Aunque no hay rutas establecidas ni paneles informativos, también se puede contemplar en Monforte del Cid la línea defensiva de los búnker del Portichol. Generalmente los ayuntamientos les asignan a estas construcciones de la Guerra Civil el grado de protección de Bien de Relevancia Local y, aunque de vez en cuando los gobiernos locales de turno anuncian proyectos de recuperación y puesta en valor, lo cierto es que se encuentran en una situación generalizada de abandono y olvido.

Destruidos por el ladrillo

En Torrevieja los refugios de la Guerra Civil desenterrados por la actividad urbanística en los últimos treinta años fueron soterrados sin realizar el informe preceptivo que exige la ley cada vez que se hallan restos arqueológicos, para conservarlos. El único vestigio visible, y muy simbólico, que queda en la ciudad son los restos de metralla del bombardeo de la aviación fascista italiana de agosto de 1938 en una ventana.

En Orihuela, también se repiten los restos de la Guerra Civil escondidos y tras muchos años el Ayuntamiento ha comenzado a recuperarlos. En estos momentos, el único refugio que se puede visitar es el de Santa Justa, que se puso en valor hace un lustro. Hay otro en la Plaza de Ramón Sijé, pero el peligro de hundimiento hace imposible que sea visitado y el Ayuntamiento no ha tomado decisión alguna sobre su futuro. Un tercer refugio, también cerrado, se sitúa en Las Espeñetas, en el corazón de la montaña. Hoy en día es imposible acceder a él pues tiene una torre de media tensión impidiendo el paso. En la costa también quedan restos sin conservación, por ejemplo en Punta Prima, como una guarnición militar que servía de vigilancia y que hoy en día se encuentra tapado.

Guardamar restauró las fortificaciones y trincheras construidas a lo largo del Moncayo, ideadas para repeler un posible desembarco de fuerzas nacionales y que nunca se utilizaron.

Junto a la playa

En Benidorm, el boom turístico de los años cincuenta acabó con los vestigios de la guerra . En la actualidad sólo se conserva en buen estado el Búnker del Rincón de Loix, pero se ha convertido en una especie de basurero, con el interior lleno de latas, botellas y bolsas. En la playa también se conserva parte de la estructura de otro. El Ayuntamiento prevé incluirlos en el catálogo que está elaborando.

Excavaciones

En Sant Joan d'Alacant se proponen realizar excavaciones en busca de refugios particulares con la intención, en un futuro, de convertirlos en museos.

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