Al parecer, tan sólo un fleco es el que el resta al Museo de Alfarería de Agost para poder, por fin, abrir sus puertas al público. Las obras comenzaron en los primeros meses del año 2007 y, tras varios años de parones y nuevos impulsos, culminaron hace apenas unos meses.
Una vez finalizada la actuación que dio forma a los cimientos del Museo, restaba equiparlo. Un segundo paso que también se ha completado, gracias a una dotación de la Conselleria de Cultura, de unos 25.000 euros, que permitió la colocación de panes explicativos y demás materiales para las exposiciones permanentes del Museo.
Ahora, Agost está pendiente de que el responsable del Museo de Valencia valore las piezas donadas por Ilse Schütz, impulsora del Museo de Alfarería de Agost. Schütz mantuvo con sus propios recursos durante dos décadas el museo y donó colecciones al municipio para que siguiera adelante y pueda convertirse en uno de los puntos de atracción turística del municipio. Con las reformas del nuevo establecimiento, las piezas se trasladaron desde el antiguo museo a la Casa de Cultura, donde permanecen hasta ahora.
«Hemos enviado ya toda la documentación solicitada a Valencia y estamos a la espera de una respuesta, por otro lado, también tenemos preparado el trámite necesario para la cesión y traslado de las piezas al nuevo Museo, que está totalmente acabado», indicó el concejal de Cultura, Francisco Lozano.
De esta forma, el Ayuntamiento prevé que las piezas puedan colocarse en las diferentes estancias del museo a lo largo del primer trimestre del año, unas gestiones que se agilizarán para «poder abrir cuanto antes», según indicó el edil.
El Museo de Alfarería se ha transformado totalmente. Está dotado de amplios espacios y alberga auténticas joyas del sector que relatan la historia de la localidad. El edificio, una antigua fábrica de alfarería, se compone de tres plantas. En la planta baja se prevé ubicar la oficina de turistinfo, mientras que la segunda servirá para alojar la exposición permanente.
Curiosidades
Entre los elementos curiosos destaca un horno que se utilizó en la fábrica en el 1975 y que discurre por las tres plantas. En el último piso también se pueden observar los tornos y los huecos en las paredes que los alfareros utilizaban para dejar sus utensilios mientras trabajaban. Finalmente, la visita culmina en la terraza, donde se encuentran las balsas restauradas en las que se mezclaba el barro y se obtenía la materia prima para este oficio, seña de identidad de la localidad. Existe también una sala que servirá para la puesta en marcha de talleres y cursos, ya que la vocación del Museo de Alfarería de Agost siempre fue la de una institución dinámica.
