El búnker del Rincón de Loix, en Benidorm, se encuentra en buen estado, pero se ha convertido en un basurero lleno de latas, botellas y bolsas. Es uno de los vestigios que se salvó tras el boom turístico, que llevó aparejada la construcción de numerosos edificios y la destrucción, con ello, de los vestigios de la guerra.