Sellado, sepultado, enterrado bajo cemento, ladrillo o asfalto. Así se encuentra el 5% del suelo provincial. Y, aunque la cifra parece no ser tan relevante, la ciencia advierte: el suelo es un recurso no renovable y el principal aval de la seguridad alimentaria. Un estudio recogido por la Oficina de Estadística de la Unión Europea revela que Alicante es la tercera provincia de España con más suelo sellado por la actuación humana. El desarrollo urbanístico de las últimas décadas y la construcción de infraestructuras (carreteras, vías férreas, aeropuerto, energéticas, polígonos, grandes centros comerciales?), ha llevado a la provincia a ocupar este puesto, con un 5% de su superficie perteneciente a terreno artificial. En la actualidad, Alicante sólo se ve superada por las áreas de Madrid y Barcelona, cuyo porcentaje de sellado está entre el 6 y el 8%.

Muy cerca de Alicante se encuentran otras provincias como Valencia y Málaga, pero ya en niveles de ocupación inferiores al 4%. La media de sellado artificial del suelo en la Comunidad Valenciana está precisamente en el 4%, siendo Castellón la provincia que más baja este dato. Los mayores incrementos, en términos absolutos y por el siguiente orden, se han dado en los últimos 25 años en Madrid, Alicante, Valencia, Murcia, Toledo y Barcelona. Alicante, como otras provincias costeras de España y Madrid, ha seguido la tónica europea -e incluso superado-, de incrementar su suelo artificial en un 80% desde 1987, según se expone en la Estrategia Territorial de la Comunidad Valenciana, un informe realizado por la Generalitat y que contó con un apartado específico para definir pautas sostenibles de ocupación del suelo.

Todos estos datos tienen un evidente reflejo negativo en la biodiversidad y en la calidad ambiental de la provincia, según explica el profesor de Ciencias Ambientales de la Universidad Miguel Hernández (UMH) José Navarro Pedreño. Este científico recuerda que 2015 es el Año Internacional de los Suelos, declarado por la Organización para las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO en sus siglas en inglés), puesto que «la conservación de nuestro suelo es esencial para la seguridad alimentaria y para nuestro futuro sostenible».

La FAO incide en que el suelo es un recurso finito. «Su pérdida o degradación no son reversibles en el curso de una vida humana. Es un recurso esencial para nuestro desarrollo pero al que no se le presta demasiada atención», apunta el profesor, miembro del Grupo de Edafología Ambiental de la UMH, quien saca a relucir un estudio realizado por esta universidad, en el que «se constata que sólo el 10% del litoral de la bahía de Alicante está libre del sellado de suelos» o que «el término municipal de Elche ha prácticamente quintuplicado en los últimos 30 años su superficie sellada, destruyendo suelos de alta capacidad agronómica y gran valor ambiental, ocupando fundamentalmente zonas costeras y agrícolas».

Hablando en plata, la degradación del suelo en la provincia, como en la mayor parte de Europa, provoca que «cada vez queden menos suelos fértiles por explotar y que en poco tiempo no tengamos terrenos adecuados para ser autosufiencientes en materia agraria», expone Navarro Pedreño, quien advierte: «Imaginémonos que una crisis económica mundial nos lleva a tener que comer exclusivamente de nuestra producción agropecuaria. Si seguimos perdiendo suelos y además los más fértiles, ¿dónde vamos a cultivar?».

Además de la evidente rebaja de la capacidad de ser autosuficientes, el sellado del suelo afecta directamente a la calidad ambiental de la provincia. «El exceso de suelo artificial reduce las zonas de cultivo y la seguridad alimentaria, pero también favorece el efecto invernadero, la contaminación, la pérdida de biodiversidad, reduce el almacenamiento de agua, y también puede agravar los efectos de una riada o de un terremoto», expone el profesor de Edafología.

El problema del sellado del suelo tiene en la provincia un agravante ambiental. La sequía y la desertificación siguen avanzando en Alicante y la masa forestal de la provincia es cada vez más pobre. En concreto, según el Ministerio de Medio Ambiente, los montes alicantinos arbolados (132.786 hectáreas) representan un 22,8% de la superficie total de la provincia, que es de 581.700 hectáreas. A nivel autonómico, esta cifra es mayor y alcanza el 32% del territorio, gracias a las concentraciones boscosas de Valencia y Castellón. «Vivimos en una provincia donde la importancia de conservar el suelo es esencial para la calidad ambiental y turística», concluye el profesor de la UMH de Elche.