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Opinión, por Mariola Sabuco

La primera promoción del Plan Bolonia se gradúa sin cumplir los objetivos por los recortes

Profesores y estudiantes de la Universidad opinan que el nuevo sistema educativo hace aguas por falta de financiación

Estudiantes de la Universidad en una de las aulas más masificadas en el campus de San Vicente del Raspeig. ISABEL RAMÓN

Se anunció como un sistema académico distinto que abriría múltiples posibilidades a los universitarios, pero las conclusiones de alumnos y profesores de la Universidad de Alicante sobre los resultados del Plan Bolonia tras graduarse, estos días, la primera promoción, resultan frustrantes. «Como no se ha financiado, sino todo lo contrario, por culpa de los recortes, no ha sido posible disponer de aulas con grupos reducidos de alumnos. Las que menos tienen suman un centenar y así no hay evaluación continua que valga», subraya el presidente de los universitarios de la Universidad de Alicante, David Morcillo.

La posibilidad de materias optativas «se ha reducido muchísimo para lo que había antes. Hasta 60 teníamos para elegir y enriquecías el currículum. Han quedado reducidas a 10 ó 12 porque al ser un sistema educativo más homogéneo te marcan el caminito», añade Morcillo.

El balance que hacen los estudiantes es más negativo que positivo «porque en realidad no ha cambiado gran cosa y ha ido a peor: Menos créditos y sin posibilidad de configurar libremente tus estudios con cursos añadidos, y menos profesores también».

Opinión, por Mariola Sabuco

Papeleo

No opinan igual profesores que participaron desde un principio en los primeros pasos del Plan Bolonia. «Se ha multiplicado la carga de trabajo sin que los resultados merezcan la pena. Cuando teníamos compañeros asociados contratados, en los inicios de este sistema, podíamos seguir mínimamente la evaluación continua del alumnado y valorar sus conocimientos y aptitudes a partir de trabajos en grupo, pero ya no es posible», se lamentan.

Los decanos de las facultades de Letras también opinan de este sistema que «está bajo mínimos en cuanto a sus posibilidades de realización efectiva». No se ha logrado la pretendida relación más cercana profesor-alumno. «No es posible con la actual masificación, pese a que aulas de 300 alumnos se han rebajado a 100», añaden en la UA.

A los alumnos tampoco les gusta fichar a diario: «No es lo que nos vendieron. Un par más de trabajos y poco más. Está todo muy encorsetado». Ni siquiera la movilidad es favorable porque las becas han disminuido.

La vicerrectora de Estudios y Calidad, Cecilia Gómez, admite «cierta frustración» frente a las expectativas que presentaba Bolonia sobre la dedicación del profesorado y la nueva forma de evaluar: «En la práctica no se ha podido llevar a cabo porque las condiciones económicas no lo han permitido. Habría funcionado mejor con menos ratio, pero hay un trabajo añadido de calidad importante porque se pasa revisión a todo anualmente con la información procedente del alumno y observaciones de los evaluadores», concreta Gómez.

Añade la mejor coordinación dentro de las asignaturas como uno de los puntos positivos de la implantación del nuevo método académico, junto a la posibilidad de revisar contenidos de las asignaturas por competencias y diseñar titulaciones a medida de lo que se ofrece en el mercado laboral.

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