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Los comerciantes de la periferia registran pérdidas de hasta el 50% durante las Fiestas de San Vicente

Los pequeños establecimientos instan al Ayuntamiento a tomar medidas para que el impacto económico de los Moros y Cristianos no se limite al centro - La hostelería, por su parte, sí llena

El barrio de Haygón y Sol y Luz es uno de los más habitados de las afueras de San Vicente del Raspeig.

Mientras San Vicente del Raspeig agota sus días de Fiestas Patronales y de Moros y Cristianos, un sector del municipio desea regresar a la normalidad del día a día pues, desde hace varios años, la llegada de los festejos locales es sinónimo de pérdidas para los pequeños establecimientos que forman los barrios de Haygón y Sol y Luz, un área comercial cuyos dueños y trabajadores responden con una media sonrisa si son preguntados por las fiestas del pueblo y claman para que cambie esta tendencia.

«Estamos muy alejados, aquí casi ni se notan las fiestas», «este año hemos bajado mucho», «trabajamos menos ese fin de semana», son las expresiones más repetidas entre los comerciantes del citado barrio en las afueras de la localidad.

Algunas tiendas han llegado a registrar pérdidas cercanas al 50% de la facturación respecto a un fin de semana convencional. Los mejor parados son los hosteleros, y con diferentes opiniones. Las principales terrazas situadas a los lados de la rotonda que divide el centro comercial han conseguido llenar un par de noches. Otros no han tenido tanta suerte. Es el caso de la panadería Galvañ, donde reconocen que el año pasado fue «un poco más fuerte» y lamentan que para esta edición se hayan reducido casi a la mitad los encargos de cocas amb tonyina, tal y como confirma una de sus trabajadoras, Maribel García. También lo han notado en una pescadería, algo escondida del tráfico principal del barrio. Su empleada confirma la tendencia negativa para el comercio durante los Moros y Cristianos. «Las ventas bajan bastante, el pasado fin de semana hice poca caja», afirma María del Mar Aldeguer. La pescadera expone también que las cifras desciende casi hasta la mitad y que es algo que ocurre, por lo menos, «desde hace más de 9 años». Junto a los mariscos, se encuentra un establecimiento de comidas preparadas, donde su empleada, Guadalupe Asensi, lanza un mensaje al Ayuntamiento para que la repercusión económica también llegue a los barrios que confeccionan el extrarradio de San Vicente, entre ellos, Sol y Luz. Algo que apoyan también otras muchas tiendas, como la única prensa de la calle. En este núcleo residencial la actividad económica reside casi al completo en las dos calles que confeccionan la fachada comercial, donde también hay bares y terrazas.

Precisamente, la hostelería presenta una postura algo más optimista o, por lo menos, los negocios de la zona no han registrado pérdidas tan abultadas como el resto de comercios. Hay terrazas que han llenado varias noches y que se nutren que los clientes que acaban en la zona «de rebote». Así lo explica Miguel Zapata, camarero de «Cinco Sentidos», quien cuenta que cada fin de semana «se suele llenar», y este pasado no fue una excepción pese a «estar alejados de las fiestas». Por su parte, desde la heladería situada justo enfrente a esta terraza, también han vivido los días grandes de festejos como uno más, «sin una mayor repercusión pero con algo menos de gente», señala el gerente Óscar Marín.

En general, los dueños y empleados de los locales hosteleros comparten la postura de que «los Moros y Cristianos no ayudan». Thais Nuñez, trabajadora de la cervecería Sol y Luz , apunta que «habría más movimiento y se trabajaría más» si la repercusión festera llegase al barrio. Igual le ocurre a su vecino, otra cervecería donde trabaja todos los días Salvador Quirós, quien apunta que las terrazas llenas «dependen también del buen tiempo», pero lejos queda la «influencia de las fiestas».

Más peinados y piscinas

Algunos comercios sí han podido sacar cierto rendimiento al pasado fin de semana, ya fuera por las Fiestas Patronales y de Moros y Cristianos o por la llegada del buen tiempo. Es el caso de las peluquerías, donde una de ellas llenó tanto viernes como sábado en la previa de los desfiles, tal y como confirma su trabajadora Laura de la Guía. Mientras, la sorpresa fue para la tienda de piscinas, que abrió en fiestas y dobló su recaudación durante dos días, detalla su dueño Javier Ballesteros.

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