Tendrá explicación pero no es fácil de entender. ¿Cómo ha podido el Ayuntamiento de Torrevieja autorizar la construcción de miles de viviendas en los últimos 20 años sin garantizar la conservación, en cada uno de los planes, de muchas de las principales zonas verdes y parques? Uno de los casos más llamativos es el del Sector 25, el Pozo Dulce, sobre más de 480.000 metros cuadrados, entre la Avenida de Víctimas del Terrorismo y la Avenida de las Cortes Valencianas, frente al Auditorio Internacional; en el que en los últimos 10 años se han levantado cientos de viviendas, colegios, superficies comerciales, y se siguen autorizando más; mientras que su principal jardín y zona verde de 25.000 metros cuadrados, un supuesto paseo en paralelo a la variante de la Nacional-332 Nacional-332, es un auténtico desastre.
Una franja de tierra de 25 metros y un kilómetro de largo, con docenas de farolas destrozadas y bancos invadidos por la maleza. Lo más lógico, han pensado los vecinos durante años, era reclamar al departamento de Parques y Jardines. La respuesta es siempre la misma: el parque no está «recepcionado». En lenguaje coloquial, que el Ayuntamiento no ha dado su visto bueno a conservar y mantenerlo porque jamás se concluyó, ni de lejos, como aparecía en el proyecto aprobado. El municipio gasta al año en torno a 2,8 millones en la conservación de zonas verdes. Todas las que no están «recepcionadas», y son muchas, ni se tocan.
El último ejemplo de esas quejas del Sector 25: El 18 de diciembre de 2015 un residente en la zona expuso de nuevo el problema por escrito a Parques y Jardines, gestionada por el edil Domingo Soler. El 22 de marzo de este año, tres meses después, el ingeniero agrónomo dice que no es cosa de ese área. En Urbanismo, que el la concejalía que debería «apretar» para solucionarlo, no saben nada -todo lo que no está registrado, sellado y con número de entrada, no existe para un Ayuntamiento, y menos para un departamento concreto, si se ha dirigido a otro-. Eso sí, el área al cargo de la edil Fanny Serrano se afana en recordar que fue un desarrollo urbanístico aprobado por el anterior gobierno del PP. Y también que fueron 27 años de gestión frente a los once meses del gobierno actual.
Lavado de cara
El anterior equipo de gobierno hizo un tímido esfuerzo de lavado de cara de este espacio. No está claro si la iniciativa fue del urbanizador, de los promotores de la zona, o del propio Ayuntamiento. Se plantaron dos hileras de palmeras a lo largo de todo el paseo, además de retirarse toneladas de escombro. Nada más. Eso coincidió con los primeros síntomas de recuperación del sector inmobiliario en 2013. Parece que hubo tirón de orejas de los promotores para que se adecentara la zona en la que ya iban a volver a vender casas tras un parón de cinco años. ¿Cómo es posible que las solicitudes de licencia en esta y otras zonas con este mismo problema se aprueben? La legislación dice que un terreno está urbanizado si cuenta con las infraestructuras básicas. Viales asfaltados, aceras, alumbrado, canalizaciones de agua y alcantarillado, acometidas de suministro eléctrico. Con eso el urbanizador puede ver autorizado su plan, y vender parcelas a otras empresas constructoras. Las zonas dotacionales, como los parques, son cosa del urbanizador también, pero no son imprescindibles para contar con ese visto bueno final.
Sin penalización
En algunos casos, esos agentes urbanizadores, muy conocidos en Torrevieja por llevar décadas en el sector, plantean propuestas en otras zonas de la ciudad sin que se les penalice por actuaciones anteriores. Es el caso de la firma que acometió el plan de la Avenida de Tenerife, en al que los parques siguen sin terminar desde hace 15 años. Esa misma firma, en UTE con otro urbanizador, tiene autorización para desarrollar uno de los principales planes urbanísticos de la provincia en La Hoya.
