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Una disputa por 3.000 obras de arte

La Fundación CAM reclama al Sabadell la titularidad de los numerosos cuadros y esculturas que el grupo catalán recibió junto con el negocio financiero de la caja

Cuadros de Gastón Castelló en la antigua sede de la CAM de la calle San Fernando de Alicante. pilar cortés

Nuevo motivo de disputa entre la Fundación CAM y el Banco Sabadell. Por si no fuera bastante con el duro enfrentamiento que mantienen por culpa de las cuotas participativas que emitió la caja alicantina y de las que ninguna de ambas organizaciones quiere responsabilizarse, ahora la heredera de la Obra Social ha decidido abrir un nuevo frente de batalla y reclama al grupo catalán cerca de 3.000 obras de arte que pertenecieron a la extinta entidad alicantina y cuya titularidad asumió el Sabadell junto con el negocio financiero que le adjudicó el FROB.

Un traspaso que, a juicio del máximo responsable de la fundación, Matías Pérez Such, nunca debió producirse, puesto que estos cuadros y esculturas «formaban parte del patrimonio cultural de la caja» y, por tanto, deberían formar parte de la organización que ahora se encarga de gestionarlo. Entre ellas, habría piezas de autores locales tan reconocidos como Emilio Varela, Gastón Castelló, Lorenzo Casanova, Joaquín Agrasot o Eusebio Sempere. También hay obras de importantes artistas foráneos como el Equipo Crónica, Cossío, Pinazo o un lienzo de Jacob Jordaens, entre otros.

De momento, desde la Fundación CAM ya han remitido dos requerimientos notariales exigiendo la «devolución» de una parte de las obras en poder del Sabadell, que se corresponderían con los casos que consideran más «flagrantes». Por ejemplo, las piezas que, según afirman, el banco se habría llevado de recintos pertenecientes a la Obra Social -como el Centro de Arte de Alcoy, l'Hort del Xocolater de Elche o el aula de cultura de Orihuela- antes de que se constituyera la nueva fundación. Pero, además, también ha reclamado la creación de una comisión mixta para acordar el traspaso del resto de obras, hasta sumar unas 2.800, según confirmaron desde dicha institución.

Proyecto de segregación

El origen del conflicto estaría en la escritura de segregación con la que, unos meses antes de la intervención de la entidad, se separó el negocio financiero de Caja Mediterráneo al denominado Banco CAM, que sería el que posteriormente se adjudicaría al Sabadell. En dicho documento se estableció que se segregaría todo el patrimonio de la caja excepto su posición jurídica como emisora de las cuotas, las marcas y derechos de propiedad intelectual y los activos y pasivos de la Obra Social. La escritura se acompañó, además, de varios anexos en los que se detallaba este patrimonio, incluido el cultural. El problema estriba, según la Fundación, en que dichos anexos sólo recogían unas 3.400 de las 6.400 obras de arte de todo tipo que tenía Caja Mediterráneo, por lo que el Sabadell entendió -y también los administradores del FROB- que el resto se traspasaban al banco.

Sin embargo, desde la Fundación creen que tienen derecho a reclamar estas piezas basándose, también, en la misma escritura. Por un lado, porque en el mismo documento donde se da cuenta de los citados anexos se afirma que éstos «se acompañan con el único fin de facilitar la identificación de aquellos elementos patrimoniales excluidos que se relacionan, sin que la omisión de los restantes pueda interpretarse en el sentido de que forman parte del patrimonio segregado». Es decir, el que debía ir al banco.

Igualmente, en el apartado cinco de la escritura se afirma que «en caso de que por error se traspase cualquier activo correspondiente a la obra social, el mismo será reintegrado a la caja a cambio de una contraprestación en efectivo por el valor que se le hubiera asignado» en el momento de la segregación. Lo que se conoce como valor en libros, muy inferior al de tasación.

Entonces se pensaba que la caja iba a ser la propietaria del banco, por lo que, en realidad, tampoco se le dio excesiva importancia a la titularidad de cada pieza. Ahora, por el contrario, la situación ha cambiado. «Estamos hablando de obras de arte que pertenecían a una institución sin ánimo de lucro, como era la CAM, y que ahora deberían formar parte del patrimonio de todos los alicantinos a través de la Fundación», insiste Matías Pérez Such.

En este sentido, el actual responsable de la Obra Social cree que estas piezas deberían ser devueltas por el Sabadell sin más, aunque se muestra dispuesto a abonar su valor en libros, como establece la escritura. En caso de que el acuerdo no sea posible, no descarta recurrir a los tribunales para exigirlo.

El Sabadell tiende la mano

Desde el Sabadell, señalan, sin embargo, que ya se creó un grupo de trabajo que estuvo activo durante más de un año «para catalogar las obras de arte que pertenecían a cada una de las entidades». Aunque sus trabajos comenzaron cuando la CAM todavía estaba bajo la administración de FROB, los mismos finalizaron cuando ya se había constituido la gestora que dio paso a la actual Fundación CAM. El banco catalán sostiene que su voluntad siempre ha sido la de «colaborar» y que «nunca Banco Sabadell o la Fundación Banco Sabadell tendrá una obra de arte que no sea suya» y se remite, igualmente, a la escritura de segregación.

A pesar de todo ello, fuentes oficiales de la entidad señalaron a este diario que «si es necesario constituir una comisión para subsanar errores o identificar la propiedad de determinadas obras, por nuestra parte no habrá ningún problema».

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