San Vicente del Raspeig es un municipio festero por excelencia, y sus fiestas son parte fundamental del patrimonio cultural, escenarios privilegiados para conocer y sentir la identidad sanvicentera. Una forma de descubrir la esencia del pueblo y de sus raíces más profundas. Cada año, las fiestas son una oportunidad para explorar antiguas y singulares tradiciones folklóricas y manifestaciones de la creatividad popular, que hacen que este pueblo sea un polo de atracción turística. Pero este año, a pesar de la suspensión de las fiestas a causa del Covid-19, vamos a revivir los orígenes y la manera de celebrar la fiesta que tienen los sanvicenteros.

Las Fiestas Patronales tienen lugar desde el siglo XVI el lunes siguiente al de Pascua, dedicadas al Santo Patrón de la localidad, San Vicente Ferrer, personaje que predicó en estas tierras en 1411. Estos festejos conjuntan una parte religiosa y una lúdica.

Fiestas con atractivo visual que forman en su conjunto un espectáculo para los sentidos. Destacan actos como el pregón y la Entrada de Bandas, que tienen lugar el viernes, donde las comparsas desfilan al compás del pasodoble. Este mismo día es la Entrada al Fester y los protagonistas con trajes de guerra (oficiales) desfilan por las calles más centricas.

El sábado se celebra la Entrada Cristiana, desfile de lujosos atuendos de las diez comparsas que representan al bando cristiano encabezado por las Reinas de las Fiestas Patronales. Resaltan los boatos de los capitanes generales y el alférez del bando cristiano. A continuación la Embajada Mora, constituye un parlamento a las puertas del castillo donde se intentará sin éxito negociar la rendición. Declarada la guerra, la lucha cuerpo a cuerpo da la victoria al bando de la media luna.

El domingo por la mañana, el protagonismo es para los más pequeños con la Entrada Infantil. Por la tarde, la Entrada Mora con su sobrio y suntuoso desfile da paso a las diez comparsas representantes del bando moro. El lunes ambos bandos acompañan en los actos que rinden homenaje al Patrón: la Ofrenda, Mascletà, Eucaristía y Procesión como se lleva haciendo desde hace siglos. El martes a mediodía la Embajada Cristiana con la batalla, permitirá a los representantes de la cruz reconquistar de nuevo el castillo. Posteriormente la charanga, un desfile de disfraces, relaja el ambiente de batalla aportando colorido y alegría a lo que es el fin de las fiestas de Moros y Cristianos.

Pero a partir del martes es cuando se celebran los actos más significativos de las Fiestas Patronales. A lo largo de la semana, se llevan a cabo los Regocijos Populares consistentes en concurso de dibujo y redacción, cucañas, ollas, juegos de mesa, concursos de disfraces... El baile del farol infantil y los milagros pero por las noches actuaciones de teatro y musicales, con el objetivo de amenizar los días de fiestas con los vecinos. El sábado por la noche, Correfoc en el que la magia y los fuegos de los demonios impregnan las calles del municipio de azufre.

Diez días de fiestas llegan a su fin el domingo por la noche con el baile del farol en el que las parejas ataviadas con sus mantones de Manila bailan al son de melodías para que sus faroles sean los últimos en apagarse y llevarse el ansiado premio. A las doce en punto de la noche, la "bomba final" pone fin a un intenso programa. Dicha simbiosis en la que se conjugan ceremonias religiosas con actos de otra índole cultural hace de estas fiestas una joya única en la provincia de Alicante.

Hogueras, las fiestas del fuego

El municipio sanvicentero no solo celebra sus Fiestas Patronales y de Moros y Cristianos si no que en pleno mes de julio se prepara para festejar los días grandes de sus Hogueras, las cuales fueron declaradas como Fiestas de interés Turístico Provincial en el año 2013.

La adición de varios factores tradicionales y existente, explosión de cohetes y petardos y, encendido de hogueras en talleres de ebanistas sumados a la reciente creación en 1928 de las fiestas de Hogueras en Alicante, dio lugar a que en 1933, un grupo de niñas de corta edad quisieran copiar la fiesta alicantina y adaptarla a modo de juegos infantiles, creando así inconscientemente las Hogueras de San Vicente.

Las hogueras son el eje principal de la fiesta, éstas son las encargadas de dar salida al arte, a la sátira y a la emoción. Actualmente son 10 las hogueras y una veintena de barracas existentes, cada una de ellas cuenta con sus Bellezas y Damas de Honor, máximas representantes de las hogueras en acontecimientos de cualquier índole.

De estos días destaca el pregón desde el balcón del Ayuntamiento. El desfile del Ninot, cabalgata de disfraces de lo más colorida y vistosa que cuenta con la temática de hogueras y portaladas de la barraca. La solemnidad con la procesión de la Virgen del Carmen, patrona de las Hogueras y Barracas de San Vicente, inunda las calles el fervor por esta figura se manifiesta en la tradicional Ofrenda de flores en la que cada entidad pugna por ofrecer majestuosos y originales armazones florales. Y el Desfile General, donde las comisiones salen a desfilar luciendo sus mejores galas junto a sus bandas de música.

Cabe resaltar las calles engalanadas una de las costumbres más antiguas y bonitas del municipio. Consistente en el adorno y ornamentación tematica de aquellas calles y lugares dónde se reúnen, cenan y se divierte la vecindad sanvicentera durante estas fiestas. Supone un trabajo de meses por el diseño, elaboración y montaje de adornos y requiere de la implicación de gran parte de la población que habita en dichas calles. Desde hace unos años es tradición que se trata de recuperar y poner en valor desde los distintos organismos.

El elemento imprescindible de estas fiestas es sin duda, la pólvora. En San Vicente del Raspeig se plasma en una magnífica Mascletà, en la que la estruendosa sinfonía de los cohetes se acompasa con el espectáculo visual que sólo este tipo de eventos pirotécnicos producen.

El punto culmen se avanza en la medianoche del domingo con la Cremà. Es el acto en el que se prenden fuego a los monumentos de cartón piedra o madera y se clausura la fiesta. El trabajo, la expectación y la emoción se reduce a cenizas para resurgir con mayor vitalidad un año más por las tradiciones culturales del municipio.

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