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El pulmón verde de Alicante se seca

Las grandes pinadas de la ciudad agonizan por la sequía y el ataque de plagas como la procesionaria

El pulmón verde de Alicante se seca

Apenas 8 litros de agua desde noviembre. La feroz sequía que asola la provincia ha secado por completo las escasas zonas verdes de la ciudad de alicante. Las pinadas de Orgegia, el Benacantil o la Serra Grosa languidecen por la falta de agua y el ataque de plagas, como el de la oruga de la procesionaria, que este año por el calor ha sido más intenso y se ha adelantado dos meses.

Una situación a la que en ocasiones se suma el abandono y la falta de mantenimiento. Es lo que sucede en el parque forestal de Orgegia, un área verde creada en 2006 sobre 770.000 metros cuadrados de suelo de la Generalitat y cuyo mantenimiento depende del Ayuntamiento. Buena parte de los 7.000 árboles y 13.000 arbustos que se plantaron aquel año están completamente secos pese a los más de 30 kilómetros de sistema de riego por goteo. «El problema es que hay fugas de agua por todos sitios y no se reparan», explica un brigada forestal de la provincia, conocedor de este parque, y que prefiere guardar el anonimato. A lo largo del recorrido estas fugas de agua son patentes en zonas encharcadas y donde el verde brota en todo su esplendor junto a otras completamente secas. «En el punto donde hay una avería el agua sale sin control y el sistema ya no continúa regando hacia abajo», señala este trabajador forestal. Y en las zona de los barrancos, donde no hay sistema de riego, el panorama es más desolador con todos los pinos secos y completamente plagados de nidos de orugas. «Si en verano no se hacen los tratamientos adecuados, poniendo cajas con feromonas para atrapar a los machos, sucede esto, que la oruga campa a sus anchas, comiéndose las hojas de los árboles».

Aunque la estampa es de sequedad total, este brigada explica que los pinos no han muerto. «El año que viene brotarán, pero como el árbol tiene que hacer tanto esfuerzo en renovar la hoja el problema es que no crecerá». Eso sí, el estado de debilidad en la que se han quedado los árboles les hace especialmente vulnerables al ataque de otras plagas mucho más peligrosos, como la del tomicus. «En este estado, los árboles no tienen resina, por lo que el insecto se puede meter entre la corteza y la madera del árbol, cortando la circulación de la savia, lo que provoca su muerte». Pese a la gravedad de la situación, las brigadas que se encargan del control de estas plagas en los bosques que dependen de la Generalitat llevan desde diciembre sin actuar por la falta de renovación de la encomienda a la empresa pública encargada de estos trabajos. «Ahora es el momento de localizar ejemplares enfermos para cortar y descortezar y evitar que el tomicus se propague a otros árboles». Pero estos no son los únicos desperfectos en este parque, en el que se invirtieron miles de euros. La fuente de mampostería que da la bienvenida a los visitantes no funciona, las charcas que se hicieron para que bebieran los animales están sin agua y los listones de madera de los miradores están sueltos. Los algarrobos están secos «y eso que cada ejemplar cuesta 200 euros» y los pinos ladeados, «porque los tutores que se pusieron al plantarlos se han ido rompiendo sin que nadie los reponga».

Idéntica situación se da en otras zonas verdes, como la Serra Grossa, plagada de procesionaria para indignación de los vecinos. «Subo todas las mañanas a pasear y mato ristras de gusanos porque aquí no hay brigadas ni nadie que se encargue de quitar los nidos», señala Mari Luz, residente en la zona. Con miles de pinos secos, «el miedo que nos da es que puedan arder cuando llegue el calor y si no se llevan a cabo las tareas de prevención adecuadas». En otras zonas de la ciudad, como el Moralet, los vecinos han tomado la iniciativa y todos los fines de semana organizan batidas para retirar nidos y quemarlos.

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