Las Fiestas de San Vicente del Raspeig llegaron ayer a su punto álgido. Los desfiles de Moros y Cristianos dieron paso a los actos de las fiestas patronales y San Vicente Ferrer fue el protagonista del día. Los sanvicenteros se echaron a la calle para celebrar el día más emotivo de sus fiestas Patronales y de Moros y Cristianos, el día del Patrón.

La Ofrenda de Flores puso el toque emotivo, de música y color por la mañana. La pólvora de la mascletà celebró el día grande a mediodía y por la tarde, tras el kabileo que coge fuerza entre las comparsas, los sanvicenteros acudieron a la procesión de Sant Vicent.

La comisión de fiestas con sus reinas a la cabeza abría un desfile que desde Ancha de Castelar y pasando por la avenida de la Libertad acabó a las puertas de la iglesia. Allí se «dibujó» un tapiz de flores multicolor en torno a la figura de San Vicente . En el desfile participaron 15 reinas de las fiestas de años anteriores vestidas con el traje de sanvicentera. Asociaciones festeras de San Vicente y las Hogueras llevaron también su ofrenda floral. Las veinte comparsas de moros y cristianos desfilaron de nuevo, esta vez cargados de flores y seguidos por las alegres marchas festivas para entregar sus ofrendas al Pare Vicent.

Marta Toledo y Amaya Serrano, Reina de las Fiestas y Reina de la Primavera, fueron las primera en entregar su ramo al patrón. «Es un orgullo poder estar en esta posición y participar tan activamente en la ofrenda y vivir la fiesta desde otro punto de vista», explicaba la Reina de las Fiestas, quien se sentía agradecida por el cariño recibido durante estos días. Mientras disfrutaba de la Ofrenda en una posición privilegiada frente a la iglesia, confesaba que uno de los actos que espera con más ganas es el Baile del Farol del próximo domingo. Mientras, la Reina de la Primavera, festera desde la cuna, reconocía estar disfrutando intensamente de cada acto de fiestas.

Los niños son parte importante de los festejos sanvicenteros, la Unión de Comparsas tiene censados en torno a 800. Son cientos los niños que participan en los actos, algunos tan pequeños como Gorka García. Para el joven comparsistas de los Abbasires esta era su primera Ofrenda, que recorrió en su carrito porque tiene ocho meses y medio de vida. «Somos muy festeros y él tiene que seguir la tradición», decía su madre.

«La Ofrenda es uno de los actos simbólicos y principales con sus más de medio siglo de estas fiestas de Interés Turístico Autonómico», destacaba el presidente de la Comisión de Fiestas, Saúl Ríos.

Este año las fiestas patronales tienen varios hitos que las hacen más especiales, por un lado el cierre del año jubilar vicentino y por otro la declaración de Fiesta de Interés Turístico Autonómico. De ahí que manifestaciones festivas como la mascletà fueron más especiales.

El sitio habitual cambió para acoger un espectáculo pirotécnico ofrecido por Vicente Caballer, quien además de celebrar su santo también se despedía de su faceta como pirotécnico, según explicaba Ríos. La mascletà con 103 kilos de pólvora duró seis minutos y envolvió la plaza del Maestro donde se disparó.

El alcalde Jesús Villar destacaba la gran cantidad de público en los desfiles «la respuesta de la gente al gran trabajo de las comparsas», elogiaba. Mientras que la edil de Fiestas, Asun París, calificaba de «perfectos» estos festejos, en los que por primera vez ha desfilado invitada por la comparsa capitana mora Tuareg junto al alcalde.

Antes de la procesión las comparsas celebraron una costumbre que va camino de convertirse en tradición, el kabileo con la visita a las capitanías y su homenaje.

Solemnidad

El acto más solemne de las fiestas llegaba por la tarde. Miles de sanvicenteros, muchos llegados de fuera y visitantes, participaron en el antiguo acto religioso que data del siglo XVIII. Los fieles con velas alumbraban al Pare Vicent, acompañado por el Niño Sant Vicent, Carlos Cruz, y por primera una niña, Laura García, que llevaba la reliquia: un retal del manto que vistió San Vicente.