San Vicente del Raspeig hizo historia ayer en la primera Entrada Mora. El público abarrotó la calle Alicante y la avenida Ancha de Castelar para contemplar la vistosidad de la espectacular puesta en escena de las diez comparsas moras. Si un día antes los cristianos habían dejado el listón alto, los de la media luna ofrecieron un espectáculo soberbio. Fastuosos trajes y elaborados maquillajes lograron transportar al público al medievo. Y a la cabeza la capitanía Tuareg, la comparsa mora con más componentes que presentó un espectacular y original boato dedicado al agua que logró ocupar de punta a punta el algo más de un kilómetro que separa el principio del final del desfile.

El día había estado marcado por la jornada electoral, que en nada empañó la brillante Entrada, pero sí obligó a cambiar la rutina festera y a trasladar a hoy la diana que será conjunta. Quienes no optaron por votar por correo acudieron por la mañana a votar a sus colegios electorales ataviados con sus ropas de fiesta.

Los protagonistas indiscutibles de la mañana fueron los más pequeños de la fiesta que celebraron la Entrada Infantil, con la ausencia de la organizadora del desfile de la Unión de Comparsas Ber Largas, Gema Chust, a la que le tocó ser presidenta de una mesa electoral.

Por la tarde la excelente temperatura acompañó al espectáculo. Muy emocionados estaban Javier Ros Muñoz y Magdalena Torregrosa Pérez, Capitán y Abanderada Tuareg en los minutos previos a iniciar el desfile. «Este es el momento cumbre de todo el trabajo de un año; no puedo estar nerviosa porque está todo genial», confesaba la Abanderada rodeada de amigas y familiares antes de subirse a la carroza que imitaba el Patio de los Leones y donde no faltó la fuente arrojando agua. La capitanía «supone llevar a la calle el trabajo de una comparsa de 220 componentes para hacer la fiesta de San Vicente grande. Este año con el Interés Turístico Autonómico teníamos que darlo todo», exclamaba. El capitán tenía «un nudo en el estómago». Se reconocía muy emocionado ya desde la mañana cuando su hija Inés, abanderada infantil salió en el desfile. «Llevamos un año disfrutándolo», decía. Inés por su parte animaba a los sanvicenteros a disfrutar de la fiesta mientras que Daniel Torregrosa Cardona, el capitán infantil se sentía muy ilusionado de desfilar en la fiesta en la que participa desde los dos meses.

Tuareg acaparó el protagonismo y la admiración en su quinta capitanía. Este es un año muy especial porque cumplen cuatro décadas. Y entre sus filas como invitados desfilaron el alcalde, Jesús Villar, y la edil de Fiestas, Asun París. Muchos fueron los guiños y sorpresas: ballets creados para la capitanía con acróbatas, una carroza en la que una estatua viviente lograba hacer brotar agua de sus manos fueron algunos de los golpes de efecto del boato que contó con animales, caballos bailando al ritmo marcado por el cabo batidor y figurantes que imitaban a la perfección a cocodrilos. Tres de los cabos llevaban en su mano una lechuza y un buho mientras dirigían a su filà. Y las realistas fauces de los cocodrilos dieron más de un susto al público. Cuatro camellos dirigían su paso cadencioso mientras sobre ellos los tuareg saludaban. La música también fue protagonista de la gran Entrada Mora atronando las calles de San Vicente. gran Entrada MoraCasi un centenar de músicos de la Unión Musical Contestana cerró el paso de la capitanía. Les seguían los Marrocs que toman el testigo para 2020. El fastuosos desfile lo cerró la brillante alferecía de los Bemimerines.