San Vicente ya respira cambio. El socialista Jesús Villar sucedió ayer a Luisa Pastor en la Alcaldía gracias a un pacto a cuatro bandas con Guanyar Sant Vicent, Compromís y Sí se Puede San Vicente. Los 15 votos que sumaron entre ellos dieron la vara de mando al PSPV y dejaron al PP fuera del poder 14 años después. No hubo sorpresa. El pleno de investidura transcurrió según el guion previsto.

Tal y como ya informó este diario en su edición de ayer, los partidos de la izquierda consiguieron sellar una entente el viernes por la noche que dejaba a los populares sin ninguna posibilidad de revalidar la Alcaldía pese a haber sido la fuerza más votada el pasado 24-M. Les toca pasar a la oposición. Entre ellos, a la hasta ayer alcaldesa y todavía presidenta de la Diputación, Luisa Pastor. Eso sí, no lo hará como cabeza visible de su partido. Antes de que comenzara la sesión plenaria, la regidora presentó un escrito en el Ayuntamiento en el que anunciaba que no pelearía por la Alcaldía. Delegaba la candidatura a su número dos en la lista municipal, José Rafael Pascual, que terminó perdiendo la votación. No fue la única cesión que hizo la primera edil saliente. A la conclusión del pleno, y a preguntas de este diario, Pastor aseguró que tampoco liderará su grupo municipal desde la oposición. Pascual será también el portavoz del PP.

Esa marcha atrás deja a la exalcaldesa como edil rasa -condición necesaria para seguir optando a la Presidencia de la Diputación- y abre la puerta a su dimisión en San Vicente si finalmente no logra un segundo mandato al frente de la institución provincial. Al menos, eso admitieron ayer desde su entorno más próximo.

El relevo en la Alcaldía de San Vicente no estuvo exento de polémica. El pleno parecía de guante blanco... hasta que el popular José Rafael Pascual pronunció su discurso previo a la votación. Agradeció el apoyo a los electores que confiaron en su partido el 24-M, elogió la gestión de Pastor durante los últimos 14 años, aplaudió la «transformación» que ha sufrido la localidad en todo ese tiempo y atizó a la izquierda. «Lo que plantea el bloque de izquierdas no tiene nada de nuevo. Se basa en el sectarismo, el enfrentamiento y la exclusión de la posibilidad de diálogo», proclamó.

Esas palabras acarrearon un sonoro abucheo. Tanto los vecinos que poblaban el salón de plenos como los ciudadanos que siguieron la sesión en la sala contigua y en las puertas del Consistorio le recriminaron su actitud de manera airada. La bronca llegó a tal extremo que el secretario municipal tuvo que reclamar silencio en varias ocasiones. Tal fue la algarabía que la parte final del discurso de Pascual apenas se pudo escuchar. Sólo se oían gritos de «fuera, fuera» e incluso un «dictadores». Las caras de los dirigentes del PP fueron un poema. Incluida la del secretario general del partido en la provincia y ya diputado autonómico, José Juan Zaplana.

La tensión comenzó a diluirse cuando el secretario comenzó a contar los votos. A medida que pronunciaba el nombre de Villar los asistentes contaban uno a uno en voz alta los apoyos. Y cuando llegaron a 13, la cifra que otorga la mayoría absoluta en la localidad, todos prorrumpieron en aplausos. Ya había nuevo alcalde. El resultado fue el previsto. Villar terminó con 15 sufragios (le arropó el PSPV, Guanyar Sant Vicent, Compromís y Sí se Puede San Vicente), Pascual se quedó en 7 (los del PP), mientras que el aspirante de Ciudadanos, Serafín Serrano, logró los tres votos de su partido. «La política debe cambiar y estamos obligados a llegar a acuerdos», resumió Villar una vez proclamado alcalde.